¿Metedura de pata? Mejor llámalo vicio.

Las meteduras de pata son para los políticos lo que las erratas para los periódicos y revistas: nadie es inmune a ellas. Pero así como un medio de comunicación no puede crear una noticia basándose en una errata, también se debe evitar que un político desarrolle una pieza de propaganda y tome decisiones basándose en un error de traducción o un error involuntario. Por eso, los principales medios de comunicación emplean correctores y diversos niveles de lectura de textos para reducir la incidencia de erratas, mientras que, de igual modo, los grupos parlamentarios de los partidos políticos reciben subvenciones públicas para contratar a un número considerable de asesores y consejeros, supuestamente contratados para ayudar a los líderes a tomar las decisiones más informadas y ser lo más inmunes posible a las meteduras de pata.
Por estas razones, la confusión de André Ventura con el viaje del presidente de la República a Alemania para participar en el Bürgerfest, que el líder de Chega tradujo como "festival de hamburguesas", no es una metedura de pata. Podría serlo si hubiera ocurrido en el calor de una discusión o durante una de sus improvisaciones habituales, mezclando hechos y falsedades para crear una imagen negativa de un oponente. No fue así. Fue, más bien, una acción meditada y planificada, aunque, por supuesto, ejecutada con la ligereza habitual para tener el efecto incendiario habitual.
Mucho peor que el video que circuló en redes sociales —que, afortunadamente, terminó revelando al país la realidad oculta de un partido unipersonal donde nadie advierte al líder a tiempo para evitar un error garrafal— fue la consecuencia de la ignorancia y la arrogancia de los líderes de Chega: su voto en contra de la participación del presidente de la República en una iniciativa en un país clave para nuestras relaciones, y donde, además, Portugal era el país invitado. En otras palabras: una decisión sin la más mínima consideración ni consulta con nadie fuera del círculo íntimo del líder, destinada únicamente a crear confusión, abrir un nuevo frente de batalla con un presidente desgastado al final de su mandato y, de paso, contribuir a destruir la credibilidad de las instituciones democráticas.
Confundir el Bürgerfest con un festival de hamburguesas no es una metedura de pata. Es simplemente una muestra del vicio en el que están inmersos André Ventura y Chega: crear confusión por cualquier motivo y esgrimir argumentos basados en hechos inventados... sabiendo que, en la abrumadora mayoría de los casos, nada de esto tendrá consecuencias para su imagen ni para el crecimiento electoral del partido. Por eso, en su habitual maniobra de disimulo, Ventura inmediatamente descartó la "escandalosa" cifra de los más de 1.550 viajes al extranjero de Marcelo Rebelo de Sousa, que serían imposibles de encajar en los aproximadamente 3.300 días que lleva como presidente, considerando la duración promedio de cada viaje. Pero también es la misma lógica que llevó a Ventura, en la campaña electoral anterior, a afirmar en un debate que vivía en una casa de "30 metros cuadrados", cuando sabe perfectamente que el condominio donde vive no tiene apartamentos tan pequeños.
¿Meteduras de pata? No, es una estrategia deliberada empleada durante décadas por políticos populistas, a quienes nunca les interesa nada más que "su verdad", la que transmiten a sus seguidores como si fuera la única auténtica.
Por eso, lamentablemente, denunciar estos casos rara vez tiene impacto en la popularidad de los líderes populistas. Así como, como hemos visto, no tiene sentido llamarlos fascistas, racistas, xenófobos o autoritarios. Por una sencilla razón: estos atributos son precisamente los que los hacen atractivos para muchos votantes. Porque creen que, a pesar de estas "fallas", ofrecen respuestas concretas y rápidas a los problemas cotidianos y, lo que es más importante, hablan con la misma ira e indignación que quienes se sienten marginados y desprotegidos.
Las meteduras de pata de Ventura serían fatales para cualquier político, pero a él apenas le molestan porque son coherentes con la imagen que se ha creado de sí mismo: excesivo, incendiario, combativo y... indiferente a la verdad oficial.
Visao