Economía social y fraternidad: ¿un nuevo paradigma? Un debate promovido por la UCID en el Encuentro.

"Economía Social y Fraternidad: ¿Un Nuevo Paradigma?" fue el título de la conferencia celebrada en el Encuentro de Rímini, patrocinada por UCID (Unión Cristiana de Empresarios y Directivos) en colaboración con UNIAPAC. La reunión, organizada por Aldo Fumagalli, presidente de UCID Lombardía y ponente principal del día, contó con ponentes que exploraron el concepto de una nueva economía basada en valores éticos y humanos. El profesor Stefano Zamagni, presidente emérito de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, introdujo el concepto de "subsidiariedad circular" y afirmó que "homo hominis amicus", es decir, que el hombre es amigo del hombre, invirtiendo así el tradicional adagio latino. Fabio Storchi, presidente de UCID Reggio Emilia, se centró en la "felicidad nacional bruta" como indicador de bienestar, proponiendo una visión de la empresa que va más allá del lucro, pero que también se preocupa por el bienestar de los trabajadores y la comunidad. Storchi también anunció que el CNEL (Consejo Nacional para la Economía y el Trabajo) aprobó un proyecto de ley para promover la fraternidad en el ámbito laboral. Esta iniciativa, como enfatizó Storchi, constituye un paso significativo para elevar el concepto de fraternidad de un ámbito puramente ético a uno legislativo y práctico. El objetivo es fomentar la creación de entornos laborales basados en la solidaridad, la participación y el respeto a las personas. En concreto, el proyecto de ley busca: promover iniciativas de bienestar corporativo que fomenten la conciliación de la vida laboral y personal; incentivar la participación de los trabajadores en la gestión empresarial; y fomentar la adopción de códigos de ética y conducta acordes con los principios constitucionales. La aprobación de este proyecto de ley por parte del CNEL lo convierte en una propuesta concreta que puede debatirse y, con suerte, convertirse en ley. El discurso de Storchi en la REUNIÓN de Rímini destacó cómo la UCID (Unión Italiana de Sindicatos de Trabajadores) y el sector empresarial impulsan un nuevo paradigma que integra la rentabilidad con el bienestar social y humano. La subsecretaria Paola Albano transmitió los saludos y la contribución del Gobierno al debate. Finalmente, Sigrid Martz, presidenta de Uniapac Europa, enriqueció el panel con voces y perspectivas europeas, destacando la importancia del emprendimiento cristiano y social a nivel internacional. La conferencia delineó así un camino hacia una economía capaz de integrar dimensiones éticas y relacionales, trascendiendo los modelos tradicionales y colocando a la persona en el centro del desarrollo. En sintonía con el debate de la conferencia "Economía Social y Fraternidad: ¿Un Nuevo Paradigma?" en el MEETING de Rímini, Nino Apreda, presidente de UCID Campania, ofreció su contribución sobre el tema de la fraternidad en la economía. Según Apreda, la fraternidad no debe limitarse a un simple valor o intención ética, sino que debe ser "medida" e integrada en las estructuras y procesos económicos. Para él, "medir la fraternidad significa revelar los signos del Evangelio en la sociedad". El índice de fraternidad, por lo tanto, incluiría no solo la solidaridad, sino también el impacto ambiental, la ética en la cadena de suministro y el respeto a los derechos humanos en los países en desarrollo, yendo más allá de los meros criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) para construir empresas más resilientes y una sociedad más justa. Su discurso enfatizó cómo la fraternidad es una opción estratégica, no solo un valor, crucial para las empresas que buscan construir comunidades de trabajo cohesionadas y una sociedad más equitativa. El ejemplo de Bartolo Longo como un "verdadero emprendedor social" fue un punto clave del discurso del presidente de UCID Campania. Apreda destacó cómo Bartolo Longo, fundador del Santuario de Pompeya, representa una visión empresarial que va mucho más allá del concepto moderno de "responsabilidad social corporativa". Longo no se limitó a construir un lugar de culto, sino que utilizó los recursos generados por su trabajo para lanzar una serie de iniciativas concretas en beneficio de los más vulnerables, demostrando cómo la fe y la caridad pueden convertirse en motores de desarrollo social y económico. Los "ladrillos" de su compromiso no fueron solo las piedras de la Basílica, sino sobre todo las obras benéficas que fundó. En este sentido, según Apreda, Bartolo Longo fue pionero de la economía social y la subsidiariedad circular. Demostró que una actividad económica puede generar prosperidad no solo para sí misma, sino para toda la comunidad, reinvirtiendo las ganancias en proyectos que mejoran la vida de las personas. Su ejemplo, concluyó Apreda, ofrece un modelo para las empresas actuales que buscan combinar el éxito económico con un profundo impacto social. Benedetto Delle Site, presidente de UCID Giovani, destacó un aspecto clave para el futuro de las empresas, enfatizando que no basta con ofrecer oportunidades profesionales; es necesario un "apoyo integral" a los jóvenes empleados. Para Delle Site, la fraternidad corporativa se manifiesta a través de un apoyo que va más allá de un simple salario, abarcando tres dimensiones cruciales para los jóvenes: ofrecer no solo un empleo, sino una vía de crecimiento, con formación continua, mentoría y la oportunidad de expresar su potencial. Se trata de invertir en las personas, no solo en sus habilidades. Crear un entorno laboral que reconozca la conciliación de la vida laboral y personal, con horarios flexibles y un enfoque en el bienestar físico y mental de los empleados. Las empresas deben ser lugares donde las personas no solo trabajen, sino que también se sientan valoradas. Fomentar un clima de respeto y valores compartidos, donde los jóvenes puedan encontrar sentido y propósito en su trabajo, es esencial para una empresa que aspira a ser una comunidad, no solo un centro de producción. De esta manera, afirmó Delle Site, las empresas se convierten no solo en lugares para la producción de bienes y servicios, sino también en incubadoras de talento y comunidades de personas. La fraternidad, por lo tanto, se convierte en un factor clave para atraer y retener a los mejores jóvenes, construyendo un futuro corporativo más sólido y humano.
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