La salud y la lucha contra el cambio climático, una alianza que gana-gana

¿Y si cuidar el planeta nos permitiera enfermar menos? La idea parece simple, quizás incluso demasiado obvia. Es cierto que el sistema sanitario emite gases de efecto invernadero, pero quizá también deberíamos reconocer que preservar el clima ayuda a aligerar este sistema y, por lo tanto, su huella de carbono.
Además, pensar en la lucha contra el calentamiento global desde la perspectiva de mejorar la salud de la población humana puede ser una manera eficaz de hacer que los problemas globales y las proyecciones climáticas sean más concretos e inmediatos. Más allá de los desastres previstos y ya en curso, pensar en la propia salud nos permite anclar las condiciones de vida de las generaciones futuras en el presente.
La interrelación entre la salud y el clima se ha abordado durante varios años desde la perspectiva del impacto del sector salud en la huella de carbono de los países. Este enfoque sectorial ha permitido a los diversos sectores económicos involucrados cuestionar su eficiencia en la gestión del carbono. En Francia, el grupo de expertos The Shift Project ha establecido que las emisiones de gases de efecto invernadero del sector salud representan más de 46 millones de toneladas de CO₂, lo que equivale a casi el 8 % del total del país.
¿Qué emisiones produce un hospital público mal renovado? ¿Cómo podemos diseñar estructuras más resilientes que se adapten al aumento de las temperaturas? Aún queda mucho por hacer, pero están surgiendo proyectos piloto ejemplares, como el Centro Hospitalario Oeste de Reunión, cuya renovación, financiada por la Agencia Francesa de Desarrollo, ha reducido el consumo de energía en un 40 % y el de agua en un 30 %.
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