Tolstói ayuda con el dolor de muelas. Una británica se enriquece con estos consejos.


Una sesión con Ella Berthoud, la líder inglesa en su campo, cuesta 100 libras. Se considera biblioterapeuta y publicó el éxito de ventas "The Novel Cure" hace doce años con Susan Elderkin. Puede programar fácilmente una cita con la Sra. Berthoud por correo electrónico y recibir recomendaciones de libros que pueden ayudarle a escapar de las limitaciones de la vida cotidiana e incluso de situaciones peores.
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En su guía, la curandera recomienda leer "Veinte mil leguas de viaje submarino" de Julio Verne para la fiebre del heno, presumiblemente por el bajo riesgo de polen submarino. Para el dolor de muelas, recomienda "Ana Karenina" de Tolstói, ya que el conde Alexei Vronsky, en la novela, también lo padece. "El tambor de hojalata" de Günter Grass supuestamente ayuda con la sensación de ser demasiado pequeño, y "Los robos en la panadería" de Haruki Murakami ayuda con la glotonería. ¿Problemas de identidad? "La metamorfosis" de Franz Kafka. ¿Hemorroides? "Los humedales" de Charlotte Roche. Para la versión alemana del libro, "Die Romantherapie", las recomendaciones se han ampliado para incluir productos del mercado local.
Un cuento de hadas sobre el bullyingEs difícil decir si se trata de una broma o de un enfoque terapéutico genuino, pero el entusiasmo está ahí. La BBC destacó recientemente las posibilidades de la biblioterapia en un extenso artículo. El diario alemán "Die Welt" publicó una entrevista con una terapeuta literaria llamada Irmgard von Richthofen, quien recomienda cuentos de hadas apropiados de los hermanos Grimm a sus pacientes y clientes. En el caso del acoso escolar, por ejemplo, "La pastora de gansos".
Numerosas clínicas alemanas utilizan actualmente la literatura como método de tratamiento de apoyo. También podría considerarse un placebo. La revista médica «The Lancet» ha publicado artículos esperanzadores sobre el tema, que lamentablemente carecen de evidencia empírica sólida.
La idea del bienestar literario encaja en la sociedad terapéutica. En este ámbito de propósitos, el flâneur pasea por la ciudad con bastones de esquí porque caminar se le presenta no como un proceso ordinario, sino como un método. Algo similar ocurre con la biblioterapia. Leer es bueno y nos hace bien.
El filósofo John Stuart Mill escribe en su autobiografía que leer los poemas de William Wordsworth lo liberó de la depresión, pero si los libros ayudan con las hemorroides sigue siendo tan incierto como la pregunta de si se debe leer "El proceso" de Franz Kafka si se teme recurrir a las autoridades. Ella Berthoud lo recomienda en su libro. Otros podrían ser más propensos a emitir una advertencia sobre posibles efectos secundarios.
De la sátira a la seriedadEl término "biblioterapia" tiene más de cien años y proviene de un ensayo satírico del publicista y político estadounidense Samuel McChord Crothers. "Una Clínica Literaria" trata sobre un "instituto bibliopático" donde se acompaña a empresarios con exceso de trabajo mientras lidian con los males de la época, desde la depresión hasta el desempleo. McChord Crothers plantea hipotéticamente si los libros pueden actuar como medicamentos. Hoy en día, la ciencia descarta esta idea con seriedad.
La literatura mundial no es un catálogo de medicamentos. Un estudio realizado por la psicóloga Giulia Poerio, de la Universidad de Essex, reveló que no existe una diferencia significativa en el bienestar humano entre leer ficción y no ficción. También existe incertidumbre sobre la relación causa-efecto. Sin embargo, se puede asumir que quienes gozan de un bienestar razonable son más propensos a leer. ¿Vivimos más cuando leemos? Una fórmula indiscutible incluso en el ámbito médico se aplica: quienes viven más, leen más.
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