León XIV y el coraje de la educación cristiana

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León XIV y el coraje de la educación cristiana

León XIV y el coraje de la educación cristiana

San Juan Bautista de La Salle (1651-1719), sacerdote francés y fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, fue una figura revolucionaria en la educación. En una época en que la educación era privilegio de unos pocos, él soñó con una escuela cristiana gratuita, popular, clasista y accesible a todos. Su intuición pedagógica fue profética: unir educación y fe para educar al hombre integralmente, a partir de los más pobres. Es el santo patrono de los maestros y fue el primero en concebir la enseñanza como una verdadera vocación laica dentro de la Iglesia.

Este fue el fundamento del discurso del Papa León XIV a los Hermanos de las Escuelas Cristianas , el 15 de mayo de 2025, en la Sala Clementina. Un discurso denso, que no es sólo una conmemoración, sino un relanzamiento profético de una batalla cultural y eclesial. A continuación analizamos los pasajes centrales con un juicio crítico.

El Papa León XIV parte de una comparación entre los retos educativos del siglo XVII y los de nuestro tiempo. Si entonces el obstáculo era la lengua latina, hoy el impedimento al crecimiento humano y espiritual es el relativismo ético y cultural . El Pontífice denuncia “los esquemas de pensamiento debilitados por el relativismo” como uno de los mayores peligros para los jóvenes, afirmando implícitamente que sin verdad no hay educación posible .

Esta posición está claramente vinculada a la enseñanza de Benedicto XVI, quien definió el relativismo como "la dictadura del pensamiento débil". León XIV no se limita a una observación sociológica, sino que lanza un llamamiento a «encontrar lenguajes nuevos» para volver a hablar al corazón de los jóvenes con una verdad que salve y estructura .

El Papa elogia la obra de La Salle no sólo como caridad hacia los pobres, sino como gesto fundador de una civilización cristiana alternativa . Recordemos cómo el santo fundador concibió la escuela gratuita, con un lenguaje comprensible, con la implicación de las familias: una forma embrionaria de subsidiariedad educativa , opuesta a todo estatismo pedagógico.

En una época en la que la escuela pública se reduce a menudo a un instrumento de ingeniería social, León XIV relanza el modelo cristiano: educar evangelizando y evangelizar educando . La educación no es sólo la transmisión de conocimientos, sino la formación del hombre integral: cuerpo, intelecto y espíritu.

Un pasaje central del discurso es la revalorización del laicado consagrado a la educación . Los hermanos no son sacerdotes, pero su misión tiene pleno valor eclesial. “Vuestro altar es la silla”, dijo De La Salle. León XIV reitera que el laico cristiano no es un espectador, sino un actor del cuerpo eclesial , y lo es de modo “ministerial”.

Es un fuerte llamado a la responsabilidad: necesitamos educadores santos, formados, capaces de sacrificio , testigos auténticos –en el sentido evangélico, verdaderos mártires– en una sociedad que tiende a neutralizar la fe. La escuela cristiana se convierte así en un baluarte contra la mundanidad de la propia Iglesia.

El Pontífice denuncia “el aislamiento provocado por modelos relacionales marcados por la superficialidad y el individualismo”, con evidente referencia al dominio de los medios digitales . Sin utilizar tonos alarmistas, describe la nueva soledad de los jóvenes como resultado de un sistema que les quita tiempo para la escucha, la reflexión y el diálogo real.

La invitación es a liberar a las jóvenes generaciones de las “cadenas modernas” de la inconsistencia , que las hacen frágiles y desorientadas. Una auténtica educación cristiana puede y debe ofrecer una alternativa sólida, anclada en la realidad y en las relaciones personales.

En cambio, en el discurso surge una visión cristocéntrica que rechaza cualquier reducción simbólica o sociológica de Jesús . La educación cristiana sólo tiene sentido si se reconoce a Cristo como Persona viva , Salvador y Señor. No como un “valor”, ni como una inspiración ética genérica.

León XIV, en sintonía con la enseñanza más profunda de la Iglesia, relanza la fe en Jesucristo como corazón palpitante de la enseñanza , de lo contrario la escuela cristiana quedaría reducida a una ONG educativa.

El Papa concluye con un llamamiento claro y valiente: promover las vocaciones a la vida religiosa lasaliana , rompiendo el muro de resignación y de secularismo que envuelve a muchas comunidades eclesiales. No se trata sólo de aumentar el número, sino de testimoniar que la consagración es todavía hoy camino de felicidad, de fecundidad y de misión .

La vocación religiosa, especialmente en el ámbito educativo, se presenta como una forma profética del ministerio bautismal , capaz de generar nuevos santos y una nueva cultura.

El discurso de León XIV no es sólo un homenaje al pasado, sino un llamado a la acción . En un mundo donde la escuela se vuelve cada vez más neutra, funcional, horizontal, el Papa propone un modelo vertical, plenamente humano y cristiano , en el que educar significa abrirse al misterio, formar en la verdad e introducir en la belleza de la vida.

Lo que surge con fuerza del discurso de León XIV es que la educación nunca ha sido –y nunca será– una simple profesión. No se trata sólo de transmitir nociones o contener problemáticas sociales, sino de acompañar un camino , de hacer vibrar en el joven la pregunta más profunda sobre sí mismo y sobre el sentido de la vida .

La educación cristiana, si es auténtica, no impone ni domestica , sino que interpela a toda la persona , desafiándola a redescubrirse como ser deseante, en relación, abierto al Misterio. Sólo así puede encenderse esa chispa que hace de la existencia una aventura y de la fe un descubrimiento personal y apasionante. No un deber moral, sino el encuentro con una Presencia que colma la sed de verdad, de justicia, de belleza .

En este sentido, el relativismo no es sólo un error doctrinal , sino un ataque a la esperanza . Porque si nada es verdad para todos, nada puede tener sentido para nadie. El Papa lo denuncia claramente: el pensamiento debilitado no libera, sino que aísla. Destruye la posibilidad misma de educar, porque quita al hombre la certeza de su valor, de ser amado, de estar hecho para algo grande .

Quien verdaderamente educa, pues, no forma desde fuera , sino que inspira desde dentro . No ofrece respuestas prefabricadas, sino que da testimonio de un sentido presente , de una vida que ya ha cambiado. Por eso, la escuela cristiana, hoy como ayer, puede ser un lugar donde se despierte la humanidad , donde se llame a la libertad por su nombre y donde la fe se muestre como compañera de vida, capaz de hacer todo más humano. Incluso el cansancio. Incluso el dolor. Incluso la muerte.

No hace falta decir que estos recordatorios de lo esencial me reconfortan profundamente: me dan fuerza, guían mi corazón y mi razón. Ya desde estas primeras intervenciones, León XIV ofrece indicaciones preciosas y claras, capaces de generar un verdadero renacimiento. Deseo que todos –especialmente los movimientos eclesiales y cuantos siguen un camino serio de fe– sepan acoger estas palabras no sólo como alimento personal, sino también como impulso para reconstruir un sujeto de presencia cultural, educativa y social .

LEA EL TEXTO COMPLETO DEL DISCURSO DE LEÓN XIV AQUÍ

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