¿Qué futuro le espera al «Valle de los Plásticos» de Ain?

Ain es un departamento con una economía contrastante, con una llanura industrializada al este y un centro muy rural. Por lo tanto, la zona industrial de Oyonnax representa un gran impulso, con el 49% del empleo de la región especializado en plásticos. La experiencia se extiende a numerosos sectores, como la automoción, la óptica, la cosmética y otros. Si bien existen algunas empresas grandes y reconocidas, el sector está dominado principalmente por pequeñas pymes familiares.

Sin embargo, la región depende principalmente de esta industria, lo que representa un mayor riesgo para el empleo local. La fuerza laboral está envejeciendo y las empresas tienen cada vez más dificultades para contratar en la principal región del plástico de Europa. El "Valle del Plástico" alberga 660 empresas familiares con una facturación de 2.400 millones de euros. Esta actividad experimentó un fuerte crecimiento en la posguerra, convirtiéndose hoy en un gigante.

La región se encuentra en una situación ambivalente: las clases dirigentes familiares que amasaron su fortuna en este paraíso del plástico y una numerosa clase trabajadora, en su mayoría de origen inmigrante. Si bien el sector fue próspero durante mucho tiempo, ahora ha sufrido múltiples crisis.

Debido a la robotización y la deslocalización de la producción no especializada, el desempleo juvenil alcanza el 30% y el empleo se redujo un 13% entre 2008 y 2019. Sin embargo, el sector no está muerto; al contrario, la industria ha logrado especializarse en técnicas muy específicas para contrarrestar la competencia internacional. No obstante, el valle ha perdido su antiguo prestigio. La mano de obra es principalmente obrera y mayor, de media más vieja que en el resto de Francia. El nivel de ingresos medio es inferior al del sector a nivel nacional, con una diferencia de 5.000 euros (37.500 euros frente a 42.000 euros). Por lo tanto, la renovación de la plantilla es una cuestión crucial para la región.

Hoy en día, la región acoge a la tercera generación de inmigrantes, que representa el 50% de la población local. Son los más afectados por la crisis. Esta población, a menudo destinada al trabajo manual, desea romper con la jerarquía de los "nativos". Los hijos de esta tercera generación de inmigrantes optan por una formación más general, lo que supone un desajuste con las necesidades del territorio. Esta generación ya no quiere participar en los talleres. Si bien los empleadores manifiestan dificultades para contratar, los jóvenes no se sienten valorados por las profesiones manuales, que antes eran sinónimo de integración y prestigio en la economía francesa para sus padres y abuelos. Si están culturalmente integrados, aspiran a un futuro profesional diferente al de sus padres. Sin embargo, esto puede parecer difícil de lograr en una región con poca diversidad. Por lo tanto, el valle se enfrenta a una creciente escasez de personal y de atractivo local, a pesar de una demanda comercial muy real.

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