¿Impuestos a Bre-B? Un tiro en el pie / Análisis del Editor Multimedia
Siempre he dicho que la ‘creatividad legislativa’ y la sobrerregulación son y han sido siempre las principales amenazas de la innovación tecnológica. A esa dupla de amenazas se suma el interés tributario, el afán de los Estados por encontrar fuentes de ingreso, por supuesto válido y parte de su labor, pero que requiere siempre una filigrana muy precisa para no afectar a la ciudadanía y, sobretodo, el efecto virtuoso que la tecnología tiene sobre la sociedad.
Y eso es lo que pasa con la propuesta o idea que tiene el Gobierno de implementar una retención del 1,5 % sobre las transacciones de Bre-B, la plataforma transaccional que busca reducir el uso del efectivo, democratizar la bancarización e incluir con tecnología a la mayor cantidad de personas y comercios del país, en un sistema ágil, sencillo y eficiente de pagos y transferencias.
En sentido estricto, la propuesta se centra en una retención (impuesto, en buen castellano) del 1,5 % a cargo de los comercios que reciban pagos electrónicos de sus clientes (quienes no tendrían impacto en la carga impositiva). Se excluyen las transferencias entre personas.
De entrada, la medida va en total contravía del espíritu y el concepto de una plataforma bancaria interoperable como Bre-B, que lo que busca es reducir la fricción, que no existan barreras técnicas, operativas, y menos tributarias, en la gran masa transaccional del país, comandada en un 80 por ciento por el efectivo: ocho de cada 10 transacciones en Colombia son en efectivo.

Foto:iStock
¿Es malo el efectivo? No, pero el uso masificado no es el idóneo en términos de trazabilidad financiera y del mal uso en la ilegalidad. Las bolsas y los maletines de plata, de billetes, normalmente no están asociados a nada lícito en Colombia.
Además, la facilidad de una plataforma de pagos interbancaria, que facilita las transacciones con una simple llave, sin necesidad de apps o configuraciones adicionales, es ideal para impulsar la bancarización e incentivar la economía en la base de la sociedad y los micropagos: pequeñas tiendas, comercios de barrio, pymes, microempresas y emprendimientos, que con la sangrada de una llave en el celular gestionan sus ventas con total facilidad.
Se equivoca el Gobierno con esa idea de ponerle impuestos, freno, a una plataforma que en su primera semana tuvo 17 millones de transacciones. Si se amplía la sombrilla al resto de billeteras y apps transaccionales, el impacto sería negativo. Lo único que alentaría sería, justamente, lo que se quiere combatir con Bre-B: menos bancarización, menos población incluida financieramente. Más inequidad.
Este gobierno debe pensar en esa base popular, en la economía de bajos montos, la gente muy de a pie y sus negocios, comercios, ventas, quienes tendrán que buscar alternativas para una plataforma que, se suponía, venía a facilitarles la vida, a no costarles dinero en impuestos.
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