El Reino Unido está a meses de unirse a Ghana y Mongolia, que piden un rescate.

OPINIÓN

Como gran fan de Cum on Feel the Noize, tengo muchas ganas de ver el resurgimiento de Slade y el regreso a toda máquina del glam rock. Sweet, Wizzard, Mud, T. Rex y demás, albañiles en mallas hasta los topes y traseros de autobús disfrazados de pin-ups... el ejemplo perfecto de los 70, que han vuelto con fuerza.

Y, ya que estamos, sustituyamos a Greta Thunberg (tan entrañable para la mayoría como los piojos) por esos adorables y mimosos protoambientalistas de The Wombles. Que vuelvan los polos helados con nombres como Dalek Death Ray y el Secreto Mortal del Conde Drácula para lamerlos durante veranos abrasadores por los que ningún adolescente presumido y sermoneador te hizo sentir culpable. (Quizás después de escalar árboles tan altos que los funcionarios de Salud y Seguridad estarían echando mano de las sales aromáticas).

Sí, me gustaron bastante los años 70... y parece que también le gusta a este Gobierno laborista, empeñado como está en llevar a Gran Bretaña a la bancarrota y en pedir limosna al Fondo Monetario Internacional... igual que hicieron Dennis Healy y Jim Callaghan en 1976 después de que la intimidación sindical y la desastrosa incompetencia fiscal del Partido Laborista condujeran al colapso económico.

Impuestos y gastos, sobornos a los sindicatos... ¿te suena de algo, Rachel?

He mencionado esta posibilidad muchas veces en esta columna, pero ¿de verdad creía que sucedería? No, la verdad es que no.

¿Lo creo ahora? Lo hipotecaría .

Pero no me crean solo a mí. Ni siquiera a Nigel Farage ni a Kemi Badenoch: atacar a Rachel Reeves por incompetencia fiscal es parte del trabajo (y, admitámoslo, es como golpear gatitos).

Pero tal vez deberíamos escuchar al jefe saliente del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social, profesor Jagjit Chadha, quien advierte que nuestra economía está en riesgo real de colapso.

Calificó la situación financiera del Reino Unido como "tan peligrosa como el período previo al préstamo del FMI de 1976" y agregó: "Estoy en un mundo en el que podría imaginar que eso [un rescate del FMI] sucediera, y estaríamos desamparados en ese caso.

“No podremos renovar la deuda, no podremos pagar las pensiones y será difícil pagar los beneficios”.

Entendido, sin pensiones, sin Crédito Universal, sin pago por enfermedad.

El país en pleno tercer mundo, un estado de pacotilla, un desastre financiero, que se suma a potencias económicas como Ghana, Mongolia y Pakistán en la cola del pan del FMI.

La única ventaja de esta intervención teórica es que los cabezas duras e imparciales del FMI insistirán en tomar las riendas económicas de Gran Bretaña como condición del acuerdo, lo que significará recortes masivos al gasto público, adiós a los departamentos de servicio civil inflados, adiós a las inútiles unidades de DEI y cerrar la puerta a la salida de los organismos no gubernamentales sin sentido.

Todo esto suena genial. Pero uso la palabra «teórico» porque existe un problema con un rescate del FMI.

En 1976, la última vez que fuimos con la gorra en la mano, se nos concedió el 10 por ciento del fondo de contingencia del FMI.

Esta vez necesitaríamos el 50 por ciento.

Lo cual significa que no va a suceder.

No existe red de seguridad.

Andrew Sentance, exmiembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, encargado de fijar los tipos de interés, afirmó: « Rachel Reeves va camino de provocar una crisis similar a la de Healey de 1976 a finales de 2025 o 2026. Al igual que Healey, ha impulsado enormemente el gasto público, el endeudamiento y los impuestos, alimentando tanto la inflación de demanda como la de costes. A menos que se reviertan las políticas, nos encaminamos hacia una crisis económica».

Las políticas suicidas de Reeves y Starmers -una continua capitulación ante los estúpidos economistas de la extrema izquierda que conforman los escaños traseros del Partido Laborista- han convertido el “agujero negro de 22.000 millones de libras” de los conservadores en un agujero negro de 50.000 millones de libras.

En unas semanas volverá a subir los impuestos, ya sea mediante los hilarantemente llamados "impuestos ocultos" o simplemente con una subida del impuesto general sobre la renta. Y esto hundirá aún más el anémico crecimiento y la productividad de Gran Bretaña.

Quedaremos atrapados en un círculo vicioso que sólo terminará con una carta de súplica al FMI.

En 1976, la deuda británica respecto al PIB era del 48%. Actualmente es del 96,3%, lo que significa que prácticamente una libra de cada diez libras que gasta el Gobierno se destina a pagar la tarjeta de crédito nacional, que actualmente asciende a 111.200 millones de libras.

Pero entiende esto.

Un verdadero portavoz del Tesoro, del verdadero Tesoro, realmente dijo esto:

“Este Gobierno está tomando las decisiones necesarias para estabilizar las finanzas de Gran Bretaña e impulsar el crecimiento económico, respaldado por una estrategia fiscal que ha sido respaldada por el FMI.

“Nuestro Plan de Cambio pondrá más dinero en los bolsillos de los trabajadores y nuestro férreo compromiso con nuestras sólidas reglas fiscales ha ayudado a reducir las tasas de interés cinco veces desde la elección.

“También estamos reduciendo el endeudamiento gubernamental para que podamos invertir en mejores escuelas, hospitales y servicios para las familias trabajadoras”.

Y él parecía creerlo realmente.

Él es la única persona en Gran Bretaña que lo hace.