Pájaros de ensueño

Cuando no podía dormir por el calor, me levantaba y me ponía a leer algo. El clima era opresivo, como la agenda del país. En su libro "Iluminaciones", Walter Benjamin describió el sueño como la cima de la relajación física y el aburrimiento como el punto más lejano de la relajación mental. Incluso tenía una frase como esta: "El aburrimiento es el pájaro soñador que empolla el huevo de la experiencia". Al leer el libro de Benjamin con mi propio pájaro soñador, me impactó su crítica a la modernidad. El aburrimiento está desapareciendo en las ciudades y disminuyendo gradualmente en el campo, dijo. Las mentes de las personas están tan ocupadas que no hay espacio para los vacíos. Sin embargo, si no hay aburrimiento, ya no hay narración. Los cuentos y relatos populares que transmiten las experiencias de generaciones anteriores y los oyentes que los escucharán y repetirán para transmitirlos a las generaciones futuras ya no existen.
Hoy, miles de personas pueden escuchar la misma voz en la radio, pero cada una lo hace en su propia soledad; el narrador no se dirige a la multitud, sino a miles de personas solas. Incluso las novelas popularizadas por la imprenta son una forma aislada de narrativa. Leer o escuchar una historia no la convierte necesariamente en una experiencia. ¿Cómo se puede digerir lo vivido con la ilusión de la velocidad? ¿Cómo se puede transmitir una experiencia vital con vídeos de 15 segundos? Como decía Benjamin, aunque recibimos noticias de todo el mundo cada mañana, ya no tenemos historias que merezcan atención.
CORTE DE CORRIENTE
De niño, se cortaba la luz con frecuencia. Me encantaban esos momentos. Escuchábamos las historias de mi padre a la luz de una vela o una lámpara de gas. El sonido del viento frío que soplaba afuera, la tenue luz que movía las sombras, nos hacía sumergirnos más en la historia. La luz volvía de repente en el momento más crucial; las sombras desaparecían con las luces encendidas, la televisión seguía a todo volumen desde donde se había quedado, y todos volvían a sus propios pensamientos y a sus agendas. Ahora se corta la luz con menos frecuencia. Pero nadie escucha a nadie; como mucho, fingen escuchar.
SE ROMPERÁEn esta era de crecientes ataques a la realidad, ¿cómo podemos escucharnos mutuamente? ¿Cómo podemos afrontar el calentamiento global, las guerras, el fascismo y el totalitarismo sin escucharnos mutuamente y crear historias que transformen nuestras experiencias en experiencias? ¿De qué otra manera se puede superar la polarización de "nosotros y ellos" que fragmenta la realidad? No es casualidad que haya más interés en las narrativas proféticas que predicen el fin del mundo. En la mayoría de los vídeos de YouTube, economistas o comentaristas políticos atraen a los espectadores con frases como "El Apocalipsis vendrá". Este interés en las narrativas apocalípticas es, en realidad, una respuesta a la impotencia de las personas solitarias, frágiles y ansiosas. La fantasía del Armagedón sirve como una especie de consuelo. Las fantasías sobre líderes poderosos que se consideran mesías contribuyen a crear una falsa sensación de seguridad. Durante la epidemia de peste en Europa, los gobiernos aplicaron una crueldad sádica a ciertas comunidades que consideraban adecuadas para proteger su propio poder aprovechando la dicotomía del bien y el mal. Ahora, esta opresión se aplica al bando político contrario, a los inmigrantes y a los grupos desfavorecidos. Todos los males se proyectan sobre los demás.
EXPERIMENTE LAS COMPRASSe podría pensar que todas estas negatividades están relacionadas con la disminución de las aves soñadoras, es decir, como dijo Walter Benjamin, la pérdida de la capacidad de intercambiar experiencias. Para ello, necesitamos la comunicación cara a cara, no interfaces como pantallas, y el restablecimiento de los vínculos sociales. Los avances tecnológicos favorecen una mayor información, no la narración. Sabemos mucho, pero esta información es inútil a menos que se convierta en experiencia.
La experiencia es el paso del tiempo y la emoción juntos. No se trata solo de vivir, sino de darse cuenta de que se vive. Esta comprensión requiere encontrarse con alguien más, escucharlo y crear una narrativa con él. Las aves de ensueño nacen de estos encuentros. Se requiere un rostro, no una pantalla; una voz, no datos; una conexión, no un vínculo. A pesar de miles de novelas, películas y libros de historia, las guerras continúan porque la información sobre las guerras no se convierte en experiencia. Mientras lo que experimentamos no se convierta en experiencia, repetimos los mismos errores, el mismo dolor, las mismas rupturas. Para siempre.
BirGün