El eco del fascismo en la infancia: La infancia de un líder

¿Son los humanos naturalmente malvados o es el mal el producto de un proceso de aprendizaje?
A veces, una noticia, una fotografía o incluso una simple frase nos sorprende y nos preguntamos: ¿De dónde viene todo este mal? Al reflexionar sobre esta pregunta en los últimos años, me vienen a la mente rostros similares: «líderes mundiales enamorados de su poder». Hombres que nos miran directamente a los ojos y mienten imprudentemente. Entonces, la película de Brady Corbet, «La infancia de un líder», resuena en mi memoria. Porque me recuerda que el mal no es común, sino sistemático. Demuestra que el liderazgo no es solo un ascenso político, sino también una deformación psicológica y una construcción pedagógica. Si bien el primer largometraje de Corbet, estrenado en 2015, puede parecer a primera vista un retrato sombrío del fascismo del siglo XX, con el tiempo se hace evidente que su verdadero objetivo no es el pasado, sino el presente.
MALES CONSTRUIDOSGanadora de los premios a la "Mejor Ópera Prima" y al "Mejor Director Ufuklar" en el Festival de Cine de Venecia, "La Infancia de un Líder" destaca por visualizar un tema que aún se debate con demasiada frecuencia: el carácter político que se forma en la infancia. A lo largo de la película, Corbet plantea con delicadeza la pregunta: ¿Es el mal innato o se aprende? Y quizás lo más impactante es que esta pregunta ha permeado no solo la filosofía, sino también la vida, las calles, las aulas, las redes sociales y las habitaciones de los niños. "La Infancia de un Líder" se acerca a su público con una maestría inesperada para una ópera prima. La película no solo ofrece una experiencia cinematográfica estéticamente impactante, sino que también se convierte en uno de los pocos ejemplos de una película que cuestiona, a través del lenguaje cinematográfico, la germinación de mentalidades fascistas en la infancia. Hoy, asistimos al crecimiento de una generación moldeada por el aislamiento de la era digital y un sistema que fomenta la ira. Pero también observamos cómo los hijos de generaciones anteriores —los líderes actuales— corrompen y destruyen a quienes les rodean. En este contexto, la película de Corbet no es simplemente un retrato de un período; es un texto cinematográfico contemporáneo que revela los mecanismos oscuros de los líderes de hoy y del mañana.
INFANCIA, ESPACIO POLÍTICOEl Muro (Le Mur), un libro de relatos de Jean-Paul Sartre, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, publicado en 1939, es uno de los textos que definen la filosofía existencialista. Tiene un significado personal para mí: Senmova, mi primer cortometraje en esperanto, se inspiró en este libro tanto temática como formalmente. Brady Corbet, en su película La infancia de un líder, también se inspira en el relato homónimo de Sartre; sin embargo, en lugar de adaptar el texto palabra por palabra, reconstruye sus fundamentos filosóficos en un lenguaje contemporáneo. De Sartre, toma prestado no solo un título, sino también el dolor de la identidad, la cuestión de la existencia y la tensa relación entre la ideología y el individuo. La película se centra en Prescott, de siete años, hijo de un diplomático destinado en París después de la Primera Guerra Mundial y de una madre alemana criada dentro de estrictas normas religiosas. La infancia de Prescott está marcada por la opresión, la autoridad, el castigo y el aislamiento emocional. En su hogar, reinan la disciplina, el miedo y la jerarquía de clases, no el amor, la igualdad ni la libertad. La ambigüedad identitaria que Lucien experimenta en el texto de Sartre, en torno al género, la clase, la pertenencia y la existencia, impregna aquí el personaje de Prescott. El fascismo no es solo un proceso ideológico, sino también psicodinámico. La infancia reprimida puede transformarse en un deseo patológico de poder. La historia de Prescott gira en torno a preguntas como "¿Quién soy?", "¿Qué significa ser uno mismo?" y "¿Se construye uno a través de la mirada de los demás?". El Prescott de Corbet es como el Lucien de Sartre:
La infancia no es el lugar donde nace un líder; es un laboratorio donde se lo construye, se lo distorsiona y se lo manipula.
ALREDEDOR DE PRESCOTTLa película se divide en tres partes. La primera sigue a Prescott lanzando piedras tras salir de la iglesia; la segunda, se rebela contra su familia y se encierra en su habitación; y la tercera, lo sigue poniéndose de pie frente a los invitados y subiendo al escenario. Si bien esta estructura se asemeja a una narrativa dramática, Corbet la construye como una sinfonía musical. Las composiciones de Scott Walker se convierten en elementos que sustentan la narrativa, no en acompañamiento. En la escena final, Prescott aparece como adulto. Se ha convertido en un líder autoritario que gobierna no a su familia, sino a una nación. Entendemos que la película cuenta la historia de cómo se construye un tirano, no el nacimiento de un líder. Por supuesto, la narrativa carece de contexto; la transformación de Prescott podría haberse complementado con escenas más interiores. Algunas transiciones recurren demasiado al simbolismo. Sin embargo, esto no debilita la fuerza de la película. Al contrario, podemos considerar que su apertura a la interpretación la eleva más allá de la típica narrativa biográfica. Entonces, ¿es justificado temer a los niños que crecen hoy en día? En mi opinión: Sí. Porque el sistema que los crió es el mismo, si no más rígido.
No amor, sino recompensa y castigo; no igualdad, sino jerarquía; no diálogo, sino obediencia. Las figuras autoritarias, empáticas y narcisistas de las que nos rodeamos hoy… Al igual que Prescott, crecen para dirigir la ira reprimida y el deseo de control de su infancia contra una nación, una sociedad. No hace falta mencionar sus nombres. Porque todos surgieron del mismo laboratorio oscuro. Llevan el mismo fantasma dentro.
PEDAGOGÍA Y PATOLOGÍALa película presenta un impactante panorama pedagógico. Todas las figuras que conforman el mundo interior de Prescott —madre, padre, niñera, sacerdote— son opresivas, manipuladoras o completamente negligentes. Ninguna establece una conexión ontológica verdadera con él. Por lo tanto, Prescott llena su vacío emocional con poder. Este es el prerrequisito del fascismo. Quien no puede relacionarse con los demás aprende la relación de poder. Hemos superado a los líderes actuales; los niños no son la excepción. La violencia del capitalismo enmascarada por la estética digital, el narcisismo de las redes sociales, la presión invisible dentro de las familias, las normas educativas obsesionadas con el logro… Todo esto crea un terreno fértil para la proliferación de nuevos Prescott. Ya sea el que apuñala a alguien en el mercado de Kadıköy, el que ataca al tráfico con una palanca de hierro o el que amenaza a los jugadores de ajedrez en la playa… Todo niño, a menos que sea moldeado por el amor y el conocimiento, lleva dentro el oscuro legado del poder. La infancia de un líder, de Brady Corbet, demuestra con un lenguaje cinematográfico convincente cómo este legado se encarna desde la infancia. Si el individuo llena su "nada" de miedo, autoridad o resentimiento, el resultado es mayor opresión. El líder fascista es primero una "nada". Luego, esa nada se impregna de poder.
BirGün