Un nuevo análisis de ADN revela hechos impactantes detrás del misterioso colapso de una civilización antigua.

Durante siglos, la historia de la repentina desaparición de los antiguos mayas ha fascinado y desconcertado a los arqueólogos. Pero ahora, un estudio genético pionero ha revelado un final muy diferente: estas personas nunca desaparecieron. Investigadores analizaron ADN antiguo de restos humanos enterrados en Copán, una importante ciudad maya en la actual Honduras. Sus hallazgos desafían la creencia arraigada de que el colapso de la ciudad hace unos 1200 años provocó la desaparición completa de la población.
En cambio, la evidencia genética muestra que muchos de los habitantes originales de Copán se quedaron y se cruzaron con forasteros, informa el Daily Mail. Los mismos linajes que ocuparon grandes extensiones de Copán en el siglo IX continuaron viviendo en la región durante siglos, incluso después del colapso del imperio político maya.
Los arqueólogos creían anteriormente que el colapso político de las ciudades-estado mayas clásicas como Copán condujo a desapariciones masivas de población o éxodos masivos.
Lisa Lucero, antropóloga de la Universidad de Illinois, dijo a LiveScience: "Los más de 7 millones de mayas que viven hoy son prueba viviente de que fue el sistema político el que se derrumbó, no el pueblo".
El colapso del imperio maya no ocurrió de una sola vez, sino a lo largo de siglos de sequías, guerras y períodos de superpoblación.
Mientras los historiadores debaten la causa exacta de la desaparición de la antigua civilización india, muchos coinciden en que una combinación de factores llevó al abandono de muchas ciudades-estado mayas.
Aunque se ha encontrado ADN en otros sitios mayas, ésta es la instantánea genética más detallada jamás tomada de las personas que vivieron en una de las ciudades más emblemáticas de la civilización, señala el Daily Mail.
Los investigadores analizaron el ADN de siete restos humanos hallados en Copán, lo que les permitió reconstruir el rompecabezas. Los genomas recién extraídos se compararon con más de 700 genomas antiguos y modernos de toda América, creando un mapa genético detallado. Los hallazgos demostraron que las personas enterradas en Copán pertenecían a un linaje maya más amplio que se remonta al 3700 a. C., particularmente en lo que hoy es Belice.
Pero los investigadores también encontraron rastros genéticos del altiplano central de México, donde vivieron los antiguos pueblos zapoteca y mixe desde aproximadamente el 500 a. C. hasta el 900 d. C. Los investigadores afirman que esta mezcla genética respalda las teorías de larga data de que la élite maya pudo haberse casado con extranjeros para crear alianzas políticas. También concuerda con la idea de que algunos gobernantes pudieron haber crecido en regiones lejanas o provenir de ellas.
Incluso después del colapso político de la civilización maya clásica, su legado genético perduró en las poblaciones modernas. El pueblo de Copán estaba estrechamente emparentado con los pueblos actuales de México, Guatemala y Honduras.
Shigeki Nakagome, coautor del estudio y profesor asociado de medicina genómica en el Trinity College de Dublín, afirmó: «Esto refuerza la idea de que la sociedad maya, en particular entre la élite, era diversa y móvil. Pero a pesar de estas influencias externas, existe una notable continuidad de la ascendencia local».
Copán fue fundada en el año 426 d. C. por el primer gobernante de la dinastía K'inich Yax K'uk' Mo, quien se cree que emigró de la región maya central, según informa el Daily Mail. Ubicada estratégicamente a lo largo de importantes rutas comerciales, la ciudad sirvió como encrucijada cultural que unió a las civilizaciones mesoamericanas desde Yucatán hasta los Andes. Si bien Copán ha sido ampliamente estudiada por los arqueólogos, su historia genética ha permanecido en gran parte desconocida.
Curiosamente, entre los individuos secuenciados, destacó un hombre, enterrado con elaborados artefactos en Copán. Su perfil genético indicaba un estatus de élite, posiblemente el gobernante de una dinastía.
Un segundo hombre, enterrado cerca sin ningún artefacto, fue identificado como una probable víctima de sacrificio.
Los científicos dicen que el pequeño tamaño de la muestra limita la capacidad del estudio para capturar la diversidad total de la población de Copán, y mucho menos de la civilización maya en su conjunto.
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