Nuevos descubrimientos sobre el derretimiento del hielo revelan mecanismos inesperados

En los últimos años, los científicos han observado la rápida disminución del hielo marino en la Antártida, la capa de hielo más grande del planeta. En una década, el continente helado se ha reducido en un área aproximadamente del tamaño de Groenlandia, y el hielo no se ha recuperado. Nuevos datos satelitales muestran que el proceso de derretimiento no avanza como se creía e implica mecanismos inesperados vinculados a los cambios en la salinidad del océano.
Tradicionalmente, se ha creído que el calentamiento global y el aumento de la temperatura oceánica provocan el derretimiento de las capas de hielo, y que el agua liberada enfría la superficie, permitiendo así la formación de nuevo hielo. Sin embargo, investigaciones recientes demuestran lo contrario: en el Océano Antártico (la combinación de los océanos Pacífico, Atlántico e Índico meridionales que rodean la Antártida, a menudo denominado el quinto océano), la salinidad de las aguas superficiales está aumentando, lo que provoca cambios complejos en la dinámica y la estructura oceánicas, así como un derretimiento acelerado del hielo marino.
Durante décadas, los científicos han observado cómo el enfriamiento de la superficie fomenta la expansión del hielo marino, creando un ciclo de retroalimentación: más hielo implica una mayor superficie reflectante y una menor absorción del calor solar. Pero ahora resulta que el aumento de la salinidad altera este sistema, debilitando la estabilidad del hielo y acelerando su desaparición.
Investigaciones realizadas con satélites y robots submarinos de la Agencia Espacial Europea han demostrado que la salinidad superficial del Océano Antártico ha aumentado drásticamente desde 2015. Esto se debe a que el agua más salada es más pesada y densa, y se hunde más, mezclando las capas oceánicas y permitiendo que el calor de las profundidades ascienda. Como resultado, el calor que antes estaba atrapado en las profundidades ahora alcanza la superficie y acelera el derretimiento del hielo.
Los modelos científicos que predecían que el calentamiento provocaría un aumento de las precipitaciones y la estabilización de las capas de hielo ya no se ajustan a la realidad. Nuevos datos muestran que la estructura de estratificación del océano se está desintegrando, lo que provoca una pérdida de hielo marino más rápida y permanente. Los científicos ya han documentado la aparición de la enorme polinia de la Elevación Maud.
La pérdida de hielo marino no es solo un problema ambiental local, sino también un desafío global. El hielo marino desempeña un papel vital en la regulación del clima terrestre: actúa como un espejo gigante que refleja la luz solar e impide que sea absorbida por el océano. Sin él, la superficie del planeta absorbe más calor, acelerando el calentamiento global, intensificando las tormentas y contribuyendo al aumento del nivel del mar.
La pérdida de hielo también destruye ecosistemas únicos. Los pingüinos emperador, que utilizan las plataformas de hielo para reproducirse y criar a sus crías, están en peligro de extinción. El kril pequeño, base de la cadena alimentaria antártica, se alimenta de las algas que crecen bajo el hielo. Sin plataformas de hielo estables, estas especies comenzarán a desaparecer, lo que afectará a todo el ecosistema, incluyendo ballenas, focas y otros mamíferos marinos.
El descubrimiento de un aumento de la salinidad en las aguas superficiales es clave para comprender por qué el hielo se derrite más rápido de lo previsto. El agua con alta salinidad es más pesada y densa, y se hunde más, mezclando las capas oceánicas y permitiendo que el calor de las profundidades ascienda. Este proceso acelera el derretimiento del hielo desde abajo, incluso en invierno, cuando antes se creía que el hielo era estable.
Se crea un poderoso ciclo de retroalimentación: cuanta más sal hay en las aguas superficiales, más calor proviene de las profundidades, lo que provoca que se derrita aún más hielo. Como resultado, la humanidad está presenciando el colapso de las estructuras estratificadas habituales del océano, lo que acelera la pérdida de hielo marino y el cambio climático.
Los modelos climáticos actuales, basados en el supuesto de estabilidad y aumento gradual de las precipitaciones, ya no reflejan la realidad. Los nuevos datos exigen su revisión y actualización para predecir correctamente el estado futuro de la Antártida y el clima global. De lo contrario, la humanidad corre el riesgo de verse sorprendida por cambios irreversibles, concluyen los climatólogos.
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