Las pesadillas se asocian al riesgo de muerte prematura

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Las pesadillas se asocian al riesgo de muerte prematura

Las pesadillas se asocian al riesgo de muerte prematura

Investigaciones científicas recientes han revelado una relación inquietante entre la frecuencia de las pesadillas y el riesgo de muerte prematura. Sorprendentemente, los científicos han descubierto que los adultos que sufren pesadillas semanalmente tienen casi tres veces más probabilidades de morir antes de los 75 años que quienes rara vez o nunca las tienen.

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El estudio, que combinó datos de cuatro grandes proyectos a largo plazo en EE. UU., duró 18 años. Inicialmente, los participantes informaron la frecuencia de sus pesadillas, y posteriormente los científicos rastrearon su destino, registrando los casos de muerte prematura. En total, 227 personas murieron durante este período. Incluso después de considerar factores como la edad, el sexo, la salud mental, el tabaquismo y el peso, quienes experimentaban pesadillas semanalmente tenían un riesgo de muerte casi tres veces mayor que quienes rara vez o nunca las tenían.

Curiosamente, los investigadores también analizaron el llamado "reloj epigenético", marcadores químicos del ADN que sirven como indicadores del envejecimiento biológico. En los participantes que sufrían pesadillas frecuentes, este reloj mostró una edad biológica mayor que su edad real en el papel. Esto sugiere que los sueños perturbadores pueden acelerar el proceso de envejecimiento a nivel celular.

El equipo científico sugiere que el mecanismo que vincula las pesadillas con la muerte prematura está relacionado con la respuesta del cuerpo al estrés. Durante la fase REM del sueño, cuando ocurren las pesadillas, el cerebro está activo, pero los músculos están paralizados. En este punto, el cuerpo libera adrenalina, cortisol y otras hormonas que desencadenan la respuesta de "lucha o huida". Según los científicos del sueño, si estas respuestas al estrés se repiten cada noche, pueden dejar rastros en las células del cuerpo, acelerando su envejecimiento.

La exposición constante a las hormonas del estrés provoca inflamación, aumenta la presión arterial y destruye las estructuras protectoras de los cromosomas, llamadas telómeros. Como resultado, el cuerpo envejece más rápido y aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas. Además, las pesadillas interrumpen un sueño profundo y reparador, lo que perjudica el funcionamiento del sistema inmunitario y contribuye a la acumulación de daño celular.

Investigaciones previas han demostrado que los adultos que sufren pesadillas frecuentes son más propensos a desarrollar enfermedades neurológicas como la demencia y la enfermedad de Parkinson años antes de que aparezcan los síntomas. Las áreas del cerebro responsables de los sueños también son susceptibles a procesos degenerativos, lo que convierte a las pesadillas en una posible señal temprana de problemas neurológicos.

La prevalencia de pesadillas en adultos es de alrededor del 5 %, ocurriendo al menos una vez a la semana, y del 12,5 %, al menos una vez al mes. Dado que estos sueños son fácilmente tratables y pueden tener graves consecuencias para la salud, su estudio es especialmente importante.

La medicina moderna ofrece varios métodos eficaces para reducir la frecuencia de las pesadillas. La terapia cognitivo-conductual para el insomnio ayuda a modificar las actitudes y reacciones negativas ante los sueños. La terapia de imágenes permite reescribir el final de una pesadilla mientras se está despierto, reduciendo su impacto. También son importantes medidas sencillas: mantener la habitación fresca y oscura, evitar las pantallas antes de acostarse y crear un ambiente confortable para el descanso.

Estos enfoques no solo reducen la frecuencia de las pesadillas, sino que también pueden ayudar a ralentizar el proceso de envejecimiento, mejorando la calidad de vida y aumentando la esperanza de vida. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la mayoría de los estudios se basan en autoinformes de los participantes, lo que puede afectar la precisión de los datos. Además, la mayoría de los participantes son estadounidenses blancos, lo que limita la generalidad de los hallazgos, explican los investigadores.

mk.ru

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