¡Kim quiere una guerra!

Insatisfecho con las miles de bajas norcoreanas en el "matadero" ruso, Kim Jong-un anhela llamar la atención sobre su propia guerra. Podría ser solo una pequeña escaramuza. Pero también podría convertirse en una catástrofe nuclear. Kim acusó a Corea del Sur de una grave violación de la zona desmilitarizada.
¿A quién le interesaría este nuevo frente de batalla? A su amigo Putin. La atención de Estados Unidos se centraría repentinamente en un aliado con el que mantiene un pacto de defensa desde hace décadas. Y Kim necesita ocultar los miles de soldados muertos en Rusia.
¿Y quién ayudaría al Norte en una guerra contra el Sur? Rusia, por supuesto, dado que también tiene fuertes simpatías y vínculos con Pekín. ¡Qué juego tan oscuro! ¡Qué presagio tan siniestro! ¡Qué escenario tan aterrador!
Kim ha caído en descrédito y ahora no tiene nada que perder: el equipo que envió a Rusia es de mala calidad, obsoleto e inoperable, lo que ha desanimado a Putin. ¡Qué gran aliado! ¡Qué amigo tan cercano! ¡Qué gran ayuda!
Durante la Segunda Guerra Mundial, la petición de Stalin a los Aliados —Gran Bretaña y Estados Unidos— fue abrir un segundo frente, obligando a Alemania a retirar miles de hombres y equipo del Este. Le llevó tiempo, pero lo logró en 1944. La historia no se repite, pero sí tiene similitudes.
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