El fin del sueño ruso de fabricar sus propias patatas fritas: el proyecto Baikal fracasó.
Según Sergey Plastinin, director general de Nanotech, tras completar el experimento de empaquetado del procesador Baikal M, la empresa alcanzó entre el 74 % y el 85 % de su producción en serie. «Teniendo en cuenta la complejidad del producto, se trata de un resultado muy destacable», señaló, añadiendo que lograr chips con un 98 % de defectos requiere una cantidad considerablemente mayor de cristales. Para optimizar el proceso de producción en masa, es necesario ensamblar al menos 1000 microprocesadores al mes. «En nuestro caso, solo estábamos hablando de unas pocas docenas», explicó.
«El mercado ruso de servicios de encapsulado de microcircuitos tiene un gran potencial. Para aprovecharlo, primero debemos retomar la implementación de microcircuitos rusos en equipos civiles», afirma Ivan Pokrovsky, director de ARPE. Señala que dichos planes existían hasta 2022 (antes de la invasión de Ucrania por Putin), pero se vieron interrumpidos por las sanciones.
Lo que no explica es que más del 80% de los chips que Rusia necesitaba, tanto para uso civil como militar, se importaban antes de la guerra. Las sanciones interrumpieron estas importaciones. Y Rusia solo cuenta con una planta que produce chips.
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Tema del número: Apocalipsis cósmico
El resultado fue que, por ejemplo, el mayor banco de Rusia, Sberbank, admitió en julio de 2022 que estaba transfiriendo chips de tarjetas en desuso a tarjetas nuevas. Olga Maklashina, directora ejecutiva de Sberbank, explica: «Los chips se han vuelto escasos (en Rusia – ed.), son muy caros. Y nuestros colegas del centro emisor dieron con una solución brillante al problema: reimplantar microchips en las tarjetas bancarias. Empezamos a extraer los chips de las tarjetas inactivas e insertarlos en las nuevas. Utilizamos tarjetas que se emitieron después de que caducaran las antiguas, pero que nadie había recogido», aseguró la directora.
Todo el proceso se divide en tres etapas. La primera consiste en recoger las tarjetas en las sucursales bancarias, empaquetarlas en paquetes seguros y transportarlas a los centros de emisión. Allí, los empleados extraen los datos de las tarjetas y los entregan al fabricante. En la fábrica, extraen los chips de las tarjetas antiguas y los insertan en las nuevas. Sin embargo, este proceso de reciclaje ha provocado el rechazo de numerosas tarjetas de este tipo tanto en Rusia como en el extranjero.