Experto: Esta dieta puede causar impulsividad y perjudicar la memoria.

Autor: preparado por MCD • Fuente: Rynek Zdrowia • Publicado: 1 de agosto de 2025 17:30 • Actualizado: 1 de agosto de 2025 17:39
Los trastornos del estado de ánimo, el deterioro de la memoria y la impulsividad son síntomas asociados al consumo excesivo de productos con aditivos artificiales. «Cada vez más investigaciones indican que los alimentos ultraprocesados (UPF) pueden tener un efecto perjudicial no solo en nuestro cuerpo, sino también en nuestra mente», advierte la Dra. Małgorzata Słoma-Krześlak, experta en salud de la Universidad Médica de Silesia.
- La UPF combina la presencia de ingredientes que no se encuentran en la cocina casera: emulsionantes, potenciadores del sabor o colorantes artificiales.
- - Favorece la inflamación, altera el equilibrio de las bacterias intestinales y afecta al sistema dopaminérgico, que regula la sensación de placer y motivación - advierte la dietista Małgorzata Słoma-Krześlak
- Realizar incluso pequeños cambios en su dieta diaria puede mejorar significativamente su calidad de vida.
Los científicos advierten que los alimentos ultraprocesados (UPF) pueden afectar la concentración, la orientación espacial y el pensamiento lógico. Alteran la calidad del sueño, especialmente en personas jóvenes, lo que perjudica aún más el bienestar y la resiliencia mental.
Algunos de sus ingredientes actúan sobre el sistema de recompensa del cerebro de forma similar a las adicciones conductuales, por lo que muchas personas no pueden resistirse a consumir más. Los niños, adolescentes y personas con crisis de salud mental son particularmente susceptibles.
El término "ultraprocesados" abarca más que solo papas fritas y refrescos azucarados. Los ultraprocesados también incluyen comidas preparadas, comida rápida, yogures de sabores, algunos panes e incluso barritas de proteína, aparentemente "saludables".
Lo que tienen en común es la presencia de ingredientes que no se encuentran en la cocina casera: emulsionantes, potenciadores del sabor o colorantes artificiales.
«La dieta tiene un impacto directo en la microbiota intestinal, que influye en nuestro sistema nervioso a través del eje intestino-cerebro. El UPF promueve la inflamación, altera el equilibrio de las bacterias intestinales y afecta al sistema dopaminérgico, que regula el placer y la motivación», explica Małgorzata Słoma-Krześlak, dietista de la Universidad Médica de Silesia. Y añade: «Todo esto puede exacerbar los síntomas de depresión y ansiedad. Estudios epidemiológicos han demostrado que aumentar la proporción de UPF en la dieta en un 10 % puede asociarse con un 11 % más de riesgo de depresión».
En niños y adolescentes, el UPF puede aumentar la ingesta emocional, la impulsividad y el riesgo de trastornos alimentarios. Las personas con depresión o problemas de sueño también son más propensas al consumo excesivo de este tipo de alimentos.
Además -como argumenta el investigador- la baja disponibilidad de educación nutricional y factores económicos favorecen la elección más frecuente de UPF.
¿Cómo reducir la UPF en la práctica?La dietista argumenta que incluso pequeños cambios en la dieta diaria pueden mejorar significativamente la calidad de vida. No se trata solo de eliminar todos los alimentos procesados, sino de recuperar el control sobre lo que se come. Un buen punto de partida es:
- Comience con una comida al día preparada con ingredientes naturales,
- Planifique sus compras y tenga a mano alternativas saludables (por ejemplo, hummus, frutos secos, fruta),
- Controle su estado de ánimo y su nivel de energía: los efectos pueden notarse después de unos pocos días.
Una dieta basada en verduras, frutas, cereales integrales y grasas saludables, en consonancia con los principios de la dieta mediterránea o DASH, favorece el microbioma, mejora el bienestar y puede ser un elemento de prevención de trastornos mentales.
¿Conclusión? Aunque los alimentos ultraprocesados son fáciles de conseguir y tienen un sabor atractivo, un consumo excesivo puede afectar negativamente nuestro cerebro, nuestro sueño y nuestra salud mental. Hacer pequeños cambios en nuestra dieta puede mejorar significativamente nuestra calidad de vida, sin restricciones extremas, pero con mayor concienciación —insta la Dra. Słoma-Krześlak—.
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