Un alquimista en el poder

Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Mexico

Down Icon

Un alquimista en el poder

Un alquimista en el poder

Disculpen todos los líderes, vicelíderes y seudolíderes que pululan por este país, pero una semana más su adversario don Pedro Sánchez está consiguiendo que la adversidad se convierta en su aliada. Tiene la suerte de los campeones, pero también tiene un valor añadido y fundamental en la vida: es como un mago que convoca a la fortuna y la fortuna acude en su auxilio. Veamos tres ejemplos: cuando se publicó la primera noticia sobre su esposa, fue tan dramático que aceptó la idea de dimitir. Se cumplió un año del episodio, y sus equipos están en la tarea de demonizar al juez que instruye la causa. Después vinieron catástrofes como la dana y los dioses rodearon a Sánchez, lo proclamaron inocente y crucificaron a Mazón. Y estos últimos días son gloriosos. El apagón fue lo nunca visto. Paralizó hasta la respiración del país. Pero los alquimistas de la Moncloa encontraron la forma de convertir el plomo en oro, y por arte de magia el desastre de ineficiencia se convirtió en modelo de eficacia del que el Gobierno presume como si fuese verdad. Si se produce un milagro parecido para el caos ferroviario, el nuevo papa beatificará al hispánico taumaturgo. Laus Deo .

Tras lo visto, no es extraño que ocurran hechos caprichosos que parecen una exhibición de fantasía. Pienso, por ejemplo, en la idea de promover una consulta social –no me atrevo a llamarla popular– para decidir si se autoriza la compra del Banco Sabadell por el BBVA. Otra vez lo nunca visto. Cercado por las exigencias de la libertad de empresa y por las condiciones del independentismo catalán, y maniatado por su falta de valor para decidir una operación en la que chocan tantos intereses, la decisión se delega en el pueblo con tres preguntas que solo economistas de profesión saben contestar. Los catalanes no estáis preparados para decidir vuestro futuro en referéndum, pero sí para una complejísima decisión económica que grandes expertos tardan años en entender.

Resumen: atravesamos momentos que muchas voces –no solo del PP—califican como caóticos. Los trascendentes asuntos llevados al Congreso derivan en otros más trascendentes todavía, como ocurrió con el apagón y el sistema eléctrico, que ya no se plantea como una cuestión técnica, sino como un dogma. Y ninguno de esos asuntos se libra de la polarización. El Partido Popular protesta de que el Gobierno no acepte ninguna de sus propuestas; el Ejecutivo, con sus tormentas programadas de ministros en cascada, acusa al PP de ser un instrumento ejecutor de la peor política de extrema derecha y, en esa lucha, Sánchez dedicó el pasado miércoles casi 50 minutos a descalificar a Feijóo, mientras no citó, ni siquiera citó, la gran cuestión de los 10.000 millones de euros de aumento del gasto de defensa. Todo es un combate de personalismos.

Y esto, o algo parecido a esto, es lo que nos brindó la política estatal en los últimos años. No es de extrañar que el interés por los asuntos públicos esté bajo mínimos y, como consecuencia, la sociedad española presente nuevos síntomas de anestesia. Y la anestesia social, en democracia, suele ser anticipo de regresión.

Pedro Sánchez, en el Congreso

Dani Duch

RETALES

Ultras . El crecimiento de la extrema derecha no se detiene. Rumanía y el Reino Unido son los últimos ejemplos. Interesante reflexión de un dirigente conservador: “Si la extrema derecha española no crece tanto como la europea, algún mérito debe tener el Partido Popular”.

Dineros. Los ministros más activos en viajes y palabras son los candidatos del PSOE en comunidades autónomas. ¿En qué condición actúan, hablan y viajan? No es una pregunta trivial. Es aclarar si sus dietas y gastos los paga el partido o el contribuyente, que somos usted y yo.

Discurso. Preocupante devaluación del discurso político. El Gobierno se dedica a calificar como fachas o ultras a todos los que discrepan de su línea ideológica o de su gestión ministerial. ¿Es ese su entendimiento del pluralismo? Se han quedado treinta años atrás.

Tren . Me aterra que lo ocurrido en las vías de alta velocidad haya sido sabotaje. Si se hacen sabotajes en los trenes, ignoramos a dónde puede llegar la audacia de sus autores. No olvidemos que los trenes pueden ir a 300 kilómetros por hora.

Juez . No me atrevo a aplaudir ni a censurar al juez Juan Carlos Peinado por los pasos que da en el llamado caso Begoña: todo juez de instrucción tiene que investigar hasta el fondo cualquier indicio de delito. No hay otra forma de llegar a la verdad. No hacerlo, señores ministros, eso sí que sería prevaricar.

lavanguardia

lavanguardia

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow