El autódromo de Imola desde adentro a horas del regreso de Franco Colapinto a la F1: secretos y rincones de uno de los templos mundiales de la velocidad

Cae el sol de una tarde de primavera en Imola. No hay rastros de tormenta pronosticada para la noche. En cambio, lo que hay por delante son cinco kilómetros de uno de los circuitos más antiguos del mundo, inaugurado en 1953, al que los años no sólo se le notan en sus tribunas y en sus boxes, sino también en ese túnel que conecta con el paddock y que bien puede compararse con aquel del Oscar y Juan Gálvez del autódromo de Buenos Aires.
El recorrido -privilegiado para los acreditados a un gran premio de Fórmula 1- comienza en la recta principal, donde se toma dimensión de lo difícil que es meter un auto de semejante tamaño en un cajón tan pequeño, y enseguida deja al visitante perplejo, porque apenas a unos metros está Tamburello, esa curva fatídica en la que Ayrton Senna se mató el 1° de mayo de 1994 y que fue sustituida por una chicane más lenta.
Detrás del alambrado, aunque es jueves, decenas de fanáticos que van a visitar el monumento en honor al tricampeón sudamericano esperan pacientes (pero sin suerte) que alguno de los pilotos pare mientras hace el Track Walk. En su recorrido, Clarín se topa con Franco Colapinto -en su regreso a la F1- y Gabriel Bortoleto, que eligen la bicicleta para hacerlo, y con George Russell, subido a un monopatín.
Enseguida, el trayecto tiene la otra curva reconvertida en chicane por otra muerte: la del austríaco Roland Ratzenberger, ocurrida un día antes de la de Senna. Sin embargo, el nombre que lleva es Variante Villeneuve, en honor a Gilles -papá del también piloto Jacques-, quien murió durante la clasificación del Gran Premio de Bélgica de 1982 en Zolder. Al tratarse el canadiense de uno de los ídolos máximos de Ferrari ese sector del trazado lleva también el escudo en la zona de tierra elevada.
Roland Ratzenberger murió un día antes que Senna en el circuito de Imola. Foto: AP
Sí, a partir de allí el camino se hace cuesta arriba y queda evidenciada su exigencia en las frenadas que se observan en Piratella, poco después de la curva cerrada de Tosa. Y entonces llegan las tres curvas conectadas de Acque Minerali -el manantial que le da nombre al parque que contiene al autódromo-, donde la bajada de los pianitos de la curva 13 es justo monitoreada por el auto de control de carrera.
Queda poco menos de un tercio de trazado. El asfalto tiene huellas por donde se lo mire de las múltiples carreras que aquí se albergan y que obligan a modificaciones, como aquel conito corrido hacia el interior en la curva 14 de la Variante Alta, que debe tomarse al milímetro para hacer la chicane de derecha a izquierda sin errores y sin dañar el piso del auto apoyándose demasiado en los reductores amarillos.
Llega la hora de bajar. La zona alta del circuito queda atrás y lo que se ve a lo largo del camino son las casas que parecen meterse en el trazado. Allí, en esa recta antes de la curva 16, una enorme cartulina blanca llama la atención porque abre un interrogante. "La pared de los autógrafos. ¿El último baile en Imola?", se pregunta ese grupo de jóvenes que allí tiene la fortuna de contar con una casa con vista privilegiada a la pista. En un fin de semana que marcará el regreso de Franco Colapinto a la Fórmula 1, también puede vivirse aquí en Imola la despedida de un circuito que debutó hace 45 años y que la pandemia hizo reaparecer en 2020 tras una ausencia que se había prolongado 13 años.
Franco Colapinto haciendo el track walk en Bicicleta.Foto:@ColapintoFiles
El final del trazado tiene las curvas de Rivazza enmarcadas en las casas con tejas rojas tan típicas de la Toscana, que son en Imola el lugar perfecto para ver gratis el Gran Premio. Desde allí, ya con la luz del ocaso, llegarán la entrada a boxes y la recta principal, donde todo vuelve a empezar. Aunque, quizás, después del domingo, eso ya no suceda más con una carrera de Fórmula 1.
El contrato de Imola con la Fórmula 1 tiene como fecha de vencimiento 2025 y el rumor es que no se renovará. "Me encanta Imola, me encanta Italia, tengo muchísimos recuerdos que me unen. Debuté en la Fórmula 1 en Monza en 2023 y en Imola será mi segundo debut. Es un circuito magnífico, con una enorme historia. A todos les gusta venir aquí, porque es un circuito precioso para pilotar, al estilo clásico. Así que quiero que se quede", respondió Colapinto cuando le pidieron su opinión en la conferencia de prensa. Sin embargo, aunque a los pilotos les guste, el espectáculo no suele ser el que esperan los fanáticos. Y en esta F1 renovada por un público joven -y en la que ofertas tentadoras no le faltan- el show le gana la batalla a la historia.
Clarin