Inflación por debajo del 1%: ¿es una buena noticia para los consumidores?

Los precios al consumidor aumentaron un 0,9 % interanual, según una estimación provisional del INSEE, publicada el viernes 27 de junio. La inflación ha aumentado ligeramente en comparación con el 0,7 % de mayo pasado. Este aumento se explica por «la aceleración de los precios de los servicios, en particular los de alojamiento, sanidad y transporte, así como por una menor caída de los precios de la energía y una ligera aceleración de los precios de los alimentos», explica el INSEE.
Esta tasa del 0,9 % sigue estando muy lejos del 7,1 % registrado en noviembre de 2022, tras la grave perturbación que sufrió la economía francesa a causa del inicio de la guerra en Ucrania. Entonces, ¿podemos alegrarnos de este ligero aumento de la inflación?
Es cierto que la inflación tiene un impacto directo en la vida cotidiana de los franceses. Si bien los precios de los alimentos siguen subiendo, esta tendencia es muy leve. Los precios de la energía están bajando. En general, el índice de precios al consumidor volvió a su nivel de hace cuatro años, en marzo de 2021. Esto es una buena noticia para el poder adquisitivo de los hogares.
La desaceleración de la inflación también parece ser una buena noticia para las empresas, ya que permite al Banco Central Europeo (BCE) bajar sus tipos de interés. A principios de junio, el BCE los recortó por octava vez en un año, situando su tipo de interés de depósito por debajo del 2 %. Esto beneficia a las empresas, ya que tienen un incentivo para solicitar préstamos para invertir, dados los menores costes de reembolso.
Pero las bajas tasas de inflación no son buenas para todos, especialmente si conducen a la deflación. En este caso, la economía corre el riesgo de quedar atrapada en una espiral deflacionaria.
Si los precios caen, tanto los hogares como las empresas podrían verse tentados a esperar a que bajen aún más antes de comprar bienes e invertir. El bajo consumo crea entonces un desequilibrio entre la oferta y la demanda, y los precios siguen bajando, atrapando a la economía en un círculo vicioso.
La baja inflación también reduce la recaudación fiscal. Como resultado, es probable que el déficit presupuestario aumente.
Para sanear las finanzas públicas, el primer ministro François Bayrou planteó recientemente la idea de un "IVA social". La desaceleración de la inflación es un arma de doble filo para este proyecto. Por un lado, podría crear un entorno más favorable para su consideración, haciendo que la subida del IVA sea menos onerosa para el bolsillo de los franceses. Por otro lado, al salir de la crisis inflacionaria, el gobierno podría temer introducir una medida que contribuya a una nueva subida de precios.
La Croıx