El negocio de la criónica: entre la ciencia, la esperanza y la especulación

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El negocio de la criónica: entre la ciencia, la esperanza y la especulación

El negocio de la criónica: entre la ciencia, la esperanza y la especulación
Entre el sueño de la inmortalidad y la especulación tecnológica, la criónica fascina tanto como inquieta. Por ahora, sigue siendo una apuesta costosa, donde la esperanza se basa mucho más en la fe en la ciencia que en la evidencia tangible.

Criónica… Esta palabra evoca inmediatamente universos de ciencia ficción, desde Hibernatus hasta Futurama . Pero tras la fantasía de la inmortalidad, se ha desarrollado una verdadera industria, impulsada por la idea de que sería posible "pausar" la muerte.

Hoy en día, alrededor de 600 personas en todo el mundo están enterradas en grandes tanques de nitrógeno líquido, a -196 °C. La idea: considerar la muerte no como un evento definitivo, sino como un proceso que podría interrumpirse... a la espera de que la ciencia encuentre la manera de reparar o curar lo que actualmente es incurable.

En Estados Unidos, empresas pioneras como Alcor y Cryonics Institute dominan el mercado. En Europa, la alemana Tomorrow Bio inauguró recientemente la primera planta criogénica del continente. ¿El precio de entrada? Unos 200.000 €.

En concreto, el protocolo es escalofriante:

  • El día del fallecimiento llega una ambulancia especializada,
  • El cuerpo es sumergido inmediatamente en hielo,
  • Se inyectan infusiones de productos químicos (crioconservantes),
  • Luego se coloca al difunto en un tanque de nitrógeno líquido, a muy baja temperatura.

Y entonces... esperamos. La idea es que, en un futuro indeterminado, la medicina podrá reparar el daño causado al cuerpo, curar la enfermedad que causó la muerte y, por qué no, revivir al individuo.

Científicamente, existen inmensas dudas. El frío extremo daña gravemente las células, los crioprotectores son tóxicos y no hay evidencia de que la "reanimación" sea posible. Para la mayoría de los investigadores, la criónica sigue siendo, ante todo, una utopía tecnológica.

En Francia, esta práctica está simplemente prohibida. La ley solo reconoce dos métodos de entierro: el entierro y la cremación. Varios casos legales han sido noticia, como el del Dr. Martinot, quien congeló el cuerpo de su esposa en la década de 1980 y quería hacer lo mismo para él. En 2006, el Consejo de Estado dictaminó: la congelación post mortem no es un método legal de entierro.

El negocio no se limita a los humanos. Una startup estadounidense, Cryopets, ofrece criogenizar... mascotas. Gatos, perros, hámsteres: todos pueden sumergirse en nitrógeno líquido para "esperar" a sus dueños en un futuro hipotético.

El precio varía según el tamaño: alrededor de 10.000 dólares por un gato y 40.000 dólares por un labrador. La empresa incluso ha atraído a prestigiosos inversores de Silicon Valley, como Peter Thiel, famoso por su obsesión con la longevidad.

Para su fundador, un excreyente convertido en ateo, la criónica es una forma de sustituir la promesa religiosa de la eternidad por una promesa científica. La muerte, argumenta, no sería más que «un problema técnico por resolver».

RMC

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