Los recortes en la financiación del VIH costarán millones de vidas

Los recortes drásticos en la ayuda internacional contra el VIH podrían deshacer décadas de progreso y desbordar sistemas sanitarios en países de bajos y medianos ingresos. Especialmente preocupante es la suspensión temporal de Pepfar (Plan de Emergencia del presidente de EE. UU. para el Alivio del Sida) por parte de Washington, principal contribuyente mundial. ¿Cómo hemos llegado hasta este punto? ¿Qué consecuencias podría tener?
En febrero de 2025, los cinco mayores donantes globales en la lucha contra el VIH –Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania y Países Bajos– anunciaron reducciones de entre un 8 por ciento y un 70 por ciento en sus aportes.
Estas naciones cubren más del 90 por ciento de la financiación internacional en VIH. Por lo tanto, el movimiento implica un recorte conjunto cercano al 24 por ciento para 2025 y 2026. Estados Unidos, responsable de cerca de tres cuartas partes de estos fondos, suspendió temporalmente su programa emblema, Pepfar, el 20 de enero de 2025 (la suspensión se ordenó por 90 días, plazo que ya se cumplió, pero aún no hay claridad sobre el futuro del programa. El Congreso tampoco ha aprobado su reautorización para su funcionamiento).

El tipo de virus VIH-1 es el más común alrededor del mundo. Foto:iStock
Estos recortes llegan tras décadas de esfuerzos coordinados que habían reducido de forma notable las nuevas infecciones y las muertes vinculadas al VIH. Según ONU Sida, más de 30 millones de personas reciben terapia antirretroviral gracias a la financiación internacional y a los sistemas de salud locales. Sin embargo, el futuro de muchos de estos tratamientos queda en el aire si no se revierten las decisiones anunciadas.
Un panorama gravePepfar se ha convertido en la mayor iniciativa sanitaria de un único país contra una sola enfermedad. Desde su creación en 2003 ha contribuido a salvar 26 millones de vidas en más de 50 países, la mayoría en África subsahariana.
El programa financia el suministro de fármacos antirretrovirales, la contratación y formación de personal sanitario y las iniciativas de prevención, en las que se cuentan la realización de pruebas de VIH y distribución de condones.
Según proyecciones publicadas en la revista The Lancet VIH, la interrupción prolongada de Pepfar, combinada con otros recortes internacionales, podría generar entre 4 y 10 millones de nuevas infecciones y hasta 2,93 millones de muertes adicionales hasta 2030.
Programas como la prevención de la transmisión de madres a hijos durante el parto, así como la atención pediátrica, que han logrado grandes éxitos al reducir las infecciones en recién nacidos, podrían verse especialmente afectados.
La emergencia no se limita al tratamiento de quienes ya conviven con el virus. La prevención, pilar fundamental en la respuesta al VIH, también se ve mermada.
Las campañas de concientización, las pruebas del VIH, la provisión de condones y lubricantes, la PrEP (profilaxis preexposición) y la reducción de daños (por ejemplo, los programas de intercambio de jeringas) suelen sostenerse en gran parte con fondos externos.
La PrEP es una estrategia de prevención del VIH que consiste en tomar un medicamento antirretroviral de forma regular para evitar la infección en personas que no tienen el virus, pero que están en alto riesgo de adquirirlo. Este método preventivo, altamente eficaz cuando se administra de forma continua, podría quedarse fuera del alcance de miles de personas en riesgo.
Las poblaciones claves en estos esfuerzos preventivos incluyen los trabajadores sexuales, homosexuales, personas transgénero y usuarios de drogas. Estos grupos han padecido tradicionalmente la menor inversión preventiva y la mayor tasa de nuevas infecciones. Los recortes podrían reforzar su marginación y disparar los contagios en grupos que ya se encuentran desproporcionadamente afectados.
Cada día sin fondos suficientes para la prevención se traduce en nuevas infecciones de VIH que podrían haberse evitado.
El problema se centra en países con menos recursos, pero Estados Unidos y Europa no permanecen ajenas. Vivimos en un mundo muy interconectado. El aumento de casos en otras regiones puede repercutir en la salud global.
Por ejemplo, aproximadamente la mitad de los nuevos diagnósticos en España se detecta en personas migrantes. Por eso, la evolución mundial del virus guarda relación con las realidades nacionales.

VIH Foto:EFE
Aún estamos a tiempo de intervenir y frenar las peores consecuencias. Organizaciones como ONU Sida, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sociedades científicas (SeiSida, IAS, entre otras) proponen medidas concretas, como restaurar la financiación y reactivar Pepfar. Volver a los niveles de inversión previos a 2025 y asegurar la continuidad de los programas más críticos, especialmente en países de renta baja.
También recomiendan fortalecer la inversión nacional. Los gobiernos de cada país deben incrementar sus presupuestos en salud para depender menos de la ayuda externa. No se logrará de la noche a la mañana, pero una mayor autonomía local generará sistemas sanitarios más resistentes.
Otra medida es integrar la respuesta al VIH en la atención primaria. Incluir las pruebas de VIH, la PrEP y la distribución de fármacos en la estructura básica de la sanidad permitiría optimizar recursos y ampliar la cobertura.
Es importante que los gobiernos mantengan los programas de prevención para poblaciones vulnerables. Las intervenciones dirigidas a grupos con mayor riesgo deben ser prioritarias: suspenderlas podría impulsar un mayor número de contagios e incrementar el estigma social.
Y, por último, recomiendan planificar la transición de fondos. En lugar de recortar de forma abrupta, se recomienda un plan escalonado que permita a los países adaptar y sostener sus programas sin causar interrupciones drásticas.
Los recortes en la financiación internacional contra el VIH amenazan con revertir los logros de las últimas décadas y poner en riesgo la salud de millones de personas. Tras años de descensos en nuevas infecciones y muertes relacionadas con el sida, esta tendencia positiva podría estancarse o incluso retroceder si no se revierte la suspensión del Pepfar y no se restablecen los fondos recortados.
En un mundo interconectado, las consecuencias transcienden fronteras y afectan a la salud de todos. Cumplir los compromisos de donación, reforzar la atención primaria y destinar recursos a la prevención son pasos claves para salvaguardar décadas de progreso y asegurar que el VIH deje de ser una amenaza mundial en las próximas décadas.
(*) Especialista en Medicina Interna, Universidad Complutense de Madrid.
(**) Es una organización sin ánimo de lucro que busca compartir ideas y conocimientos académicos con el público. Este artículo es reproducido aquí bajo licencia de Creative Commons.
La situación en ColombiaPara el 2023, ONU Sida estimó que 231.000 personas mayores de 15 años vivían con VIH en el país, 190.000 eran hombres y 41.000, mujeres. La incidencia de la enfermedad fue de 0,44 por cada 1.000 adultos entre los 15 y 49 años. Esta prevalencia es baja en comparación con otros países. También la organización contabilizó 3.500 muertes por sida.
No obstante para ese año, el Ministerio de Salud señaló que solo tenían identificadas a 185.954 personas viviendo con VIH. El restante de la población estimada se presume que vive con la enfermedad sin tener un diagnóstico de esta.
Por otro lado, para 2024, el Instituto Nacional de Salud (INS) reportó 20.008 casos nuevos de VIH, unos 55 diagnósticos por día. La cifra causó rumores de un brote, pero el Ministerio de Salud los desmintió y explicó que la cantidad informada responde a una mejor respuesta en la detección de la infección.
Además de que se ha aumentado la capacidad diagnóstica, los tratamientos en el país han mostrado ser positivos. “A nivel nacional, en el periodo 2024 (que va de febrero de 2023 a enero de 2024), el 80,74 % de las personas prevalentes viviendo con el VIH recibieron TAR (terapia antirretroviral), y de ellas, el 89,42 % logró supresión viral. El diagnóstico y tratamiento temprano son esenciales para lograr una amplia cobertura y alta efectividad terapéutica”, apunta la Cuenta de Alto Costo, un organismo técnico no gubernamental del Sistema General de Seguridad Social en Salud.
La estrategia de prevención del país “combina la promoción del uso del condón, el acceso a pruebas y medicamentos o el suministro de PreEP, las campañas preventivas y de educación integral en sexualidad, así como la reducción del estigma y la discriminación, el aclarar la desinformación, y el promover el respeto a los derechos humanos", explica el Ministerio de Salud.
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