Sánchez e Illa, a examen

El domingo fue 4 de mayo, día de Star Wars. Y como si el calendario político también tuviera su reverso pop, al día siguiente la ministra Sara Aagesen hablaba de una “perturbación” en el suministro eléctrico. Una perturbación que, inevitablemente, evocaba aquella otra, más mítica, en la Fuerza. Una perturbación que estos días parece tambalear el universo político de Pedro Sánchez y que, por extensión, podría sacudir también al president Salvador Illa, cuya estabilidad depende (en parte) de la del actual inquilino de la Moncloa.
Ambos se han proyectado como garantes de la “normalidad” (si es que eso existe), en Madrid con una agenda defendida como progresista y de resistencia institucional, y en Catalunya con la promesa de superar el procés sin ruido, con gestión y diálogo. Pero la fuerza de ese relato (que fue ganadora en las urnas) está hoy sometida a un examen, en clave de evaluación continuada, nada fácil. Porque si bien el apagón del lunes no duró tanto, sí dejó secuelas en la percepción de eficacia de los servicios públicos. Y porque la OPA del BBVA sobre el Sabadell proyecta otra situación que ya dura demasiado y que exige decisiones prontas y acertadas.
Crece entre la ciudadanía una sensación de hastío con las circunstanciasAhí, Sánchez ha sorprendido con un nuevo movimiento de (su) manual: anunció este lunes la apertura de una consulta pública previa sobre la operación bancaria. Socializa así una decisión incómoda. Marca de la casa, sí. Aunque cabe alertar que se ha hecho bajo el comodín de las “razones de interés general”, un mantra que ya lo justificaba casi todo en tiempos de Aznar, y que le duró lo que le duró.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez,y el de la Generalitat de Catalunya Salvador Illa
Dani Duch / PropiasSánchez es otra cosa, sí, pero hasta el mejor guionista de sí mismo puede agotar al público. El manual de resistencia sigue abierto, aunque a cada capítulo que pasa, cuesta más de sostener. Y mientras Sánchez se mueve entre el desgaste por acumulación y la intuición de que todavía puede darle la vuelta a todo, crece entre la ciudadanía una sensación de hastío con las circunstancias. El sabotaje del AVE este lunes ha sido leído como “una más”. Y esta lluvia fina, sin estridencias, pero constante, cala. Siempre cala.
En este contexto, Illa necesita que la “normalidad” prometida desde la Generalitat no se vea contaminada por la inestabilidad del Gobierno central. El president fue investido sin estridencias, con mano izquierda, pero no está solo en el tablero. Que Sánchez acierte o yerre ahora no es neutral para su gobernabilidad. Lo que ocurra en Madrid puede reforzarlo o arrastrarlo.
Lee tambiénEso sí, con una suerte: un PP que sigue atrapado en la lógica del desgaste ajeno. Se le nota más obsesionado por desalojar a Sánchez que por ofrecer algo mejor a la ciudadanía. Saliva demasiado, proyecta impaciencia crispada y transmite ánimo de revancha. Pero ¿para qué quiere el poder en clave de utilidad para el resto? La respuesta importa, porque en tiempos de perturbación, no solo cuenta quién resiste, sino cómo y para qué lo hace. Y en ese terreno, para Sánchez e Illa, como dijo ayer el presidente de Pimec, Antoni Cañete, sobre la OPA, aún “hay partido”. Según cómo lo jueguen.
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