Momento Vox

El eslogan ‘Mafia o democracia’ lo capitaliza Vox. Estaba escrito que así iba a ocurrir. Las furias de la calle Génova acaban en la plaza de Colón. La inyección de gasolina en el motor de la tensión política da una marcha más a la extrema derecha. El caso Cerdán, el secretario de Organización del PSOE encarcelado por presunta corrupción, puntúa a favor de Vox. Queriendo o no, la fenomenal licuadora mediática de Madrid trabaja a destajo para la extrema derecha. Los primeros sondeos privados publicados en las últimas semanas ya apuntaban en esa dirección. El barómetro del mes de julio dado a conocer ayer por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) confirma esa apreciación. El Partido Socialista perdería siete puntos de intención de voto sin beneficio visible para el Partido Popular. Los dos partidos principales presentan el registro más bajo de los últimos dos años. Ambos estarían hoy por debajo del 30%.
El caso Cerdán-Ábalos-Koldo pasa una severa factura al PSOE, mantiene al PP donde estaba, reanima levemente a Sumar y eleva a Vox hacia el 19%, un registro nunca visto en los últimos años. Si tenemos en cuenta el 1,7% que la encuesta adjudica a la lista Alvise (Se Acabó la Fiesta), la derecha radical española se situaría en estos momentos por encima del 20%. Son porcentajes que ya se están dando en otros países europeos: Alemania, Países Bajos, Portugal, Polonia,,, sin contar con Hungría e Italia. La mayoría de derechas sería apabullante en un futuro Parlamento español, con Vox por encima de los cincuenta diputados. El partido de Santiago Abascal podría condicionar severamente un futuro Gobierno, con la consiguiente repercusión en los equilibrios europeos. Esta es la dinámica con la que llegamos al verano del 2025, en el ecuador de la legislatura de la ley de Amnistía.
Lee tambiénEn La Vanguardia apuntábamos esta misma semana, en pleno debate parlamentario, que Vox estaba en línea de ascenso y que podría alcanzar el 18% de los votos o quizá más. El CIS de julio le otorga una proyección del 18,9%. Santiago Abascal aparece empatado con Alberto Núñez Feijóo en la respuesta espontánea a la pregunta: “¿a quién preferiría usted como presidente del Gobierno?”. Un 11’4% para cada uno. Esa clasificación sigue encabezada por Pedro Sánchez (22,5%), cuya credibilidad ha sufrido una fuerte merma como consecuencia del escándalo que desde hace un mes monopoliza la actualidad política española. El presidente del Gobierno inspira en estos momentos poca o ninguna confianza al 73,6% de los encuestados. El líder de la oposición inspira poco o nula confianza al 78,1%. La corrupción aparece como el segundo principal problema de la sociedad española, por detrás de la vivienda. Son datos de República de Weimar.
El PSOE cae siete puntos. La mayoría de los votantes socialistas desencantados se refugia en la abstención. Una pequeña parte recala en Sumar, que mejora levemente sus resultados después de muchos meses de descenso. Podemos se queda prácticamente como estaba, por debajo del 5%. Los electores situados a la izquierda del PSOE se hallan muy contrariados, pero no se acaban de creer que Sánchez sea hoy un “señor de la guerra” o el líder del PSOE más corrupto, tal y como reza la propaganda del pequeño grupo dirigente de Podemos, que ya anticipa una derrota de la izquierda y una posterior crisis del PSOE. En la izquierda sociológica prevalecen hoy el desasosiego, la perplejidad y la decepción. La abstención es el refugio. No se detecta una potente fuga de votantes del PSOE al PP. Esa fuga es imposible cuando José María Aznar amenaza a Pedro Sánchez con la cárcel. Los movimientos son otros. Más de un millón de antiguos votantes del PP se han ido decantando a favor de Vox en los últimos meses. Ese trasvase se inició en octubre del año pasado tras la dana de Valencia y vuelve a acentuarse ahora. Los shocks de opinión pública favorecen hoy a Vox, de la misma manera que la indignación por los efectos de la crisis económica encumbró a Podemos hace diez años.
En España es hoy inimaginable una futura línea de cooperación entre el PP y el PSOELa hipótesis portuguesa empieza a planear sobre la política española. Veamos que ha pasado en Portugal. Tres elecciones legislativas en tres años. Dimisión del primer ministro socialista António Costa por una investigación por corrupción que no tardó en desvanecerse. Victoria insuficiente del centro-derecha en las dos últimas elecciones y voto rampante a Chega (Basta) a modo de protesta. Chega superó el 22% en las últimas elecciones legislativas, celebradas el pasado mes de mayo, situándose por delante del Partido Socialista en número de escaños. Solución: gobierno en minoría de la derecha tradicional (Partido Social Demócrata) con posibles apoyos estratégicos del PS, que se mantiene en la oposición. La derecha convencional absorbe algunos puntos programáticos de la extrema derecha, en materia de seguridad e inmigración, pero no le ofrece acceso al Gobierno. Chega se proclama alternativa de gobierno. El PS, convertido en la tercera fuerza parlamentaria, se muestra dispuesto a la colaboración en los asuntos más importantes, como los presupuestos. Se preserva así el denominado ‘bloco central’ de la política portuguesa y la sintonía con Bruselas en un momento muy turbio para la Unión Europea.
En España es hoy inimaginable una futura línea de cooperación entre el Partido Popular y el PSOE. Ello requeriría la liquidación política de Pedro Sánchez como primer paso para una reorientación estratégica de los socialistas. Liquidar a Sánchez, que resiste más de lo esperado. Todo el foco del PP está ahora puesto en ese objetivo. Se está hurgando en todos los ángulos de su vida privada. Ahora es el turno de su suegro, ya fallecido. El pasado fin de semana el ex presidente Aznar le amenazaba con la cárcel. Entretanto, Vox capitaliza el brutal desgaste del cuadro político oficial.
Volvemos a 2014, con los acentos modificados. La impugnación radical viene ahora de la derecha. Vox es hoy el partido con mayor intención de voto entre los menores de 45 años.
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