El discreto cambio de postura de la administración Trump respecto a Ucrania

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El discreto cambio de postura de la administración Trump respecto a Ucrania

El discreto cambio de postura de la administración Trump respecto a Ucrania

Cuando se le preguntó al vicepresidente estadounidense J. D. Vance sobre la guerra en Ucrania en un foro de política exterior en Washington la semana pasada, los diplomáticos esperaban críticas al estilo de Maga contra Kiev y un cierto tono de simpatía hacia Rusia.

En cambio, escucharon algo muy diferente. En relación a un conjunto de propuestas rusas para poner fin al conflicto, Vance aseguró que "Creemos que piden demasiado".

La respuesta sorprendió a los asistentes. Vance fue uno de los principales protagonistas del infame enfrentamiento en el Despacho Oval en febrero, cuando arremetió contra el presidente ucraniano Volodímir Zelenski y lo acusó de no mostrar suficiente gratitud a Estados Unidos por su apoyo. De hecho, dio la impresión de que a partir de entonces habría una ruptura total en las relaciones entre Kiev y Washington.

Los comentarios de Vance formaron parte de un notable cambio de tono por parte de la administración Trump. Da la impresión de que los funcionarios estadounidenses están cada vez más impacientes con Vladimir Putin, a medida que aumentan las sospechas de que el líder ruso, y no Zelenski, podría ser el mayor obstáculo para la paz.

"Los estadounidenses tenían esta idea simplista: conquistemos a Rusia, presionemos a Zelenski y llegaremos a un acuerdo. Pero parece que no basta con intentar conquistar a Rusia", explica Wolfgang Ischinger, ex embajador alemán en Estados Unidos, a quien Vance respondió en el foro de la semana pasada.

Los esfuerzos internacionales para poner fin a la guerra se han intensificado en los últimos días. A petición de Putin, Rusia y Ucrania tienen previsto mantener conversaciones directas en Turquía el jueves, aunque no está claro si el líder ruso asistirá en persona.

El martes, un funcionario de la Casa Blanca afirmó que participarán el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y los enviados especiales de Trump, Steve Witkoff y Keith Kellogg.

Pero el objetivo que más interesa a Trump —un alto el fuego que pueda conducir a negociaciones de paz y al fin de la guerra— se le ha escapado hasta ahora. Putin ha rechazado los llamamientos internacionales para poner fin a los combates, a pesar de las amenazas de las potencias occidentales, incluido Estados Unidos, de imponer nuevas sanciones severas.

La aparente intransigencia de Rusia está resultando irritante para Trump, según los analistas. "Se percibe la frustración en su comunicación. Quizás piense que ha cedido demasiado y no ha recibido nada a cambio", declaró Michael McFaul, ex embajador de Estados Unidos en Rusia.

Las publicaciones de Trump en redes sociales reflejan su impaciencia. A finales de abril, después de que Rusia lanzara misiles contra zonas civiles de Ucrania, amenazó con imponer más sanciones a Moscú.

"Trump está llegando a la conclusión de que Putin no es amigo de Estados Unidos. Hay un reconocimiento de que no se puede confiar en él... que no está negociando seriamente", declaró Bill Taylor, que fue embajador de Estados Unidos en Ucrania entre 2006 y 2009. Cada vez es más difícil culpar a los ucranianos de los continuos combates. En las últimas semanas, Zelenski se ha esforzado por presentarse como un socio cooperativo, apoyando las demandas estadounidenses de un alto el fuego. El domingo, aceptó la propuesta de Putin de mantener conversaciones directas en Turquía después de que Trump lo instara a aceptarla.

Las relaciones entre Kiev y Washington se han recuperado desde el enfrentamiento de febrero en el Despacho Oval, en parte gracias al acuerdo sobre minerales que abre la puerta a inversiones conjuntas en los recursos de Ucrania por parte de ambos países.

Funcionarios ucranianos afirman que el acuerdo aumenta la probabilidad de que Estados Unidos siga apoyando la defensa de Ucrania. Pero todavía no ha quedado claro si Trump ha trasladado su apoyo a Ucrania o si está dispuesto a penalizar a Rusia por su recalcitrante postura.

Aunque la mayoría de los líderes occidentales, y Kellogg, el enviado especial de Estados Unidos a Ucrania, criticaron la oferta de Putin de una negociación directa, afirmando que primero debería haber un alto el fuego, Trump elogió la iniciativa del líder ruso, asegurando que sería un "día potencialmente excelente para Rusia y Ucrania".

"Trump cree que Putin no está interesado en participar, pero no estoy convencido de que esto suponga una presión significativa sobre el líder ruso", afirmó Eric Green, ex asesor del presidente Joe Biden en el Consejo de Seguridad Nacional y actual investigador del think-tank Carnegie Endowment for International Peace.

Ischinger se mostró "encantado" de que Vance hubiera cambiado su postura respecto a Rusia y de que las posturas estadounidense y europea sobre la guerra en Ucrania fueran cada vez más cercanas. Sin embargo, el ex embajador alemán en Estados Unidos añadió que el vicepresidente no dio el siguiente paso lógico, que habría sido decir que ahora necesitamos apretarle las tuercas a Rusia.

Sin embargo, otros políticos estadounidenses están dispuestos a adoptar una postura firme con Moscú. El senador Lindsey Graham, aliado de Trump, ha declarado contar con apoyo de los dos grandes partidos para un proyecto de ley que aplicaría sanciones drásticas a Rusia, incluyendo un arancel del 500 % a las importaciones de países que compran su petróleo y gas, si Putin no inicia negociaciones serias para poner fin a la guerra.

El proyecto de ley ha sido respaldado por 72 senadores, una señal de que el apoyo a Ucrania se mantiene firme en el Capitolio.

"Estas sanciones representan la opinión del Senado de que consideramos que el principal enemigo es Rusia", declaró Graham a la prensa a finales del mes pasado. En su opinión, Putin "cometería un grave error si intentara manipular a Trump".

Los expertos afirman que Rusia, mientras tanto, confía en que el presidente estadounidense pierda la paciencia con su intento de poner fin a la guerra. "Putin está jugando a largo plazo y cree que el tiempo juega a su favor", declaró McFaul. "Está calculando que Trump perderá el interés y que los estadounidenses cortarán la ayuda militar, lo que debilitará al ejército ucraniano", declaró el exembajador de Estados Unidos en Rusia.

Otros creen que el peligro de que el presidente estadounidense abandone a Ucrania a su suerte ha disminuido en las últimas semanas. Thomas Graham, miembro distinguido del Consejo de Relaciones Exteriores y ex director senior para Rusia en el Consejo de Seguridad Nacional, afirmó que Trump tendría dificultades para lograr uno de sus principales objetivos —reestablecer las relaciones con Rusia— sin resolver primero el problema de Ucrania.

"Hay demasiado en juego. Es cierto que podría retirarse de Ucrania, pero si lo hace, se consideraría un fracaso", declaró.

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