Congreso de NL de vacaciones: Dejan 1,942 temas sin resolver

En un acto que ha sido calificado como una «derelición de deberes» por parte de la ciudadanía, los diputados del Congreso de Nuevo León se han ido de vacaciones dejando un monumental rezago de 1,942 expedientes legislativos sin resolver, en medio de una persistente parálisis política.

Mientras los problemas de seguridad, movilidad y economía se acumulan en Nuevo León, sus legisladores han decidido tomar un descanso. El Congreso del Estado ha iniciado su periodo vacacional con un lastre que evidencia una profunda crisis de productividad y gobernabilidad: un total de 1,942 asuntos y expedientes pendientes de resolución.

Lo más preocupante para la ciudadanía es que, según los informes, no existen planes para convocar a periodos extraordinarios de sesiones para desahogar este monumental rezago.

Este rezago legislativo no es un problema nuevo, sino la cronificación de una parálisis alimentada por la constante confrontación política entre el Poder Ejecutivo, encabezado por el gobernador Samuel García, y un Congreso con mayoría opositora. El tiempo que debería dedicarse a analizar, debatir y votar leyes que impactan directamente la vida de los neoleoneses, se ha invertido en disputas políticas, vetos y acusaciones mutuas.

Las comisiones que acumulan la mayor carga de trabajo y que, por ende, tienen paralizados temas de vital importancia son:

• Comisión de Hacienda del Estado: Con 298 expedientes pendientes.
• Comisión de Legislación: Con 256 expedientes.
• Comisión de Justicia y Seguridad Pública: Con 166 temas sin discutir.

En estas carpetas se encuentran iniciativas relacionadas con el presupuesto, reformas al código penal, leyes de movilidad y salud, entre muchas otras que esperan una resolución.

«Esta legislatura y el gobernador han tenido constantes pleitos, situación que por un lado, les ha hecho perder mucho tiempo, pero por otro, también ha sido aprovechada por ambos poderes para abandonar sus responsabilidades». – Liliana Flores, activista.

Para el ciudadano de a pie, esta parálisis no es un asunto abstracto de la alta política. Se traduce en problemas concretos: leyes de seguridad que no se actualizan, presupuestos para obras que no se aprueban, y soluciones a problemas cotidianos que quedan atrapadas en la burocracia y la disputa partidista.

El hecho de que los diputados se vayan de vacaciones en medio de esta situación ha sido percibido por amplios sectores de la sociedad como un acto de indiferencia y arrogancia. Este tipo de acciones profundizan la brecha entre los representantes y sus representados, alimentando el cinismo y la desconfianza hacia la clase política y el propio sistema democrático, que parece más enfocado en sus pugnas internas que en servir al bien común.