'Vamos a tejer una sociedad unida por el pensamiento creativo': el diseñador Alejandro Crocker sobre su participación en Colombiamoda

“Yo soy venezolano y hace un mes me hice colombiano, ahora soy colombovenezolano”. Con esta emotiva noticia arranca la entrevista con el diseñador Alejandro Crocker, quien nació en Caracas y ha desarrollado su vena creativa y social en Colombia.
Crocker es protagonista de esta edición de Colombiamoda, con ‘Fragmentos’, una alianza con Transmilenio en Bogotá, que les da vida a viejos uniformes descartados de este servicio de transporte, “para ‘montar’ a todas las audiencias en la propuesta de la sostenibilidad”, dice el diseñador.
El Planetario de Bogotá fue el escenario del evento el pasado 16 de julio. La propuesta: transforma los uniformes del sistema en piezas de alto valor estético, ético y ambiental. El diseñador y su equipo pusieron en escena fragmentos de historias y sueños que pasan dentro de un articulado de Transmilenio, en un montaje que llevó a la audiencia a volar entre los astros reflejados en la cúpula del planetario y con el fondo musical del artista @Dolorestecanta.
‘Fragmentos’ surge del proceso de recuperación y rediseño de 1.146 prendas en desuso, entre chalecos, chaquetas, gorras e impermeables, que por años hicieron parte de la imagen institucional de Transmilenio S.A; ahora, estas prendas son materia prima para una propuesta creativa que rescata las memorias del trabajo de colaboradores del sistema de transporte y las historias de las más de cuatro millones de personas que el sistema transporta diariamente.
Actualmente, Crocker realiza buena parte de su trabajo con las comunidades en lo que él llama ‘sembrar pensamiento creativo’. “Es una labor con personas que sienten que no tienen ojo o que son invisibles para la sociedad; la idea es sembrar en ellas ese pensamiento creativo para que generen sus propias historias”.

La pasarela se presentó en el Planetario de Bogotá. Foto:Cortesía.
Su éxito y su ingenio lo llevan a trabajar por un mundo mejor. “Doy clases en cárceles a personas privadas de la libertad, de la comunidad trans, perseguidos políticos, migrantes, con la idea de tejer una sociedad donde nos une el pensamiento creativo, el arte y, en este caso, la moda. Y no es sentarnos en la máquina para coser por coser. Es crear historias propias con la única condición de que debemos utilizar el desperdicio que encontramos en el camino. El mundo necesita más respeto a la hora de consumir materias primas, energía y materiales. Parte del ejercicio es salir a ver qué encontramos en la basura o en los desechos de las fábricas para transformarlo y darle una segunda oportunidad”.
¿Cómo nace su carrera y su propuesta de moda circular?Este sentimiento y esta labor vienen de mi casa, de la Caracas donde nací, de la década de los 90, una Caracas cosmopolita que nos llenó todo el tiempo de información y, por supuesto, de mi casa, de mi madre y su amor por el vestuario, por esta segunda piel que llevamos todos los días y con la que enviamos muchos mensajes. Esa es la base de este trabajo que mezcla lujo consciente, reciclaje creativo y responsabilidad ambiental para darles vida a piezas únicas, útiles y valiosas.
Conscientes de que el trabajo social es clave para sacar adelante este proyecto, en Bogotá arrancamos hace siete años este sueño con 10 personas en el barrio Santa Fe, hoy somos una comunidad de casi 200 personas. Trabajamos con cárceles como La Modelo y La Picaleña de Ibagué, estamos también en Cali y en Santa Marta, gracias al apoyo de la Agencia Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ), que cree en el cambio a través del pensamiento creativo. Vamos a enseñarle a la sociedad que sí podemos trabajar en comunidad. El mundo necesita otra forma de pensar y de actuar.
¿Cómo es trabajar con desperdicios y darles una segunda oportunidad?Para empezar, no escogemos el material, si lo hiciéramos no cumpliríamos con la misión de darle salida al desperdicio que termina en vertederos de basura y no sabemos qué hacer con él. Trabajamos con lo que nos vamos encontrando por el camino, con donaciones, con los recicladores y lo que no pueden revender, y hasta con inventarios dañados de marcas. También les pedimos a clientas cercanas que traigan cosas del clóset que ya no usan o que tienen un significado especial. Y todo lo trabajamos estéticamente para que ese desperdicio pueda entrar al mercado otra vez con un nivel superior y contando una historia diferente.
Invito a la gente a hacer ese ejercicio y que vean su clóset con otros ojos, nos traiga esas piezas y juntos cocreamos una nueva para que puedan seguir utilizándola. De hecho, tengo una historia muy bella. Una clienta llegó un día al taller y me dijo: “Tengo una capa de mi abuela y yo nunca voy a ir a los Premios Óscar. ¿Qué hago con ella?” Y con esa capa sacamos cuatro chaquetas que hoy en día comparte con sus hermanas. Esas son las historias que tenemos que entender desde la moda. El desperdicio no existe.

El diseñador trabaja con materiales que son considerados desperdicios o basura. Foto:Cortesía.
Ahí soy más drástico y lo que explico en mis clases a la comunidad es que el consumidor debe acercarse porque le gusta la pieza y después entender su historia, y así enamorarse de lo que se llama remanufactura upcycling (reciclaje creativo), y no al revés.
No podemos vender ni por lástima ni porque lo hicimos con la comunidad ni porque tiene un objetivo ambiental. No, el consumidor tiene que llegar porque le fascinó la pieza, porque se la puso y entiende lo que está comprando, una pieza hecha cien por ciento con material que era considerado desperdicio.
Eso es importantísimo que la gente lo sepa, de hecho en los desfiles comienzo con un letrero que dice: ‘Para esta colección no se compró absolutamente nada. Solo hilo y agujas’. Para que la gente y el consumidor final entiendan que es remanufactura.
¿Cómo entiende el lujo sostenible?Son esas piezas que tienen un alto valor de diseño y de trabajo artesanal y sostenible, hechas con desperdicios que tratamos y transformamos como si fuera la mejor seda de India. Invertimos muchísimas horas en ese terminado a mano, no se ve ninguna costura. Hacer remanufactura es mucho más complejo, pues demanda el 200 por ciento más de tiempo de trabajo humano para desarmar una pieza, limpiarla y entender cómo puede entrar dentro de un patrón que encaje bien en el cuerpo y que cumpla su función estética. Sostenible es una palabra que debemos entender todos, un grito del planeta para consumir de forma responsable.
¿Cuál será su participación en Colombiamoda en Medellín, a finales de julio?En la Casa Rosada, con la diseñadora de calzado Patricia Mejía, contaremos historias alrededor de lo sostenible. Patricia también es protagonista en ‘Fragmentos’, pues con llantas desechadas del Transmilenio experimenta y crea para llevar este material a los accesorios, a los bolsos y a los zapatos.
Adriana Garzón - @ADRIVIAJAR.
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