Los aranceles de Trump apuntan a una oleada de bajadas de tipos a nivel global

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Los aranceles de Trump apuntan a una oleada de bajadas de tipos a nivel global

Los aranceles de Trump apuntan a una oleada de bajadas de tipos a nivel global

La Reserva Federal estadounidense acaba de insistir esta semana en que no tiene prisa por bajar los tipos de interés, pero la guerra comercial declarada por Donald Trump desde la Casa Blanca ha agitado la hoja de ruta del conjunto de bancos centrales de todo el mundo, que se preparan para un escenario bien de más recortes de tipos de los previstos, bien de frenazo a las subidas. Los aranceles prometen causar en Estados Unidos menos crecimiento y también más inflación, lo que plantea un difícil dilema a la Fed a la hora de decidirse a rebajar el precio del dinero. Para muchas otras autoridades monetarias: menos crecimiento económico, pero no necesariamente más inflación y sí unas divisas más fuertes frente al dólar. Todo un coctel que invita a nuevas rebajas de tipos, incluso empujando hacia terreno negativo como ya anticipa el mercado para Suiza.

El Banco de Inglaterra recortó este jueves los tipos en un cuarto de punto, según lo previsto, hasta dejarlos en el 4,25%, si bien hubo dos consejeros que votaron un recorte aún mayor, de medio punto. El Banco Popular de China también ha decidido esta semana un ajuste en su política monetaria, al rebajar el tipo de referencia del 1,5% al 1,4%. El Banco de Noruega y el Banco de Suecia no movieron ficha en sus reuniones de este jueves, pero el Riksbank sueco sí ha avanzado la posibilidad de un recorte antes de que acabe el año. El Banco de Polonia bajó los tipos este miércoles por primera vez desde 2023, medio punto, después de que el zloty se haya apreciado este año frente al dólar el 9,4%. En la zona euro, donde la divisa se aprecia en 2025 el 9% frente al billete verde, el BCE recortó tipos en abril por sexta vez consecutiva. El Banco de Australia y el banco de Nueva Zelanda, que se reúnen el 20 y 28 de mayo respectivamente, también se prevé que rebajen los tipos en 25 puntos básicos.

Los bancos centrales de las grandes economías del mundo ya estaban inmersos en un cambio de rumbo en su política monetaria, después de las subidas de tipos generalizadas con las que habían hecho frente a la inflación rampante que dejó la pandemia. La excepción fue Japón, que solo comenzó a subirlos en marzo del año pasado, por primera vez en 17 años, y que ahora se prevé retrase las alzas que aguardaba el mercado para este año ante la enorme incertidumbre creada por la guerra comercial.

El golpe al comercio mundial asestado por Estados Unidos va a suponer un freno para el crecimiento económico global, pero eso mismo también puede aliviar la inflación de muchas economías: la actual debilidad del dólar está apreciando el conjunto de las divisas globales, abaratando así las importaciones y contribuyendo a rebajar tensiones de precios. Además, el descenso en el precio de la energía, causado en buena parte por esa expectativa de menor demanda y crecimiento económico, neutraliza uno de los constantes riesgos inflacionistas. Con la perspectiva de un petróleo más barato, se despeja aún más el camino para las bajadas de tipos.

Menos crecimiento, probablemente menos inflación y divisas más fuertes invitan, por tanto, a acelerar los recortes del precio del dinero. Una tesitura especialmente evidente para el Banco de Suiza, que ya ha advertido que intervendrá para contener la apreciación de su divisa si lo cree necesario. “Hasta ahora descartábamos que Suiza volviera al terreno negativo en los tipos de interés, pero se están dando las condiciones para ello con la fuerte apreciación del franco”, señala Olivia Álvarez, analista de AFI.

La divisa suiza se ha apreciado este año el 10%, a máximos que no se veían desde que el Banco Nacional de Suiza intervino el mercado en 2011, y el mercado ya descuenta de forma abrumadora un recorte de tipos al 0% en la próxima cita del 19 de junio. El gobernador del Banco Nacional de Suiza ya ha advertido que no le temblará el pulso para devolver los tipos al terreno negativo si la situación lo requiere pese a los efectos adversos de tal medida, como el daño a la rentabilidad de los bancos o el perjuicio para los ahorradores.

Junto con el franco suizo, el yen está también actuando con claridad como divisa refugio en el momento actual de máxima incertidumbre. La divisa nipona se ha apreciado casi el 9% este año frente al dólar. En su reunión del pasado 1 de mayo, el Banco de Japón mantuvo los tipos en el 0,5%, pero recortó a la mitad su previsión de crecimiento este año hasta el 0,5%, debido al impacto de la guerra comercial, y avanzó que llevará más tiempo del esperado normalizar la inflación en el 2%. Y este ajuste ha enfriado de forma radical las expectativas de una nueva subida de tipos en Japón. En Goldman Sachs han retrasado a enero de 2026 la próxima subida de tipos del Banco de Japón y en la firma nipona Mitsubishi UFJ Financial Group (MUFG) añaden que la autoridad monetaria “ha mandado una fuerte señal de que será improbable tener la confianza para subir tipos de nuevo mientras la incertidumbre sobre la política comercial ensombrezca las perspectivas económicas”.

En las economías emergentes, la depreciación del dólar ha causado una apreciación importante de sus divisas, lo que ya ha provocado la reacción de los bancos centrales. “La apreciación de las divisas emergentes puede afectar negativamente a sus exportaciones al encarecer sus productos en los mercados internacionales”, explican en CaixaBank Research. Ese impacto variará dependiendo de la clase de exportaciones que realice y así, “si es un país que exporta principalmente commodities, ante un episodio de apreciación de su divisa, se debería de ver menos afectado si los precios internacionales de sus productos se mantienen altos. Por el contrario, si es un país eminentemente exportador de manufacturas, la apreciación de la divisa podría suponer una pérdida de competitividad de sus productos, y afectar negativamente a las exportaciones”, añaden desde CaixaBank Research. Algunos bancos centrales emergentes han intervenido ya en el mercado de divisas, comprando dólares y vendiendo su propia moneda para frenar su apreciación. Es el caso de Turquía o Hong Kong, que ha intervenido de forma activa para mantener la paridad con el dólar.

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