Federalismo fiscal

Existe un amplio consenso entre los expertos en que la Administración que gasta tiene que ser la misma que recauda los impuestos. Solo de esta manera se puede introducir un mínimo de racionalidad en el control de los gastos públicos. De alguna manera esta es la filosofía que está detrás del llamado “cupo catalán” o financiación singular. Sin embargo, el acuerdo alcanzado entre la Administración central, la Generalitat y ERC ha producido un fuerte rechazo en la mayor parte de las 15 comunidades autónomas sujetas a la financiación del régimen común.
¿Por qué sucede esto? Tal como está ocurriendo con una buena parte de las medidas adoptadas por el presidente Pedro Sánchez, el rechazo no proviene tanto del fondo como de la forma. La amnistía es el ejemplo por antonomasia. Una gran parte de la población podría haberla aceptado de haberse consensuado con el Parlamento en vez de utilizarla como una moneda de cambio para lograr una investidura antinatura.
El problema surge cuando se presenta como un paso más hacia la independenciaEn la financiación singular de Catalunya sucede algo parecido. Si se hubiera realizado en un contexto de consenso para cambiar el modelo de financiación autonómica probablemente habría obtenido una amplia aceptación. Es evidente que el actual modelo no funciona y hay que buscar una salida que sirva para todos aunque no haga feliz a ninguno.
No se trata de repetir un sistema igual para todas las autonomías, el llamado “café para todos”, ya que cada territorio tiene unas particularidades que hay que tener en cuenta. De hecho, todas desean tener una financiación singular. Difícil, pero posible. Incluso empezando con Catalunya, que siempre ha tenido un agravio comparativo con el cupo vasco.
El problema surge cuando ERC o Junts lo presentan como un paso más hacia la independencia de Catalunya, por motivos más electorales que reales. Esta es la gran diferencia con vascos y navarros, que siempre han evitado convertir su financiación en un agravio comparativo con el resto de las autonomías o en un paso más para lograr su independencia de España. Se trata de una materia muy sensible y ese camino es el equivocado si lo que realmente se pretende es resolver el llamado conflicto catalán.
Sánchez, Illa y Junqueras han vuelto a caer en el mismo error. La financiación singular de Catalunya se ha convertido en un pacto político por el cual ERC mantiene a Sánchez y a Illa en el poder a cambio de ceder la soberanía fiscal del Estado.
De esta manera se han eliminado los elementos de racionalización económica sustituyéndolos por la confrontación política. Lógicamente las autonomías gobernadas por el PP se han puesto radicalmente en contra de este acuerdo y lo mismo ha sucedido con las dos gobernadas por socialistas. Todas lo consideran un agravio comparativo que podría propinarles un duro castigo electoral.
Esta forma de gobernar es la que está haciendo que esta sea una Legislatura perdida.
lavanguardia