"Un negocio que recién está despegando": Cuatro socios le agregan valor a un cultivo y exportan a los países del golfo

Lo que nació como un eslabón logístico se transformó, en apenas unos años, en una de las apuestas más ambiciosas del negocio forrajero en Argentina. Compañía Argentina de alfalfas y Forrajes (Cadaf), una empresa con base en la localidad cordobesa de San Francisco, se posiciona hoy como un actor clave en la exportación de alfalfa, con destino principal en los países del Golfo Pérsico. Desde su planta montada sobre terrenos ferroviarios, sus socios proyectan convertirla en la principal exportadora del país y consolidar a la Argentina como una potencia en el mercado global del forraje.
“Nacimos como una necesidad en 2021 con la construcción de nuestra planta en San Francisco. Ya veníamos trabajando desde 2018 en la logística para terceros, pero entendimos que podíamos dar un salto y participar activamente con planta propia”, explica Alfredo Abboud, CEO y uno de los cuatro socios de la firma.
Mega fardos de alfalfa
El inicio de Cadaf no fue una decisión repentina. Detrás hubo una lectura estratégica del negocio agropecuario, una visión que combinó infraestructura, conocimiento del comercio exterior y contactos en el sistema productivo. En sus primeros años, la empresa operaba como operador logístico, gestionando cargas, transporte y documentación. Pero pronto, la oportunidad se volvió más grande.
“Había una necesidad evidente de profesionalizar la exportación de forrajes. Veíamos productores con excelente calidad, pero sin volumen ni logística. Nos propusimos ser ese eslabón que conecte el campo con el mundo”, recuerda Abboud.
La planta de Cadaf es un nodo logístico con visión multimodal. El predio, que pertenece al ferrocarril, fue reconvertido en una plataforma agroindustrial de avanzada. Cuenta con un galpón de 5.700 metros cuadrados, una playa de contenedores de 25.000 metros cuadrados y equipamiento que permite trabajar de forma integrada con el tren: descargar, cargar y despachar contenedores directamente a puerto.
Alfredo Abboud, CEO y uno de los cuatro socios de la firma Cadaf.
“Esto nos da una ventaja competitiva. No dependemos exclusivamente del camión, podemos operar con ferrocarril y mejorar nuestra eficiencia. Eso nos permite proyectar a gran escala”, afirma el CEO.
Actualmente, Cadaf opera con entre 6 y 10 personas en planta, más un equipo externo de técnicos y operarios de campo que inspeccionan la mercadería, controlan calidad y acompañan a los productores. La estandarización del forraje es clave: los mercados árabes exigen cortes jóvenes, libres de tierra, con bajo porcentaje de fibra y sin malezas.
“No se puede exportar cualquier alfalfa. Para un mercado como Emiratos, un fardo con tierra es mercadería rechazada. Por eso trabajamos desde el lote hasta la consolidación final”, señala Abboud.
Cadaf se abastece principalmente de campo situados en Córdoba y Santa Fe, en un radio de hasta 200 kilómetros de San Francisco. La alfalfa llega en fardos de campo de 550 a 600 kg. Luego, se estabiliza en el galpón, se compacta hasta 900 kg en megafardos y se carga en contenedores marítimos de 40 pies, que se despachan con hasta 27 toneladas netas.
Trabajan con productores de alrededor de San Francisco.
La calidad se clasifica en 5 niveles -Supreme, Premium, Good, Fair y Utility- pero desde la empresa trabajan principalmente con las tres categorías de mayor nivel. Los precios se definen en septiembre, con la campaña en curso, lo que permite darle previsibilidad al productor. En una campaña normal, el volumen procesado puede alcanzar las 60.000 toneladas, aunque por la sequía de los últimos años, el ritmo fue más moderado.
“Nuestra idea es trabajar con contratos anuales. Ofrecemos precio y estabilidad, pero muchos productores aún prefieren la venta espontánea. El desafío es construir confianza en un negocio que recién está despegando”, admite Abboud.
Cadaf mantiene acuerdos con productores exclusivos (alrededor de 2.000 hectáreas) y recibe mercadería de unas 7.000 a 8.000 hectáreas más por año. No toda la producción es exportable: entre el clima, el manejo y el corte, hay muchas variables que afectan la calidad final.
“Hoy estamos transformando alfalfa en proteína animal… y en divisas. Estamos agregando valor desde el campo argentino a una cadena que tiene altísima demanda en Medio Oriente”, resume el empresario.
El principal mercado de Cadaf está en los países del Golfo: Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Qatar, Kuwait, Omán y Bahréin. También realizaron envíos a Jordania y tienen habilitación sanitaria para operar con China, aunque esa plaza aún no fue explotada. El comprador más fuerte es Arabia Saudita, que importa cerca de 2 millones de toneladas de alfalfa por año.
“Ellos no pueden producir pasto. Por eso tienen políticas muy agresivas de seguridad alimentaria. Lo compran todo: forraje, alimento balanceado, leche en polvo. Prefieren tener tambos propios en el desierto, pero asegurarse la materia prima desde países estables como el nuestro”, comenta Abboud.
Según contó, la operación logística es compleja. Los contenedores parten desde Rosario o Buenos Aires hacia puertos como Jebel Ali (Dubái) o Damman (Arabia Saudita). Desde allí, el comprador lo distribuye a sus campos. La mercadería viaja entre 45 y 60 días, por lo que la coordinación es crítica.
Mega fardos de alfalfa
“No se trata solo de vender. Hay que garantizar disponibilidad, trazabilidad, seguimiento, calidad constante. Si no, se pierde la confianza y eso cuesta años de reconstruir”, afirma.
Los precios, ya colocados en destino, pueden superar los USD 350 por tonelada para calidad Supreme. Pero aclaró que el flete, los contenedores, los servicios portuarios y la inestabilidad del tipo de cambio achican los márgenes.
“El costo logístico es brutal. Además, si hay escasez de contenedores o problemas geopolíticos como los del mar Rojo, todo se complica. Por eso trabajamos con operadores logísticos internacionales de primer nivel”, explica.
En los últimos meses, el escenario internacional volvió a mostrar señales de riesgo. Las tensiones entre Irán e Israel, elevaron las alertas sobre posibles cierres del estrecho de Ormuz o interrupciones en la navegación del canal de Suez. Ambas rutas son esenciales para el comercio exterior argentino hacia Medio Oriente.
Megafardos de alfalfa
“Si se corta el paso por Ormuz, estamos en problemas. No solo nosotros: el 30% del petróleo mundial pasa por ahí. Pero si eso ocurre, la exportación de alfalfa queda completamente detenida. Son riesgos que tenemos que seguir de cerca”, admite Abboud.
A nivel local, el clima también juega su partido. Las últimas campañas fueron muy afectadas por la sequía, lo que redujo volumen y calidad de forraje. Este año, con mejores lluvias en otoño, se espera una fuerte recuperación. Cadaf ya tiene comprometidas compras por varios miles de toneladas para la próxima campaña, que comenzará en octubre.
“El productor sabe que esto es una oportunidad. La alfalfa no es solo rotación, es ingreso. Pero hay que hacerla bien, apuntar al corte temprano, cuidar el heno, evitar la tierra. Exportar forraje no es lo mismo que hacerlo para consumo interno”, enfatiza.
Clarin