Julio Reyes Copello, director artístico del Ibagué Festival de Música: 'La diferencia entre la educación y el negocio es la mentoría'

A Julio Reyes Copello le sobran las presentaciones, los premios y el reconocimiento: es uno de los colombianos más influyentes de la industria musical como compositor, escritor, productor y arreglista de las carreras de Alejandro Sanz, Laura Pausini, Juanes, Ricky Martin, Estéfano, Thalía, Pablo Alborán o Marc Anthony, por mencionar algunas estrellas. Sin embargo, el crédito que quiere destacar este cucuteño ahora mismo es el de 'mentor'.
Con 56 años de edad, medio centenar de nominaciones y 14 premios Grammy y Latin Grammy -entre ellos el de productor el año- le dan autoridad de sobra para liderar el Art House Academy, un ecosistema de formación musical que ideó y que ha transformado la carrera de jóvenes artistas en América Latina y Estados Unidos.
Ahora, como director artístico del Ibagué Festival de Música, Reyes Copello traerá una muestra de su experiencia a la capital tolimense, cuna folclórica de la región Andina, donde se celebrará la sexta edición del certamen del 4 al 7 de septiembre próximos.
"Tengo muchas ganas de darle visibilidad a Ibagué y ponerla en el mapa, porque creo que no ha existido esa posibilidad", dijo, visiblemente emocionado, en una charla con este diario, a través de la plataforma zoom.

Julio Reyes Copello con estudiantes de su proyecto. Foto:Cortesía del Ibagué Festival de Música
El productor y pianista adelantó que este año el festival contará con la presencia de invitados como el cantante y compositor español Pablo Alborán. "Vamos a hacer un formato, que va a ser conversatorio-concierto, y es una oportunidad increíble para inspirar a nuevos artistas, productores, ingenieros, compositores, porque lo voy a acompañar en ese viaje, que nos cuente de dónde sacó su sello, sus recursos expresivos, y cómo construyó esa identidad magnética que le permite abrir la boca y que uno sepa quién y que quiera vivir en su templo, en su museo, en su lugar", dice Reyes.
Su llegada a la dirección artística de la sexta edición del Ibagué Festival es muy significativa...Estoy muy emocionado porque Ibagué ha representado todo lo que es el respeto por la música, por las tradiciones, fíjate, que el único bachillerato musical que hay Colombia está en Ibagué. Hay una coyuntura tan especial que está muy alineada con todo lo que yo siento por la música y por el poder de transformación social que tiene la música. Entonces me parece perfecto poder llevar mi proyecto porque yo estoy muy metido ahorita en temas de educación, de formación de nuevos talentos.
¿Cuál fue su principal motivación para abrir las puertas de su estudio en Miami y auspiciar ese proyecto del Art House Academy?Hice una asociación con el Abbey Road Institute de Londres y lo traje por primera vez a América en un afán de reducir la brecha tan enorme que hay entre academia tradicional y la realidad.
Y empecé esto con mucho temor, pero con la motivación de hacer un modelo educativo más actual, más conectado con la realidad;. Mira, la diferencia entre la educación y el negocio de la educación es la mentoría. O sea, yo siento que en la manera como está planteada mucho de la formación ahorita, sin demeritar los Berkeley's, pero hay un diseño para sacar plata, ¿me entiendes? Recibí a muchos internos graduados de todos estos sitios y, la verdad, no sabían mucho.
¿Y es esa experiencia la que va a traer a Ibagué en septiembre?Exacto. Lo que queremos hacer ahorita en el Festival de Ibagué es llevar un poquito esa experiencia en donde tengo autoridad moral para hablar porque está funcionando con Abbey Road. Entonces tengo un programa de producción, composición, ingeniería, que es un perfil muy contemporáneo de lo que es un profesional hoy en día, además de un programa para artistas. Cada año, recibo cinco artistas y 15 productores para poder garantizar la mentoría, para que haya contacto directo. Empecé hace tres años con esta alianza y ya nos hemos ganado dos premios a mejor nuevo artista en dos ediciones consecutivas en los Latin Grammy: Joaquina, en el 2023, y Ela Tauber, en el 2024. Las dos son egresadas de este programa. Ahora sí ya me quité el síndrome del impostor y me siento con muchísimas ganas de compartir y llevar esta experiencia de ecosistema durante cuatro días a Ibagué de lo que es, lo que yo creo, un modelo educativo más ajustado a la realidad.
Quiero dejar ahí en el festival para poder inspirar y crear modelos a seguir. Me motiva en ese momento de mi vida mucho el altruismo, creo que es lo que lo libera a uno de todo, de ansiedad, de miedos. Hay que ser altruista y eso es lo que quiero aprovechar en la coyuntura del festival.

Julio Reyes Copello en su estudio en Miami. Foto:OMAR CRUZ
Mi conflicto es con la academia tradicional (...) No estoy de acuerdo en que haya programas masivos, que gradúen 100, 150 productores al año. Eso para mí es hasta irresponsable porque la profesión no da para tanto y por eso tenemos tantos músicos manejando Uber. Creo que la parte masiva de la educación musical debería suceder entre los 12 y los 18 años. Y ya la parte profesional debería manejarse como se maneja, por ejemplo, el fútbol: en un grupo, un semillero de la gente más talentosa, extraordinaria. En todo esto, yo siento que filosóficamente también hay que estar muy claros en que los artistas, en mi opinión, son mensajeros de la belleza, son predicadores de la belleza. Y cada artista tiene su propia versión de la belleza, que está hecha a partir de otros artistas que lo inspiraron. La mía está hecha de Bach, de Stravinsky, de los Beatles, de Peter Gabriel. Me he vuelto muy apasionado por proteger eso. El artista tiene que levantarse todos los días y su única misión es acceder a esa versión de la belleza, capturarla en su estado más puro y traerla a esta dimensión para hacer la música que la gente tiene que oír, no la que quiere. Es muy distinto. Ahí es donde estamos, en mi opinión, fallando como intérpretes. O sea, el artista tiene que aprender a proteger su versión de la belleza de las expectativas de la industria, de las expectativas de su entorno, de su familia. O sea, es una misión dura, solitaria y hay que saber acompañar a los artistas en ese camino. Ese mensaje es el más importante que quiero llevar ahorita a Ibagué, contagiar un poco a esa nueva generación de músicos y de artistas que están buscando oportunidades, identidad y que no caigan en el facilismo de repetir lo que está funcionando, lo que está pegando, sino que entiendan que entre sus manos tienen la responsabilidad de hacer música que sensibilice, que genere empatía, que normalice lo que debe normalizarse. Siento que muchos de los problemas que estamos viviendo hoy son producto de la irresponsabilidad de la industria del entretenimiento.
¿Cómo es su relación con el artista, ya en el estudio? Porque es fundamental en esta carrera.Hay varias aproximaciones. La mía es generar la complicidad que se necesita para que el artista realmente pueda acceder a su mejor versión. Esa mejor versión es donde el artista se quiere a sí mismo, es un acto de amor propio muy grande, yo siempre he dicho que la inspiración y ese momento en donde uno le toma fotos a los artistas en su mejor versión, y mi cámara es un micrófono, se da cuando uno genera esa complicidad, no una intimidación, ahí se genera el efecto magnético, más que el productor que está interviniendo y que está creando intimidación, que está creando expectativas, yo siento que esos momentos vienen también de un agradecimiento profundo, para mí la inspiración es un acto de agradecimiento profundo por estar vivos, y es en ese momento cuando se hace consciente que uno está eternizando ese momento de agradecimiento, esa es mi filosofía como productor. Me he encargado de ser como un espejo que no miente, pero donde el artista se ve y se ama, porque eso se siente en la música, y por eso los artistas son mensajeros de la belleza.
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