Una mente que se acostumbra a la inteligencia artificial

Piénsalo; ¿te encuentras haciendo estas cosas a lo largo del día sin siquiera darte cuenta? - Pedirle texto a la IA en lugar de investigar al escribir una tarea o un informe. - Copiar sugerencias de la IA en lugar de pensar en encabezados al preparar una presentación. - Usar un párrafo ya hecho con pequeñas revisiones en lugar de escribir tus propias palabras. - Dejar la idea del proyecto directamente a la IA en lugar de hacer una lluvia de ideas. - Decirle a la IA que "escriba mejor" en lugar de buscar tus propias palabras. - Cuando te enfrentas a un problema, preguntarle a la IA inmediatamente en lugar de intentar tu propia solución. - A veces incluso dejar las respuestas a las preguntas más simples a la IA porque eres "demasiado perezoso para pensar". Si estos ejemplos te suenan familiares, podría ser una señal de que estás empezando a caer en la pereza cognitiva.
En psicología, la pereza cognitiva se define como la evitación del esfuerzo mental por parte de una persona, optando por atajos y soluciones fáciles. El cerebro humano tiende a utilizar la energía eficientemente; si una tarea se puede resolver con mayor rapidez, generalmente elige ese camino. Aquí es donde entra en juego la inteligencia artificial, que nos facilita pensar, investigar y crear, ayudándonos a encontrar consuelo en las soluciones fáciles. Sin embargo, esta comodidad puede sofocar nuestra creatividad a largo plazo.
Esto es particularmente evidente hoy en día, sobre todo entre los jóvenes: al confiar sus tareas o proyectos a la IA, los estudiantes pierden la oportunidad de desarrollar habilidades de resolución de problemas y pensamiento creativo. Sin embargo, la educación y la formación no solo implican obtener un resultado, sino también aprender del propio proceso. Desde la perspectiva de la psicología cognitiva, el esfuerzo mental es en realidad una especie de "ejercicio muscular cerebral". Nuestras redes neuronales se fortalecen con cada desafío que enfrentamos, cada vez que probamos nuevos caminos y cometemos errores. Si eludimos estos procesos y nos dirigimos directamente a las soluciones prefabricadas, a la larga podríamos empezar a llevar nuestro cerebro a un estado pasivo. Por supuesto, la practicidad que ofrece la IA es innegable. Sin embargo, la creatividad surge no solo de poseer conocimiento, sino también de transformarlo y utilizarlo en nuevos contextos. En otras palabras, la capacidad de procesar información. Si nos alimentamos constantemente con ideas prefabricadas, la capacidad de nuestra mente para formar nuevas conexiones puede atrofiarse gradualmente. Así como alguien que come constantemente comida preparada olvida cómo cocinar con el tiempo, nuestra mente puede volverse perezosa con ideas prefabricadas. Entonces, ¿cuál podría ser la solución? En lugar de rechazar la IA por completo, una solución podría ser aprender a usarla como una herramienta útil. Por ejemplo, es posible tomar ideas de la IA y añadir nuestras propias interpretaciones, imprimir un primer borrador y luego perfeccionarlo con nuestros toques creativos. De esta manera, podemos inspirarnos en la tecnología sin depender de ella. No lo olvidemos: lo que mantiene nuestra inteligencia activa no es la manera fácil de llegar a una conclusión, sino el proceso mismo de pensar, experimentar y crear.
ntv