Es importante perdonar: los científicos descubren el mecanismo de la curación emocional

En un estudio pionero, un grupo de científicos de la Universidad de Duke (EE. UU.) realizó un descubrimiento importante sobre la naturaleza del perdón y su impacto en la memoria humana. Tras una serie de experimentos con casi 1500 personas, los investigadores concluyeron que el perdón no borra ni distorsiona los recuerdos de eventos dolorosos, pero sí cambia radicalmente nuestra actitud emocional hacia ellos.
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La investigación de Gabriela Fernández-Miranda del Laboratorio de Imaginación y Cognición Modal surgió de una paradoja observada en las sociedades postconflicto.
“¿Cómo pueden las víctimas de crímenes atroces en Colombia —desplazamientos forzados, asesinatos, masacres— perdonar tales atrocidades cuando a muchos de nosotros nos resulta difícil perdonar incluso agravios menores?”, preguntó Fernández-Miranda, lo que dio lugar a un proyecto de investigación de cuatro partes diseñado para comprender los mecanismos cognitivos del perdón.
Durante el estudio, los científicos probaron dos teorías contrapuestas. Según la teoría del "desvanecimiento episódico", el perdón hace que la persona recuerde la ofensa con menos frecuencia y, con el tiempo, el recuerdo del evento pierde claridad e intensidad emocional. Una teoría alternativa, la teoría del "desvanecimiento emocional", sugiere que el perdón no altera el recuerdo en sí, sino su matiz emocional: el evento se recuerda con la misma claridad, pero ya no causa un dolor agudo.
Los participantes en los experimentos que recordaron ofensas perdonadas mostraron emociones negativas significativamente menos intensas que quienes no pudieron perdonar. Al mismo tiempo, el nivel de detalle y claridad de los recuerdos se mantuvo estable: las personas recordaban con igual precisión tanto los eventos perdonados como los no perdonados. Este efecto persistió incluso considerando la gravedad de la ofensa: el perdón no hizo que las acciones del ofensor fueran menos reprensibles a ojos de la víctima, pero sí modificó su reacción emocional ante el recuerdo.
Los resultados de la tercera etapa del estudio, donde los participantes recordaron situaciones en las que ellos mismos fueron agresores, fueron especialmente reveladores. Independientemente del rol —víctima u agresor—, el perdón produjo cambios similares: la memoria retuvo los hechos, pero la carga emocional del recuerdo se debilitó. Como señala Fernández-Miranda, «perdonar no es olvidar; recordamos con igual precisión las ofensas perdonadas y las no perdonadas. Pero el recuerdo de las ofensas perdonadas ya no evoca las mismas reacciones emocionales intensas».
Los participantes que perdonaron a sus ofensores mostraron un deseo significativamente menor de venganza y mayor benevolencia. Según los expertos, fue la transformación de la respuesta emocional al recuerdo, y no el cambio en el recuerdo en sí, lo que posibilitó la reconciliación.
Un efecto secundario interesante se relacionó con los juicios morales: los participantes tendían a considerar las transgresiones perdonadas como ligeramente menos inmorales, aunque seguían siendo inaceptables. Los investigadores sugieren que esto podría ser una especie de compensación psicológica que facilita la reconciliación: una ligera suavización de los juicios morales ayuda a reducir la tensión emocional.
Sin embargo, el estudio tiene sus limitaciones. Todos los datos se recopilaron mediante encuestas en línea en países occidentales y se centraron principalmente en agravios relativamente menores, como discusiones entre amigos o infidelidades. Fernández-Miranda enfatiza la necesidad de probar estos hallazgos en contextos culturales más diversos y en delitos más graves. Su equipo actualmente realiza estudios comparativos en Estados Unidos y Colombia, incluyendo a víctimas de violencia política.
Como señalan los autores, su descubrimiento confirma la creencia popular de que «perdonar no significa olvidar»: «El perdón no requiere olvido; nos permite recordar sin dolor. Este mecanismo subyace a la capacidad de la humanidad para superar incluso los conflictos más terribles, preservando su recuerdo como una lección, no como una herida abierta».
En el futuro, el equipo de investigación planea estudiar la base neurobiológica de este fenómeno, así como desarrollar métodos prácticos para ayudar a las personas a utilizar conscientemente los mecanismos de atenuación emocional para sanar los agravios.
“Comprender los procesos cognitivos detrás del perdón es especialmente importante en el mundo actual, que está lleno de conflictos y traumas, desde disputas familiares hasta guerras y desastres humanitarios”, concluye Fernández-Miranda.
mk.ru