No, la crianza de los hijos no ha terminado. La seriedad política puede ser...

Algunos dicen que el gobierno ataca a las familias. Que quiere dificultar la paternidad. Que convierte la lactancia materna en un lujo y aniquila el duelo gestacional. E incluso hay quienes, tanto en la izquierda como en la derecha, usan estas mentiras con peligrosa facilidad. Basta con observar el coro reciente: el Partido Socialista, que en 2023 aprobó una reforma laboral desastrosa e inconexa; Chega, que abogó por horarios más estrictos y disciplina laboral; y ahora la Iniciativa Liberal, que, entre llamados a la desregulación total, parece acusar al gobierno de "recortar derechos" y "complicar la vida de los cuidadores familiares".
Se trata de decir: ¡tengan un poco de decencia!
Porque los hechos son diferentes. El proyecto de ley Labor XXI fortalece la paternidad como ningún otro lo ha hecho antes. Por primera vez, la baja parental compartida se pagará al 100% durante 180 días, un avance histórico y una clara inversión del Estado. La presencia del padre después del parto también se refuerza: de 7 a 14 días obligatorios. No son palabras; son medidas concretas con un impacto directo en las familias.
Aun así, hubo quienes prefirieron ignorar todo esto para generar problemas, como si esta reforma fuera un ataque a las mujeres y las familias. Esto es falso. Y hay que decirlo sin rodeos.
Comencemos con el llamado duelo gestacional. Mucho se ha dicho, poco se ha explicado. La norma que el gobierno propone eliminar preveía tres días de ausencia, pagados directamente por el empleador, con una aplicación desigual y, a menudo, con incertidumbre sobre su alcance. En cambio, lo que el sistema ya ofrece, y seguirá ofreciendo, es una licencia médicamente recomendada para la interrupción del embarazo, pagada íntegramente por la Seguridad Social, de 14 a 30 días. Al proponer la eliminación del régimen de duelo gestacional, el gobierno no está reduciendo derechos, sino clarificándolos y garantizando que el apoyo provenga de un mecanismo público, con normas universales y financiación adecuada.
Luego está la lactancia materna, que se ha convertido en el nuevo coco de la oposición. El derecho sigue siendo intocable; lo que se propone es un límite claro: dos años, de acuerdo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Actualmente, este derecho no tiene límite temporal, lo que genera incertidumbre, conflictos, interpretaciones abusivas e incluso desconfianza en el ámbito laboral, como ya han confirmado diversas entidades, desde el sector empresarial hasta el sector social.
Al mismo tiempo, el plazo para presentar un certificado médico se amplía a seis meses, precisamente para proteger a la madre y evitar presiones encubiertas. Esto no es un recorte. Se trata de garantizar el respeto y la vigencia de este derecho.
Por fin, ¡la flexibilidad horaria para quienes tienen responsabilidades familiares sigue garantizada! Conciliar la vida laboral y familiar es un objetivo importante, pero también requiere normas claras, en particular respecto a los requisitos derivados del horario laboral de la empresa o la naturaleza de las funciones del empleado. Ignorar esto es infantilizar el debate o manipularlo con fines partidistas.
El proyecto de Ley Laborista XXI es una reforma técnica, reflexiva, socialmente responsable y equilibrada. No revierte derechos, sino que corrige distorsiones y refuerza la credibilidad del Estado del Bienestar. Se lanzó para generar debate público, para ser discutido en la Concertación Social y, posteriormente, en el Parlamento. Puede y debe ajustarse e incluso mejorarse. Este ruido proviene de quienes nunca han hecho nada por estas causas, ni siquiera han presentado propuestas de mejora, pero ahora han descubierto una oportunidad para atacar al gobierno.
Portugal no necesita histeria legislativa ni reformas que acaparen titulares. Necesita valentía, rigor y medidas que mejoren la vida de las personas. Y en este sentido, ¡este proyecto de ley cumple!
¡Toda esta desinformación y ruido ocurre cuando los gobiernos implementan cambios! Cuando los gobiernos intervienen para no dejar todo igual.
observador