Transformar la ciencia en valor: la misión de la nueva Agencia

La creación de la nueva Agencia de Investigación e Innovación, anunciada por el Gobierno en los últimos días, podría marcar un antes y un después para Portugal. Si alcanza su potencial, esta entidad podría transformar finalmente nuestro ecosistema científico y tecnológico en una fuerza cohesionada y orientada a resultados, capaz de generar verdadero valor económico. Para lograrlo, será esencial que la agencia cuente con una visión estratégica clara y una coordinación eficaz entre todos los actores involucrados en la producción y aplicación del conocimiento.
El talento existe. Portugal cuenta con investigadores altamente cualificados, una sólida infraestructura científica y un ecosistema de innovación cada vez más diverso: universidades, institutos politécnicos, laboratorios asociados, unidades de I+D, centros de interfaz, CoLabs, centros de tecnología e innovación (CTI) y las propias empresas. Lo que a menudo falta es una estrategia integrada que transforme este potencial en un impacto económico real. La nueva agencia solo tendrá éxito si integra con éxito la investigación fundamental y aplicada, el desarrollo tecnológico y la transferencia de conocimiento de forma continua y centrada en la competitividad.
La creación de la Agencia de Investigación e Innovación será el resultado de la fusión de la Fundación para la Ciencia y la Tecnología con la Agencia Nacional de Innovación. Bajo la doble autoridad de los Ministerios de Ciencia y Economía, la nueva entidad busca aunar recursos, agilizar procesos y optimizar el uso de los instrumentos de financiación disponibles. La ambición es loable, pero su eficacia dependerá de la capacidad para eliminar barreras y fomentar vínculos sólidos entre la ciencia fundamental, la ciencia aplicada y el mercado.
Para tener un impacto real, esta nueva agencia debe alinear las prioridades entre la investigación científica y los desafíos económicos, manteniendo al mismo tiempo la independencia de la ciencia fundamental. Asimismo, debe reunir a todos los actores del ecosistema en proyectos multidisciplinares, en los que la ciencia fundamental y la aplicada colaboren desde el principio, y promover el intercambio de datos y recursos para evitar la duplicación de esfuerzos. Será prioritario, además, simplificar y estabilizar la financiación, facilitando la planificación a medio y largo plazo, y fomentar la innovación y la transferencia de tecnología mediante el apoyo a la investigación y el desarrollo, el prototipado, la certificación y la industrialización de soluciones.
En este contexto, los centros de tecnología e innovación (TIC) desempeñan un papel fundamental. Actúan como nexo operativo entre la investigación y la industria, desarrollando, validando y transfiriendo tecnología a las empresas. Gracias a su labor, el conocimiento se transforma en valor, materializado en nuevos materiales, productos, servicios y procesos innovadores y competitivos. Ignorar o subfinanciar estos centros supondría desperdiciar años de inversión pública y obstaculizar la capacidad de Portugal para responder a las dos grandes transiciones que ya configuran el presente y el futuro: la transición digital y la transición climática y energética.
El Presidente de la República ya ha advertido que podría vetar la medida si existen dudas sobre su solidez. Esta advertencia debe aprovecharse para debatir la reforma con todo el ecosistema, evitando que la nueva agencia se limite a un cambio administrativo.
Se necesita más innovación portuguesa, lo que requiere una visión integrada, financiación estable y la valentía política para coordinar la ciencia y la economía. Solo así la nueva agencia se convertirá en un verdadero motor para impulsar la competitividad de nuestro país.
observador