Muere a los 93 años el dibujante Jaguar, fundador de 'O Pasquim'

Fue durante su estancia en Pasquim que acabó preso, en la segunda mitad de 1970. En aquella época, el periódico hizo una sátira con el sketch «Independência Ou Morte», de Pedro Américo, en el que, en lugar de la famosa frase, Dom Pedro decía: «¡Quiero mocotó!» [Referencia a la canción de Erlon Chaves].
La semana que parte de la redacción fue a la cárcel (o se enfermó de gripe, como se decía debido a la censura), Jaguar había ido a pescar a Arraial do Cabo. Al regresar, le aconsejaron que se escondiera. "Para que vean lo surrealista que es Brasil, me alojé en casa de uno de los tipos más reaccionarios: [el presentador] Flávio Cavalcanti. Nadie buscaría a un subversivo en casa de Flávio Cavalcanti [Risas]", recordó a ABI.
Más tarde, Paulo Francis, quien estaba en prisión, lo llamó para pedirle que se entregara, "si no, nadie saldría". Fue con Sérgio Cabral, también prófugo, y se entregaron. Con el paso de las décadas, Jaguar se acostumbró a relatar con humor su tiempo en prisión, como los frecuentes sobornos que hacía a los guardias para poder beber cachaça a diario en su celda. "Ziraldo se enoja cuando empiezo a contar estas anécdotas graciosas porque cree que dañan nuestra imagen pública. 'Tío, te burlas de nosotros, todos se ríen... ¡Parece que era una broma! No lo era, lo sé'", reflexionó. Pero su tiempo en prisión durante los "años de plomo" fue solo uno de los muchos temas que Jaguar mencionó entre risas.
Siguiendo hablando de la dictadura, recordó la forma en que Pasquim intentó burlar la censura, que se intensificó en 1974: «La cosa se puso fea, porque todo tenía que enviarse a Brasilia. Teníamos un montón de secretarias copiando a Os Sertões, Rachel de Queiroz... Así que, de cada 20 páginas, solo tres eran de O Pasquim. Pero ellos [los censores] tenían que leer toda esa basura, ¿sabes? Censuraron a Rachel, Fernando Sabino, Rubem Braga [RISAS]. Era una guerra de guerrillas, lo hicimos muy bien. Enviamos un volumen de material que alcanzaría para tres ediciones, con la esperanza de que, después de los recortes, lo que volviera salvara al menos una».
Aun con esta táctica, los retrasos se hicieron más frecuentes, lo que hizo que la publicación perdiera parte de su relevancia. "Fue entonces cuando empezó el declive. Por no hablar de los incendios y explosiones en los quioscos". El semanario siguió publicándose hasta octubre de 1991, cuando el público ya votaba directamente al presidente, y las ventas estaban lejos de ser las mismas que en su época dorada.
La democracia es terrible para este tipo de publicaciones. Antes criticábamos al gobierno. Y solo nosotros, ¿no? La llamada 'prensa enana'. Cuando cualquiera puede criticar al gobierno, se convierte en un desastre. La democracia es lo peor para un periódico de humor y sátira, desde el punto de vista económico —analiza Jaguar—.
uol