La dificultad y la importancia de estar solo

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La dificultad y la importancia de estar solo

La dificultad y la importancia de estar solo

No todos podemos o disfrutamos estar solos. Porque estar solos es hablar con nosotros mismos. Se trata de escucharnos a nosotros mismos en el silencio de nuestros pensamientos, los buenos pensamientos, pero también aquellos que quisiéramos apartar. Recordando las cosas más difíciles que sería genial si pudiéramos olvidar. No siempre es fácil escuchar lo que tenemos que decir. El diálogo no siempre es sencillo, pacífico o alentador. Y es por eso que a veces concertamos citas con multitud de cosas y posponemos indefinidamente un encuentro a solas con nosotros mismos. Encendemos la radio, encendemos la televisión, miramos el móvil.

Hoy en día, el diálogo es cada vez más escaso. Las tecnologías nos mantienen constantemente en contacto con otros, con juegos, vídeos, lo que sea. Incluso en situaciones en las que un encuentro interior sería inevitable, como en el camino a la escuela, durante las comidas que comemos solos o en la ducha. A veces, parece que ni siquiera sabemos qué estamos buscando en ese pequeño dispositivo brillante, pero nos quedamos allí esperando que algo nos distraiga de nosotros mismos.

Es como una vida media, permeable a todo lo que viene de fuera y cerrada a lo que se pueda encontrar y descubrir en el interior.

Es arriesgado vivir en este limbo, donde uno no está ni verdaderamente solo ni verdaderamente acompañado. En el que el pensamiento y el diálogo interior escasean. Especialmente cuando estás creciendo.

Es en este mundo interior cada vez más pequeño donde viven los recuerdos, las fantasías, los deseos, los miedos, las debilidades y los sentimientos. Es donde se genera el autoconocimiento, la toma de decisiones consciente y la regulación emocional. Y también creatividad e introspección.

Pensar es una forma reflexiva de abordar la agresión y el deseo. Cuando no podemos –o no debemos– actuar según un impulso, podemos pensarlo y transformarlo. En otras palabras, pensar puede ser una forma de canalizar y transformar impulsos de un modo no sólo sensato, sino también creativo, productivo o aceptable. Esto es precisamente lo que creemos que a los jóvenes (y a otros) les resulta cada vez más difícil hacer. A menudo actúan precipitadamente, mostrando poca capacidad para detenerse, pensar y reflexionar. Por ejemplo, cuando alguien dice o hace algo que les ofende, muchos reaccionan impulsivamente. Como si los recursos internos se hubieran extinguido en esta especie de apagón o entumecimiento interior.

Pero hay una serie de comportamientos sencillos que pueden ayudarnos a redescubrir y revitalizar nuestro mundo interior. Además de reducir el uso automático del celular eliminando las notificaciones constantes, podemos obligarnos a tomarnos momentos lejos de las pantallas. Acostumbrarse a leer más, con placer y sin prisas, escribir un diario, notas o pensamientos, interactuar abiertamente con los demás, sin interrupciones ni muletas. Y no huyas del aburrimiento. Acéptalo y disfrútalo. No veas estos momentos como un desperdicio o un objetivo a derribar, sino como momentos ricos de crecimiento, reflexión y elaboración. No ignoremos las fantasías, los deseos, las angustias y los recuerdos, sino, por el contrario, dejémonos enredar lentamente en este universo. Mimar lo más nuestro y preciado y que nos permite ser personas más completas, equilibradas y sensatas en un mundo cada vez más superficial, fugaz y reactivo.

Jornal Sol

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