Ataque a las nucleares para escurrir el bulto

Sánchez señala a los propietarios de las centrales pese a no conocer todavía las causas del apagón.
Resulta desolador que Pedro Sánchez usase ayer su comparecencia en el Congreso de los Diputados, prevista inicialmente para dar cuenta del plan de aumento del gasto en Defensa, para embestir nuevamente contra las empresas privadas del sector eléctrico, y en concreto las propietarias de centrales nucleares. Sobre todo, porque lo hizo instantes después de anunciar que su Gobierno todavía no puede dar una explicación completa de las causas del histórico apagón que dejó sin suministro de electricidad a toda la península ibérica el pasado 28 de abril y que necesitará más tiempo para completar las pesquisas en curso.
Parece un sinsentido que sin tener un diagnóstico final del inédito colapso del sistema eléctrico el presidente se permita señalar públicamente a algunos de los operadores privados del mismo en un tono aún más agresivo del que utilizó el día posterior al apagón. No es la primera vez que Sánchez trata de derivar sus responsabilidades políticas en otros dirigentes políticos o en el empresariado, pero en este caso ha ido más allá con el objetivo de proteger la agenda climática de su Ejecutivo, que ha priorizado las energías de fuentes renovables en detrimento de las demás, lo que según los expertos ha hecho al sistema más vulnerable y expuesto a episodios como el del pasado lunes.
Ante las críticas de la oposición por este motivo, aseveró que no hay ninguna evidencia empírica de que la súbita caída del sistema estuviera provocada por un exceso de renovables o por la falta de centrales nucleares en España. Si eso es así, cabe preguntarse por qué se permite Sánchez señalar públicamente con un inquietante discurso populista, al señalar a los "ultrarricos que presiden las energéticas" o por qué insiste en demonizar a una energía segura, fiable y barata como la nuclear, por la que todos los países de nuestro entorno están volviendo a apostar precisamente para garantizar su autonomía energética.
Por contra, su Gobierno ha impuesto una elevada carga fiscal sobre las nucleares, en parte para financiar su cierre programado a partir de 2027, que hace inviable su operativa en un mercado en el que se ha inducido una carrera a la baja de los precios mayoristas. Por ello, las responsabilidades políticas que Sánchez proclamó que se van a depurar no pueden limitarse a buscar una cabeza de turco, sino que deben incluir una revisión de la política energética nacional atendiendo las recomendaciones de los técnicos que fueron ignoradas por el Ejecutivo antes del apagón.
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