Los rumores sobre el despido del presidente de la Reserva Federal sacuden de nuevo el dólar

Una nueva oleada de especulaciones sobre el futuro del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, han provocado este miércoles una pequeña borrasca en los mercados. Los inversores han amanecido con noticias sobre una reunión a puerta cerrada del presidente Donald Trump con congresistas de su partido en la que se discutió abiertamente la posibilidad de cesar fulminantemente a Powell, amparándose en la campaña de descrédito lanzada por la Casa Blanca contra el banquero central, acusándole de estar renovando la sede de la institución con toda clase de lujos con el dinero de los contribuyentes.
En el encuentro, según ha contado The New York Times, el presidente esgrimió una carta, supuestamente con el cese del banquero y su firma, y preguntó si debería enviarla. La congresista Anna Paulina Luna, republicana de Florida, publicó un mensaje muy claro en la red social X mientras estaba en la sala: "Jerome Powell será despedido. El despido es inminente", celebró.
Tras un arranque severo, las Bolsas rebotaron desde mínimos cuando el presidente, desde el Despacho Oval, afirmó que "no planea hacer nada" con el presidente de la Fed, al menos de momento, y que esas charlas con políticos eran sólo discusiones sobre escenarios "en teoría". El mercado, como ya hizo con los aranceles, se agarra a un clavo ardiente, porque las palabras de Trump son cualquier cosa menos tranquilizadoras. El dólar, que ha tenido sus peores seis meses de arranque de año desde la década de los 70, moderó su caída, pero aun así se deja un 0,2%.
Tras reprobar la labor de Powell, insistir en que es "terrible" y muy malo como banquero central, y decirle que hace tiempo que tendría que haber bajado los tipos, como ha hecho por ejemplo el BCE en Europa, el presidente sólo ha respondido con evasivas a la pregunta de si está preparando un cese: "No planeamos hacer nada", dijo primero a los periodistas en la Casa Blanca. "No descarto nada, creo que es muy improbable. A menos que tenga que irse por fraude", añadió como corolario. Y ahí está la clave. Echarlo, u obligarle a que se vaya, a cambio de no ir a por él con el pretexto de unas obras que concluirán cuando él ya no vaya a estar al frente de la institución.
Trump necesita desesperadamente que se vaya para completar su plan, que pasa por aranceles y por préstamos más baratos si logra que los tipos de interés bajen hasta el 1%, un objetivo imposible a corto plazo dado que ahora mismo están en el 4% y hay presiones inflacionistas muy claras y dudas sobre la composición del crecimiento. Nada de eso parece importante, y su equipo económico no sólo no discrepa, sino que parece alimentar esas teorías, mientras todos los altos cargos y asesores se posicionan personalmente como posibles reemplazos de Powell.
Por eso entre todos llevan más de seis meses criticándolo, insultándolo, intentando ridiculizarlo, en público y en privado. El presidente ha intentado todas las presiones imaginables, pero para su enorme frustración, no funcionan. "Lo insulto de todas las maneras posibles para que haga algo. Lo hago de todas las maneras posibles. Soy desagradable. Soy amable. Nada funciona", admitió sin problemas el mes pasado ante las cámaras. Pero Powell, nombrado por Trump en noviembre de 2017, renovado por Joe Biden y que termina su mandato en mayo de 2026, no se da por aludido. Sigue en su puesto sin intención de dimitir, sigue liderando el frente que considera muy precipitado bajar tipos de interés por la incertidumbre creada por las políticas económicas de Trump. Y sigue hablando en sus intervenciones del riesgo inflacionista y para el PIB de los aranceles, la propuesta estrella de la administración.
Agotadas las vías tradicionales, el Gobierno se ha lanzado a por las menos ortodoxas. Desde hace dos semanas, la administración está acusando a Powell de ser el responsable del sobrecoste de las reformas de la sede de la Reserva Federal, asegurando sin ningún tipo de pruebas que costarán 800 millones más de lo previsto por porque se hayan encarecido los materiales o la mano de obra, sino por el presunto amor por el lujo del banquero central. "La renovación asciende a 2.500 millones de dólares, aproximadamente 700 millones más que su costo inicial. Estas renovaciones incluyen terrazas ajardinadas en la azotea, fuentes, ascensores VIP y mármol de primera calidad. El coste es el doble del de renovar un edificio federal histórico común y corriente. ¡El Palacio de Versalles habría costado 3.000 millones en dólares actuales!", escribió en una carta oficial el responsable de Presupuestos de la Casa Blanca.
No es sólo eso. El equipo del presidente ha lanzado una campaña de difamación de la mano de sus más fieles del Congreso y los medios, sosteniéndola sobre la idea de que Powell mintió en sus comparecencias en el Capitolio. Y que eso sería motivo más que suficiente para su despido. No sería por sus decisiones monetarias, sino por otros motivos. Y por tanto, legal.
Esa es la puerta trasera para ejecutar su despido, si es que Powell no se hace a un lado antes. Porque Trump no puede hacerlo por las buenas. Lo ha pensado, sus servicios jurídicos lo han estudiado detenidamente, y aunque creen que tienen una oportunidad, la posición del Tribunal Supremo en esta materia (a diferencia del resto de despidos de funcionarios y reguladores desde enero, que la alta corte ha ido avalando) es que sería ilegal sin una causa justificada. Y no bajar los tipos de interés al gusto del Ejecutivo no lo es.
Los mercados, pese a la aparente calma de los últimos tres meses, en los que ha recuperado buena parte de lo perdido tras la declaración de guerra comercial a todo el planeta, llevan muy mal este tipo de injerencias, al más puro estilo de Recep Tayyip Erdogan, que si para algo han servido es para llevar la inflación por encima del 30%. Despedir a Powell no sólo implicaría una batalla legal sobre límites de la autoridad de Trump, sino que inevitablemente alteraría los mercados, especialmente ellos de bonos. Un presidente de la Fed más que dispuesto a bajar mucho los tipos (o más bien a empujar por ello, ya que las decisiones las vota la junta de la Fed) podría ser bienvenido en activos de riesgo como las acciones.
elmundo