Se le va el triunfo en Pamplona por fallar con el acero

Si hubiera sido otra plaza y no la de Pamplona, se estaría hablando en grande de la actuación de Pablo Aguado. Igual si su espada rubricara dos faenas de tronío.
El torero de Sevilla dejó su aroma de torero caro en la corrida de ayer, una de las estelares de la Feria de San Fermín, pero sus fallos con la espada en ambos enemigos le dejaron sin premios.
El público festivo, con ruido, volvió a decir presente en los tendidos del coso Monumental, y en las faenas que intentó Juan Ortega estaban en lo suyo, y no en lo que pasaba en el ruedo.
Andrés Roca Rey, el triunfador del ciclo pasado y único torero con dos tardes en esta edición, no tuvo tela de donde cortar y el peruano se fue entre silencios.
Y Aguado se encandiló en sus dos toros, de Jandilla, ganadería que tuvo ejemplares de mucho empaque.
Su primero, tercero en la lidia, se llamó “Histórico” y el andaluz estuvo en un plan tan artista, que a él le importó poco que lo vieran y le dieran atención, o no. Bordó el toreo, con su clase ya conocida, aprovechando las condiciones del astado y fue cumbre su labor. Una pena que el acero no haya sido certero, porque pudo consagrarse en Pamplona como uno de los grandes triunfadores de los últimos años.
Igual con el que cerró plaza pudo tocar pelo, toreando muy en su estilo, pero la toledana volvió a quedarse defectuosa en la suerte suprema. Toreo bueno, que tal vez muchos ni vieron.
yucatan