La dinamita roja de Vingegaard quiere el maillot rojo de la Vuelta

Dinamita roja para el maillot rojo. La Vuelta a España empieza hoy en Italia, en Turín, pasa por Francia y por Andorra de camino hacia Madrid pero donde realmente quiere irse es a Dinamarca, tierra de Jonas Vingegaard. Nunca en 80 ediciones un danés ha ganado la ronda. Muchas etapas, desde los tiempos de Kim Andersen hasta las seis que tiene el cazador Magnus Cort, pero nunca se han llevado el triunfo final. Ni con Riis ni Rasmussen ni Fuglsang.
El líder del Visma-Lease a Bike, que corre con el casco pintado con la bandera de su país para distinguirse, sabe que, a los 28 años, está ante una oportunidad única.
Poco botín y poco glamour El danés solo ha podido ganar en dos años el Algarve, Polonia, la Tirreno y O Gran CamiñoCuando se presentó el recorrido, con 11 finales en alto, se leyó casi como un cheque en blanco para Pogacar pero el esloveno, tras llegar de amarillo a París, declinó esa invitación tan suculenta y ha optado por preparar a conciencia intentar reeditar su maillot de campeón del mundo en Ruanda el 28 de septiembre. Allí no coincidirá con el danés.
Sin el tetracampeón del Tour en liza, no hay nadie más brillante y constante que Vingegaard. Solo hay que ver que desde el 2021 siempre ha estado en los dos primeros cajones del podio en las seis grandes que ha disputado. Además, al escalador que es se le adaptan a la perfección las etapas duras con encadenados de puertos como los de Pal (6.ª), L’Angliru (13.ª), La Farrapona (14.ª) y la Bola del Mundo (20.ª).
Dos finales míticos L’Angliru trae grandes recuerdos a Jonas del 2020 y el 2023 pero no conoce la dureza de la Bola del MundoLa Vuelta en agosto y septiembre siempre ha tenido un efecto curativo en los ciclistas. Así llegaron los cuatro triunfos de Roglic y Heras, poco afortunados en julio. Vingegaard, campeón de dos Tours (2022 y 2023), ha sufrido como pocos la expansión del voraz Pogacar, que apenas deja las migajas. El palmarés del danés se ha resentido estos dos últimos cursos, hasta el punto de que solo se ha podido apuntar carreras sin tanto glamour como el Algarve, la Vuelta a Polonia, la Tirreno y O Gran Camiño. Poco botín.
No hay duda de que el danés viene a por todas, el potencial del Visma que le acompaña no engaña (Jorgenson, Kuss, Campenaerts, Kelderman y Tulett). “Estoy aquí para ganar la Vuelta, y con el apoyo del equipo, se trata de un objetivo realista”, declaró, aceptando el cartel de favorito, seguramente porque la ronda española le trae buenos recuerdos.

Jonas Vingegaard con el equipo Visma en Turín
MARCO BERTORELLO / AFPEn sus dos participaciones, 2020 y 2023, el Visma ganó la general y en ambas se ascendió el Angliru. En las terribles rampas del puerto asturiano siempre apareció el mejor Vingegaard. En su debut, siendo un desconocido, brilló como gregario de Roglic. En su segunda experiencia, a punto estuvo de vestirse de líder allí aunque finalmente se permitió el lujo de no pelearle el triunfo final a su colega Kuss, ya de rojo.
Después del Giro y el Tour En el duelo infinito, el superequipo del Visma tendrá que lidiar con los líderes del UAE, Ayuso y AlmeidaEn un duelo que se repite todo el año, el Visma tendrá que lidiar con el UAE de João Almeida y Juan Ayuso. Ni el portugués ni el español han tenido suerte respectivamente en el Tour (caída) y el Giro (picada de abeja en la cara tras ser desbancado por Del Toro). Ayuso, de 22 años, encadena fiascos en sus dos últimas grandes y recuperar sensaciones tras ser tercero en el 2022. Es la gran baza española, sin Enric Mas, con Landa pensando en una etapa y en el debut de Markel Beloki.
A diferencia de lo que sucede en el Giro, que se gana en la última semana, o en el Tour, donde las diferencias se hacen en la segunda, a la Vuelta hay que llegar con chispa a la salida. No solo por los cinco finales en alto (Limone –el domingo–, Ceres, Pal, Cerler y Valdezcaray) sino también por la contrarreloj por equipos (24 km) del miércoles en Figueres. Las escapadas sorpresas de Kuss (2023) en Javalambre y de O’Connor (2024) camino a Yunquera también lo atestiguan. El rojo necesita dinamita.
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