Perdón por la insistencia

Josep y Carmen son los nombres ficticios de una pareja con la que se sentirán identificados muchos lectores. Nuestros protagonistas bajan andando cada día desde la plaza Kennedy hasta el centro de Barcelona. El médico les ha recomendado caminar, y Josep, de 71 años, y Carmen, de 70, le hacen caso. Descienden por Balmes hasta la Diagonal, giran a la izquierda hasta paseo de Gràcia y, sorteando turistas, alcanzan Consell de Cent.
En ese pretendido eje verde repleto de coches, furgonetas y con un continuo y peligroso flujo de bicicletas y patinetes, la pareja se toma un café. Es la hora de volver a casa, pero hoy las fuerzas están fallando y hay que subirse al V13. Se han dejado la T-Familiar en casa y tienen que pagar su billete: 2,65€ + 2,65€. 5,30€. Y una vez más emerge el mismo tema. Si Josep y Carmen vivieran en el madrileño barrio de Malasaña y no quisieran regresar a casa andando por los bulevares (Alonso Martínez, Bilbao, San Bernardo y Argüelles), subirían gratis al autobús con su tarjeta de la Comunidad de Madrid.
A principios de este año, en este espacio se publicó el artículo “Transporte gratuito +65”. En aquella pieza se ponía de relieve el hecho de que en la Comunidad de Madrid los mayores de 65 años no pagan transporte público. Cero. Un simple artículo no tiene por qué desencadenar los mecanismos del Gobierno autonómico, pero sí que tiene la posibilidad de generar opiniones y constatar, primero, que la gratuidad del transporte +65 en Catalunya es una necesidad ciudadana, y, segundo, que el tema no está en la agenda de nuestros gobernantes.
Catalunya debería ofrecer las mismas ventajas sociales que MadridEn un momento en que la carga impositiva en Catalunya es de las más altas de Europa, y que nuestra población de +65 alcanza el 19% del total, se observa que los políticos del discurso de las ciudades verdes, sostenibles y más humanas se olvidan de la gratuidad del transporte +65.
Catalunya debería ofrecer las mismas ventajas sociales que Madrid. Simple. ¿Qué ocurriría? ¿Que la situación no podría sostenerse y que se tendría que pensar en una redistribución más equitativa de los recursos? Bien, hagámoslo. Todos iguales.
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La comunidad catalana +65, compuesta por personas de la generación grandiosa (1915-1925), la generación silenciosa (1926-1945) y los boomers (1946-1964), ha pasado por muchas penurias, trabajado lo indecible y pagado muchos impuestos. No estaría de más que el president Illa terminara con esa discriminación y gestionara esa gratuidad tan necesaria. Y perdón por la insistencia.
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