Nueve pueblos con encanto en la provincia de Alicante que no están en la playa

Pensar en la provincia de Alicante, supone hacerlo en sus pueblos más icónicos: desde las casitas de colores de La Vila Joiosa, hasta esa cúpula del Mediterráneo llamada Altea, pasando por el encanto marinero de Xàbia o Dénia. Iconos con encanto que, especialmente en los meses de verano, se embriagan de salitre, pareos tendidos al sol, las traviesas buganvillas, el aroma a higuera pero también muchos turistas.
Cuando se trata de ir más allá de los destinos de siempre, la geografía de la Costa Blanca revela secretos de interior a través de estos pueblos menos conocidos que no puedes perderte.
Agost
Agost se caracteriza por su rica tradición alfarera y su entorno montañoso
APA 23 kilómetros de la ciudad de Alicante encontramos Agost, un pueblo envuelto por cultivos de vid y alcachofa donde las vecinas regalaban sacos de almendras a Yul Brynner durante el rodaje de la secuela de Los Siete Magníficos en 1967. Sin embargo, más allá de los reclamos hollywoodenses, Agost es popular por otros motivos: la enorme estatua de su lirainosaurus, símbolo del yacimiento paleontológico Límite K/7 Capa Negra o, especialmente, su legado alfarero en forma de lugares como el Museo de Alfarería, instalado en un taller de principios del siglo XX, junto con la visita a talleres artesanos como los de Emili Boix o Severino Boix.
Alcolecha
Alcolecha es un pequeño pueblo alicantino rodeado de huertos
ElJDR104 / Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0)Al noroeste de la sierra de Aitana, la más alta de la provincia de Alicante, Alcolecha se asemeja a una especie de espejismo en mitad de una escalera de huertos fragantes. Este pueblo de montaña donde apenas viven 199 habitantes (según el censo de 2024) no solo es una piedra angular de diversas rutas de running y senderismo, sino también un suspiro del pasado a través de calles que terminan en lavaderos tradicionales, pozos de nieve o su casco antiguo, formado por monumentos como la torre de Alcolecha y la alquería de Beniafé.
Onil
Palacio fortaleza del Marqués de Dos Aguas, Onil
Lontananza / Wikimedia CommonsEl interior de la provincia resuena en todos los niños que acuden al pueblo de Onil, famoso por el Museo de la Muñeca alojado en un palacete señorial de finales del siglo XIX y que hoy supone un homenaje a la industria juguetera del municipio. Más allá de este imperdible, también podéis visitar el palacio fortaleza del Marqués de Dos Aguas de Onil, probar un buen gazpacho de torta a la pala, o extender el día en familia en casa Tápena. Este proyecto sostenible consiste en un conjunto de jardines mediterráneos donde la gran atracción es su laberinto y la posibilidad de alcanzar el cedro ubicado en su corazón. Si no haces trampa, puedes pedir un deseo que te será concedido.
Rojales
Las cuevas del Rodeo componen un complejo de viviendas tradicionales que hoy en día son un museo al aire libre que muestra la historia y la cultura de la zona
APLa conocida como Vega Baja de Alicante es la principal zona de huerta de la provincia, si bien suele ser un sector más olvidado por los viajeros. Y es que la tierra de Miguel Hernández no solo ofrece un recorrido literario único por su ciudad natal, Orihuela; sino también paisajes cromáticos como la laguna Rosa de Torrevieja o el pueblo de Rojales, famoso por sus cuevas del Rodeo. Un conjunto de hasta quince cuevas excavadas por antiguos mineros murcianos donde hoy se alojan los talleres de diversos artistas dedicados a la pintura, la peletería o la artesanía, entre otras artes.
Pedreguer
Jjardín de l’Albarda, de Pedreguer
fundemalbarda / InstagramEn este pequeño pueblo a pocos kilómetros de Dénia susurra un universo propio: sus calles hablan del noble oficio de las barxeras, mujeres que aún suelen crear capazos y artesanía con hojas de palma seca; descubrir en bicicleta los riuraus, construcciones típicas de característicos porches donde se dejaba secar la uva a pasa; o nuevos iconos como el jardín de l’Albarda. Lo que comenzó siendo el proyecto naturalista del ingeniero químico Enrique Montoliu en los años 80 se ha transformado en un paisaje de cuento donde cohabitan diversos ecosistemas mediterráneos combinados con arquitectura y artesanía típicas que regalan anfiteatros de cactus o enormes cúpulas azules abrazadas por festines de colores.
Turballos
Una calle de piedra de Turballos
Francesc Fort / Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0)A finales de los años 70, el sacerdote Vicente Micó, inspirado por las doctrinas de los seguidores cristianos de Gandhi, colaboró con los vecinos del municipio de El Comtat a fin de renovar una pedanía que convirtieron en una “comunidad ecuménica y no-violenta” llamada Turballos. Hoy, este pueblecito de calles de piedra autosuficiente y sostenible es el perfecto refugio para diversos talleres holísticos, huertos donde se pierden sus habitantes para recolectar las verduras y monumentos como su parroquia, símbolo de un viaje en tiempo y espacio fascinante.
Novelda
Santuario de Santa María Magdalena, una pequeña 'Sagrada Família' en Novelda
Alberto PiernasEn algún momento circulando por la A3, a la altura del pueblo de Novelda uno se pregunta qué hace una ‘mini Sagrada Família’ en lo alto de un cerro. Es la magia modernista del santuario de Santa María Magdalena, una rara avis en esta zona de viñedos y talleres alfareros surcada por el río Vinalopó y construido a principios del siglo XX bajo un diseño del ingeniero José Sala Sala. Tan solo una extensión del modernismo que recorre gran parte del pueblo, con ejemplos como la casa museo Modernista de Novelda, la casa Mira o el casino de Novelda.
Lee también Biar
El castillo de Biar preside la localidad alicantina
Getty ImagesLos pueblos mencionados reivindican un turismo de interior en la Costa Blanca que no se entiende sin el encanto de Biar. Con un casco antiguo donde la historia se lee con los pies mientras la mirada se pierde en sus balcones forrados de azulejos, portales como el de la Vila o la Torreta y calles medievales floridas de macetas y colores, Biar apunta siempre a su mayor atracción: el flamante castillo, construido en el siglo XII y formado por la torre del Homenaje, con su bóveda almohade y vistas que invitan a abrazar el paisaje.
La guinda Ruta de la pasarela de la presa de RelleuEste sendero habilitado sobre diversos tablones de madera propone una experiencia diferente para los amantes del turismo activo: caminar suspendidos a más de 50 metros de altura sobre el río Amadorio a su paso por el pueblo de Relleu. Ideal para los amantes de la adrenalina, podéis reservar una ruta previamente y disfrutar de una aventura que os hará flotar sobre el vacío.
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