Pecador, o el regreso del mito


Jannik Sinner (Ansa)
El Periódico Deportivo - EL RETRATO DE LA BONANZA
Después de tres meses de ausencia, el tenista aparece transformado: más maduro, reflexivo, cambiado físicamente, casi mítico en la narrativa que lo rodeaba. Ahora queda por ver si su tenis estará a la altura de la leyenda que le acompaña.
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Tengo la impresión, viéndolo de nuevo y escuchándolo de nuevo, de que Sinner está diferente, cambiado por estos tres meses en los que se vio obligado a permanecer fuera del tenis. Sus palabras son más valientes, su mirada más penetrante e incluso su físico parece más macizo. ¿Cómo será su tenis? A la espera de una respuesta que llegará desde el campo, se puede suponer que su forma de jugar también podría haber cambiado. Mientras tanto, su fama iba creciendo, algo que no se podía dar por sentado. El mito nace en ausencia de, a través de la narración de los pueblos que llega a nuestros oídos enriquecida con detalles a menudo imaginativos. El mito responde a la necesidad de ofrecer una respuesta creíble a muchos misterios, incluso existenciales. Es siguiendo este camino que encontramos a Pecador/mito, cuyas acciones apreciamos y cuyos poderes comprendimos mientras estuvo presente, sin llegar a descubrirlo plenamente. Y fue necesaria la ausencia, la incomodidad de una pérdida repentina, casi un duelo para los que amamos el deporte, para hacernos escarbar en nuestro interior y buscar alguna explicación más .
La gente hablaba de él, pero él permanecía en silencio. En entrevistas recientes ha dejado claro que lo que le ocurrió le conmovió como ser humano y que aprendió algunas lecciones de ello. ¿Qué pudo haber quedado en su cabeza de esta desagradable aventura que hubiera podido convertirlo en un hombre diferente? Su carácter competitivo sin duda le ayudará a encontrarse a sí mismo rápidamente, pero no es un hecho que eso ocurra inmediatamente, como si nada hubiera pasado . Cuenta el mito que guardó la raqueta durante un mes, que vagó con la cabeza y el cuerpo, dando vueltas por el mundo, para terminar en Sesto Pusteria, como orientado por una brújula biológica que lo devolvía inevitablemente cada vez al punto donde todo había comenzado. El mito dice que nunca vio ni un minuto de tenis por televisión (¿pero acaso existe la televisión para un mito?), que ni siquiera escuchó todos los rumores discordantes que circulaban sobre él y que le sorprendió la falta de mensajes de quienes consideraba amigos.
El mito también dice que la atención que le prestó a una bella mujer fue confundida con amor, como suele ocurrir en el molesto mundo de los chismes. Finalmente, el mito cuenta que Sinner (en la foto de Getty) se mantuvo como número 1 sin jugar, como si un encantamiento hubiera aprisionado a los pretendientes al trono, víctimas, en realidad, de un ungüento milagroso. Y éstos, encadenados, no tuvieron fuerzas para liberarse de su yugo. Pero lo que el mito no dice es que el destino de un niño tan especial no depende del pueblo, no tiene nada que ver con correspondencia falsa e imágenes robadas quién sabe dónde. No, su destino es quedar impreso en la historia independientemente de todos nosotros. Por suerte para él.
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