Cómo evitar un caporetto de investigación


Una imagen de la manifestación de protesta de los investigadores el pasado noviembre en Roma (Getty Images)
La reforma del reclutamiento, aunque animada por nobles intenciones, corre el riesgo de excluir entre 7.000 y 10.000 jóvenes del sistema público de investigación italiano. Por qué es esencial que el Parlamento apruebe una enmienda correctiva
Ante la indiferencia de muchos y el silencio de demasiados, en los próximos meses (si no semanas) un número comprendido entre 7.000 y 10.000 investigadores jóvenes y muy jóvenes no tendrán ninguna posibilidad de permanecer en el sistema de investigación público italiano . A ellos se suman miles de nuevos doctores que serán expulsados antes incluso de entrar. La búsqueda de quienes dieron los primeros pasos se detendrá . El reclutamiento en los fondos Airc, el buque insignia del país, será imposible . Los ganadores italianos de los consorcios europeos “Marie Curie Doctoral Network”, destinados a reclutar estudiantes de doctorado, deberán devolver los recursos asignados.
¿Las razones de esta pesadilla? Una reforma de la contratación realizada hace tres años con cero euros, operativa desde principios de este año, que introdujo el Contrato de Investigación (Cdr) como único instrumento disponible, y que, aunque animada por nobles intenciones, pone una piedra en el suelo sobre el futuro de la investigación en este país .
El Cdr es presentado por quienes lo promovieron y apoyaron como una herramienta para superar la condición “precaria” del sector de la investigación. Una afirmación, en mi opinión, totalmente engañosa, como también observó el profesor Antonio Graziosi, precisamente en el Foglio . Precario es aquel que, habiendo alcanzado una formación continua, estable y completa, no tiene acceso a oportunidades de estabilización. Pero aquí hablamos de jóvenes que quieren entender si ese es su camino: años en los que se consolida el CV, recorriendo a través de experiencias y actividades de investigación una progresiva profesionalización y especialización, requisito imprescindible para posteriores trayectorias de estabilización como –en la Universidad– investigadores tenure-track (Rtt). Tampoco podemos hablar de este período (y de la reforma relacionada con él) como un período de protección del “pre-rol”. No sólo porque es inevitable que no todos los que ingresan a universidades o instituciones de investigación durante algunos años después de su doctorado quieran o tengan la solidez para permanecer allí. Pero también porque el CdR no es “pre” de ningún “rol” y no garantiza el acceso a un rol universitario, de hecho la ley –quizás pocos lo saben– lo excluye expresamente.
Pero incluso si quisiéramos seguir estas narrativas, debemos preguntarnos cómo el nuevo CdR pretende “eliminar el empleo precario”. La respuesta es impactante: reduciendo a la mitad los puestos de investigación de nivel inicial disponibles para los jóvenes que completan su doctorado. Los números no mienten y son públicos. Están escritas en blanco y negro desde 2022 en el informe técnico de la oficina general de contabilidad del estado sobre la modificación máxima de la ley de conversión del decreto Pnrr 2 que introdujo los nuevos CdR. El informe señala que "el aumento del coste unitario del contrato [en comparación con las antiguas subvenciones de investigación, ed.] conducirá a una reducción del número de contratos financiables". Y que, frente a los 13.000 investigadores en activo en las universidades (datos de 2022), "con la entrada en vigor de la disposición [CdR], con los mismos recursos, esta cantidad se iría reduciendo con el tiempo, hasta alcanzar la cifra de aproximadamente 6-7.000 unidades". En otras palabras, “eliminamos el empleo precario” reduciendo a la mitad el número de jóvenes que se dedican a la investigación. Pero esto no es todo, el informe de los proponentes muestra cómo la eliminación ab-initio de los muchos jóvenes que quieren convertirse en profesionales acercándose al mundo de la investigación es exactamente la intención del CdR que, "costando más", contribuirá a "una canalización más precisa y funcional de los recursos, también con el objetivo de reducir la presión para ulteriores intervenciones regulatorias destinadas a estabilizar a los sujetos que han disfrutado de tales contratos". No sólo se reducen a la mitad los trabajadores precarios, sino también los problemas de estabilización.
Sin embargo, las cifras de la Oficina Estatal de Contabilidad corresponden al año 2022. Hoy en día, el número de jóvenes con becas de investigación casi se ha duplicado. De hecho, alentados por el PNRR, se les dijo a las universidades e instituciones: “Recluten a los jóvenes”. Hoy, con la ley de “recorte a los trabajadores precarios” (y no al empleo precario) se está haciendo lo contrario. Un auténtico “sistema” Caporetto del que alguien tendrá que asumir la responsabilidad. En este contexto, hay que recordar también que la gran mayoría de quienes fueron reclutados con becas de investigación después del doctorado, es decir, aproximadamente 11.500 unidades de 13.000, fueron financiadas por fondos competitivos, nacionales o internacionales, o por fondos privados. Este aspecto –que parece desconocido para los padres del CdR– significa que, incluso si al CdR, que tiene un coste bruto casi el doble del de la subvención de investigación para una red idéntica, se le asignaran nuevos recursos públicos, estos sólo afectarían al 10 por ciento de los beneficiarios.
Entre otras graves limitaciones del Contrato de Investigación (término ya inadecuado para el ámbito académico) están la drástica reducción de la autonomía del joven, ligada a la ejecución del proyecto del responsable; la imposibilidad de participar de forma independiente y con nombre propio en convocatorias de licitación para jóvenes; la imposibilidad de utilizar el CdR –ya mencionado– para contratar a jóvenes con fondos AIRC, en consorcios Marie Curie o en proyectos ministeriales Prin, en este último caso también dada la capacidad limitada de los fondos asignados. A todo ello se suma una paradoja inaceptable: el CdR está sometido a una tributación similar a la de un contrato subordinado, sin ofrecer ninguna garantía de estabilización. La brecha entre el coste del CdR para la institución y el importe neto que recibe el investigador acaba haciendo que el salario no sea competitivo a nivel internacional. Como el CdR tiene un límite máximo, ya no será posible pagar salarios netos de ni siquiera 2.500 (o más) euros al mes, como ocurría con los investigadores en muchos sectores competitivos. Y la lista continúa.
Para afrontar las cuestiones críticas del nuevo contrato y evitar la expulsión de miles de jóvenes de la investigación, el 29 de abril el senador Mario Occhiuto, en la séptima Comisión del Senado, presentó una enmienda al llamado Pnrr Scuola que introduce, junto al CdR, dos nuevas figuras, más flexibles y en línea con las necesidades de muchos jóvenes y de la comunidad de académicos: el "puesto post-doc" y el "puesto de investigación". Para proteger a los trabajadores, estas posiciones incluyen obligaciones y garantías fiscales, de seguridad social y de protección (enfermedad, maternidad). El importe mínimo de la “cesión de investigación” se establecerá mediante decreto del MUR, pero es deseable una referencia explícita al tratamiento económico neto de un investigador de tipo A con duración determinada.
He firmado y apoyo firmemente esta propuesta porque vivo cada día, y cientos de jóvenes y colegas me lo recuerdan constantemente, la urgencia de proporcionar a la investigación formas contractuales alternativas al CdR. Sin una intervención inmediata, la mayoría de los jóvenes investigadores del mañana ya no podrán acceder a sus laboratorios y a sus estudios, porque a partir de ahora sus respectivos responsables de proyectos saben con certeza que ya no pueden garantizarles ninguna continuidad.
La votación sobre la enmienda Occhiuto se espera esta semana. Ignorar o abandonar esta propuesta significaría asumir conscientemente la responsabilidad de negar a miles de jóvenes la oportunidad de tener un futuro en la investigación en Italia. Posponerlo para otra ocasión, para otro decreto, significaría condenar a la incertidumbre miles de vidas e ideas.
En este caso, no hacer nada, pensando que la inercia puede traer una ventaja política entre quienes apoyan o se oponen a una determinada reforma es lo más irresponsable que se puede hacer. No quiero ni puedo ser parte de esta irresponsabilidad y haré todo lo que pueda –incluso asumiendo la responsabilidad política de defender un texto que no he redactado– para que este Parlamento reconozca ese texto como el único salvavidas disponible en el futuro inmediato. Todos tendrán que asumir la responsabilidad de un posible fracaso parlamentario de esta oportunidad de reforma: cada uno, por diferentes motivos, habrá renunciado -en su papel- a colaborar para corregir un rumbo equivocado, fruto de un desastre normativo, que corre el riesgo de transformar a Italia en el Titanic de la investigación y de las perspectivas de crecimiento económico y social que de ella derivan.
Elena Cattaneo es profesora de la Universidad de Milán y senadora vitalicia.
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