Lo que el escándalo de "Mi Esposa" nos enseña (a nivel legal)

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Lo que el escándalo de "Mi Esposa" nos enseña (a nivel legal)

Lo que el escándalo de "Mi Esposa" nos enseña (a nivel legal)

El escándalo en torno al grupo de Facebook "Mi Esposa", donde miles de hombres compartieron imágenes íntimas de sus parejas sin su consentimiento, ha conmocionado a la opinión pública y provocado un debate fundamental: ¿cómo podemos proteger a las víctimas de abuso digital? Para arrojar luz sobre este asunto, hablamos con Marisa Marraffino, abogada del Tribunal Supremo y experta en ciberdelitos. Su análisis no deja lugar a dudas: cualquiera que participe en este tipo de comportamiento puede enfrentarse a consecuencias muy graves. El marco legal es claro. « Quien tome fotos o grabe vídeos de su esposa o pareja sin su conocimiento , incluso en su domicilio, se arriesga a ser investigado por intromisión ilícita en su vida privada y, en este caso, también por la difusión ilícita de imágenes íntimas », explica Marraffino. «La pena, solo por la primera infracción, puede ser de hasta cuatro años de prisión».

El grupo “Mi Esposa” es sólo la punta del iceberg: he aquí la red negra de violencia sexual en línea.

Aún más grave es la llamada pornografía vengativa: la difusión de imágenes íntimas por parte de una pareja o expareja. «El delito se aplica tanto a quienes tomaron las fotografías como a quienes las compartieron , aunque no las hayan tomado ellos mismos, y existe una circunstancia agravante si los actos son cometidos por el cónyuge, incluso si está separado o divorciado, o por la pareja en general. Y cuidado: no es necesario que las imágenes sean explícitas ; incluso las fotos íntimas difundidas sin consentimiento están plenamente tipificadas en el delito».

¿Cuáles son los diferentes delitos digitales?
Abogada Marisa Marraffino
Abogada Marisa Marraffino

Comprender la diferencia entre los distintos delitos digitales es crucial. «Las mujeres no deberían tener miedo de presentar una denuncia. Hacerlo lo antes posible es importante para facilitar las investigaciones», explica Marraffino. «Especialmente en el caso de la pornografía vengativa , ayuda a prevenir la posible viralización del contenido que se haya compartido en otras plataformas mientras tanto, incluso si el grupo de Facebook se ha cerrado».

Pornografía vengativa y trampas web:

Cuando la conducta ilícita se repite en el tiempo, también puede darse el delito de acoso en línea , ya que, según la teoría jurídica, las redes sociales son públicas. «Si el acoso es continuo y provoca ansiedad, miedo o altera la rutina diaria de una persona», explica Marraffino, «las consecuencias penales son significativas». Incluso un simple «me gusta» en un contenido no es inocuo. «Ese gesto», enfatiza Marraffino, «puede tener relevancia penal porque incentiva a la persona que publicó las imágenes y contribuye a su difusión».

Comprender el proceso de investigación es fundamental. Mucha gente piensa que un apodo o una VPN garantiza el anonimato, pero no es así. «La Policía Postal cuenta con herramientas sofisticadas y puede rastrear a los responsables. Si Meta no coopera, será posible identificar a los autores incluso mediante la incautación de teléfonos móviles y ordenadores», explica Marraffino. Hay ejemplos concretos. En 2017 En Lecco, un hombre creó un auténtico catálogo de mujeres solteras , recopilando más de 1200 fotos de Facebook. Fue condenado por difamación agravada y tratamiento ilícito de datos personales, y el Tribunal Supremo confirmó la condena en 2023. «Ese caso nos enseñó algo fundamental», enfatiza la abogada: «Las mujeres se unieron para denunciar, y eso fue decisivo. Este es el camino que debemos seguir».

Las obligaciones de las plataformas digitales

Las instituciones y las plataformas digitales desempeñan un papel importante en la protección de las víctimas. La Autoridad Italiana de Protección de Datos puede ordenar el cierre de grupos, los jueces pueden bloquear inmediatamente la difusión de contenido y las víctimas tienen derecho a solicitar una indemnización. Sin embargo, las redes sociales aún no tienen una verdadera obligación general de supervisión : deben eliminar contenido solo cuando tienen conocimiento de él. De no hacerlo, podrían ser consideradas responsables civiles. La nueva Ley de Servicios Digitales refuerza estas obligaciones, exigiendo a las plataformas que evalúen periódicamente los riesgos y adopten medidas preventivas. «Con demasiada frecuencia», enfatiza Marraffino, « las redes sociales no proporcionan los datos de los usuarios, especialmente en casos de difamación en línea, y muchos procedimientos terminan siendo desestimados. Se necesitan normas que obliguen a las plataformas a colaborar con mayor rapidez, incluyendo medidas preventivas. El contenido pornográfico no debería circular con tanta facilidad en las redes sociales».

¿Cuales son los obstáculos?

El problema no es solo legal: también tiene una fuerte dimensión cultural. «Muchas mujeres no denuncian por miedo a represalias o vergüenza», explica Marraffino. «Pero no deberían avergonzarse : los autores de estos abusos siempre tienen la culpa. Sin la valentía de las víctimas, ni siquiera tendríamos leyes como la que regula la pornovenganza». El acceso a la justicia también complica las cosas. «Los costes legales suelen disuadir a las mujeres de presentar demandas civiles en muchos casos», añade la abogada. «Sin embargo, las mujeres pueden unirse y presentar una demanda juntas, como ocurrió en el caso del catálogo. Ya han presentado denuncias 2.800 mujeres; este podría convertirse en el mayor juicio relacionado con la ciberviolencia en Italia».

Las nuevas tecnologías están empeorando la situación. « Los deepfakes —vídeos o imágenes manipulados por inteligencia artificial— ya son una realidad», explica Marraffino. «Se está debatiendo una ley para tipificar delitos específicos, pero ya hoy en día, cualquiera que difunda este contenido puede ser procesado por difamación, suplantación de identidad o, en los casos más graves, pornografía infantil virtual». Y, seamos claros, nada cambia si la víctima es una figura pública. «Incluso las personas conocidas tienen derecho a su privacidad. De hecho, al denunciarlo, contribuyen a concienciar y a proteger a otros».

¿Cuales son las prioridades?

De cara al futuro, Marraffino identifica varias prioridades clave: ampliar el delito de pornografía vengativa para incluir contenido manipulado, exigir a las redes sociales que proporcionen datos en un plazo de 48 horas y hacer que la justicia sea más accesible para todas las víctimas. «El caso de Mia Moglie nos demuestra que las leyes estrictas no son suficientes», enfatiza el abogado. «Necesitamos una aplicación rápida, herramientas eficaces y, sobre todo, un cambio cultural: debemos reconocer la gravedad del abuso digital y tratarlo como verdaderos delitos contra la dignidad humana».

Esta historia no es solo una historia legal. Es un reflejo de nuestros tiempos: por un lado, muestra la brutalidad con la que se puede violar la privacidad de las mujeres en línea y, por otro, destaca las deficiencias de un sistema que lucha por garantizar la protección. El desafío no es solo para los tribunales, sino para cómo, como sociedad, reconocemos y defendemos la libertad y la dignidad de cada mujer. Aún queda mucho camino por recorrer.

Luce

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