Las voces de los "hibakusha" en la reunión 80 años después de los bombardeos atómicos

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Las voces de los "hibakusha" en la reunión 80 años después de los bombardeos atómicos

Las voces de los "hibakusha" en la reunión 80 años después de los bombardeos atómicos

RÍMINI (ITALPRESS) – En el Encuentro de Rímini, se alzó una voz, antigua y nueva a la vez: la de los Hibakusha, los supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Ochenta años después de aquellas explosiones que marcaron para siempre la historia de la humanidad, dos testigos extraordinarios —Toshiyuki Mimaki, presidente de la Organización Nihon Hidankyo y Premio Nobel de la Paz 2024, y el profesor Masao Tomonaga, médico de la Universidad de Nagasaki— explicaron lo que significa vivir después del infierno nuclear y transformar el dolor en un compromiso con la paz. El encuentro, moderado por Bernhard Scholz, presidente de la Fundación del Encuentro, estuvo acompañado de un gesto simbólico: la entrega de 10.000 papeles de origami, elaborados por comunidades japonesas como una plegaria por la paz. «Cada pliegue es una plegaria», recordaron, «para que la memoria se convierta en esperanza». El diálogo comenzó con la lectura de un mensaje enviado por el arzobispo Peter Michiaki Nakamura, de Nagasaki: «Este año se conmemora el octogésimo aniversario del bombardeo atómico. El número de supervivientes disminuye; entramos en una generación que ya no conoce la experiencia de la guerra. Esto hace aún más valioso el testimonio de los Hibakusha: es una semilla de paz que debe llegar al mundo entero». Toshiyuki Mimaki, quien tenía solo tres años cuando la bomba cayó sobre Hiroshima, relató su historia personal y la del movimiento Hidankyo, fundado en 1956. "Creemos", dijo, "que las armas nucleares y la humanidad no pueden coexistir. La humanidad debe vivir". Recordando a su predecesor, Sunao Tsuboi, Mimaki citó su lema: "Nunca te rindas". Estas palabras han acompañado décadas de luchas civiles e internacionales por la abolición de las armas nucleares. Momentos de gran intensidad impregnaron su historia: "En 2014, hablando en Estados Unidos, comencé pidiendo disculpas por el ataque japonés a Pearl Harbor. Y al final, una joven estadounidense me entregó una carta: 'Debemos disculparnos con Japón por Hiroshima y Nagasaki'. Comprendí entonces que la verdadera paz proviene del perdón mutuo". Mimaki recordó entonces el honor de conocer al presidente Sergio Mattarella en Hiroshima en marzo de 2025: “Me dijo que nuestra lucha por un mundo mejor nos afecta a todos, porque transformamos el dolor en advertencia y la tragedia en compromiso”. El profesor Masao Tomonaga, nacido en Nagasaki en 1945, ha entrelazado su trayectoria como hibakusha con la de médico e investigador. «Muchos de nosotros», explicó, «sobrevivimos a la devastación inicial y, aunque con cicatrices en cuerpo y alma, tuvimos la fuerza para reconstruir. Tras tan solo tres meses, comenzaron a reconstruir sus chabolas y a formar nuevas familias. Hoy en día, la edad promedio de los hibakusha es de 86 años; sin embargo, seguimos dando testimonio». Tomonaga relató los resultados de la investigación científica: «La radiación ha dañado el ADN de las células madre. Las anomalías pueden permanecer latentes durante décadas, causando tumores incluso 80 años después. Yo mismo tuve cáncer de próstata, que se trató con nuevas terapias radiológicas. Pero los efectos de la exposición son permanentes: por eso las armas nucleares son inhumanas por naturaleza». El médico japonés recordó cómo el movimiento Hibakusha ha impedido hasta ahora el uso de una tercera bomba atómica: "Hemos gritado al mundo: Nagasaki debe ser la última ciudad alcanzada por una bomba atómica. Pero hoy el tabú nuclear se está derrumbando. Tras la invasión rusa de Ucrania y las amenazas de Moscú, la posibilidad de un nuevo uso nuclear se ha hecho realidad". A continuación, hizo un llamamiento a los jóvenes: "Los Hibakusha no estaremos aquí para siempre. En unos años, nuestra generación desaparecerá. Depende de los jóvenes crear una solidaridad global, capaz de trascender las fronteras entre estados nucleares y no nucleares. Tienen el derecho y la responsabilidad de construir un mundo sin armas nucleares". Tanto Mimaki como Tomonaga enfatizaron la importancia de transmitir la memoria: «En las escuelas de Hiroshima y Nagasaki, los niños aprenden la fecha y hora exactas de las explosiones, visitan museos, escuchan nuestras historias. Cantan la canción de la paz. Queremos que los jóvenes de otros países también conozcan nuestra experiencia». Al observar a los voluntarios del Encuentro, Mimaki concluyó: «Me impresionó la dedicación de los jóvenes. Ustedes son los verdaderos protagonistas de la paz. Me gustaría que los jóvenes de Hiroshima y Nagasaki vinieran algún día al Encuentro para trabajar con ustedes, para forjar amistad y solidaridad». Sus últimas palabras resonaron como un testimonio: «Nunca se rindan. Es la frase que ha guiado mi vida y que ofrezco a los jóvenes como promesa de paz».

El encuentro demostró cómo es posible vivir la memoria no como resentimiento, sino como responsabilidad. «Cada víctima», recordó Scholz, «no es un número, sino una persona con una vida y una historia. El testimonio de los Hibakusha nos dice que el mal puede superarse y transformarse en un bien mayor». El Encuentro se consolida como una encrucijada donde la memoria se hace presente, un lugar donde la voz de los sobrevivientes se convierte en un llamado a la acción, hoy, para construir la paz.

Fotos de la Reunión de Rimini 2025

(ITALPRESS).

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