La mamá perfecta deja espacio para la mamá real: cómo el marketing ha cambiado (por fin) su tono


Una nueva mirada al Día de la Madre
Un día fue el ángel del hogar, hoy es una mujer real, compleja, imperfecta y extraordinaria. El Día de la Madre no es sólo una festividad para marcar en el calendario, sino un espejo en constante evolución de nuestra sociedad. Y el marketing, que desde siempre ha interceptado los sentimientos colectivos para transformarlos en mensajes publicitarios, lo sabe bien: el modo en que las empresas cuentan este día ha cambiado profundamente, reflejando nuevas sensibilidades, roles y modelos de familia.
En las décadas de 1980 y 1990, la publicidad italiana pintó una imagen tranquilizadora, pero también muy estereotipada, de las madres . La madre era la reina de la casa , dedicada a la familia, a menudo retratada entre ollas y sartenes y planchando ropa. ¿Los regalos más populares? Electrodomésticos y productos para el hogar, como si cuidar a los demás fuera la única definición posible de afecto.
Sin embargo, con la llegada de la década de 2000, las cosas empezaron a cambiar. El rostro de la maternidad se ha vuelto más variado, más complejo y sobre todo más cercano a la realidad. Las madres que aparecían en los anuncios ya no eran sólo amas de casa impecables, sino también profesionales, deportistas, creativas, mujeres multitarea que luchaban con sus carreras, sus hijos y sus sueños personales. Y junto a su perfil, su oferta también ha cambiado: junto a sartenes y robots de cocina, han aparecido joyas, experiencias de viaje, perfumes y momentos de relax.
En los últimos años, el punto de inflexión se ha hecho aún más claro. A la cabeza está el neuromarketing , una disciplina que analiza cómo reacciona nuestro cerebro a los estímulos emocionales y construye así campañas capaces de llegar directamente al corazón. Es el caso de la campaña #RisveglialaConTenerezza de Kinder Brioss, que en 2021 combinó la realidad aumentada con mensajes personalizados para celebrar a las mamás. O como Gillette Venus, que escenificó los pequeños gestos cotidianos entre madre e hija, transformándolos en una narrativa tierna y poderosa.
Pero el cambio no se detiene en la emoción. Hoy en día el engagement lo es todo, las marcas no sólo venden un producto sino invitan al público a vivir experiencias, a contar historias personales, a conectar con el mensaje. El Día de la Madre ya no es sólo una celebración, sino una ocasión colectiva para compartir emociones auténticas. ¿Y mañana? El futuro promete un marketing aún más personalizado, gracias al uso de inteligencia artificial y realidad virtual. Pero, sobre todo, esperamos una historia cada vez más inclusiva, compuesta por madres solteras, familias del mismo sexo, padres adoptivos, madres no biológicas. La maternidad está cambiando su rostro y el marketing ha aprendido a seguirle el ritmo. La mamá perfecta deja espacio para la mamá real. Y quizá por eso mismo es aún más digno de ser celebrado.
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