Seguridad vial: las autoescuelas, objetivos prioritarios para los conductores agresivos

Este texto es un fragmento de la transcripción del informe anterior. Haga clic en el vídeo para verlo completo.

Pierre Quibel es un instructor de manejo cauteloso. Porque hace un mes, mientras su alumno practicaba con esfuerzo el estacionamiento en una zona residencial de Rouen, en Seine-Maritime, un conductor se impacientó y se acercó a su vehículo. "Tenía la ventanilla abierta y, de repente, llegó a esta altura. Me dijo que no tenía por qué estar allí y luego me escupió. Al volver a arrancar, recibí un golpe en el lado derecho de la cara", cuenta. "Me sorprendió, no esperaba en absoluto ser atacado así durante una clase de manejo, y menos por alguien de afuera. Así que los alumnos también se quedaron atónitos", continúa sorprendido el instructor.

Desde entonces, Pierre ha invertido en gafas con cámara. Al igual que él, otros instructores han denunciado faltas de civismo. Los culpables son conductores apresurados, intolerantes a cualquier error de los estudiantes, hasta el punto de llegar a las manos. Para los conductores principiantes , el infierno son los demás conductores: "Tienen prisa por llegar a casa, así que nos siguen de cerca. O incluso pueden cometer infracciones, como cortar el paso a otros", dice un conductor principiante.

La presión a menudo surge de la impaciencia. En medio del tráfico parisino, una joven estudiante conoce el código de circulación y respeta los límites de velocidad. Pero, aunque tiene prioridad, un conductor no parece querer dejarla pasar. Este es un comportamiento común, según el instructor. "Lo veo cada vez con más frecuencia: muchos conductores no quieren quedarse detrás de una autoescuela. Porque asumen que la autoescuela podría detenerse, que conducirá despacio, que respetarán el código de circulación y, para ellos, será un inconveniente. Si quito la señal del techo, les aseguro que nadie cometerá una infracción, nadie nos seguirá de cerca", explica.

Comportamiento peligroso que puede llevar a los estudiantes a sufrir accidentes: "Vemos cómo cambia su forma de conducir después. Vemos que se arriesgan. Van a acelerar porque los detienen", añade el instructor. Para los profesionales, estas faltas de civismo tienen un precio. En Béziers (Hérault), en una autoescuela, 12 de los 22 vehículos fueron atropellados el año pasado. Esto está empezando a afectar las finanzas de la empresa.

"De hecho, teníamos una prima de seguro anual de unos 25.000 euros y recibimos una solicitud de contribución de unos 40.000 al año siguiente porque, precisamente, teníamos muchos siniestros no imputables, ya que la mayoría eran colisiones traseras. Cuando ves un aviso de vencimiento que supera los 40.000 euros al año, te pones nervioso, preguntándote cómo vas a cubrirlo", lamenta Gérald Blanco, director de la autoescuela.

Los conductores noveles se enfrentan a peligros en la carretera: el 30% de los franceses admite haber seguido de cerca a un conductor que les molesta.