Este búnker alberga el mayor tesoro de la humanidad: cada país tiene allí su caja fuerte.

Es un búnker en la ladera de una montaña. Emerge de la roca ártica en Spitsbergen, una región del norte de Noruega. No te encuentras en la última entrega de la saga de James Bond, sino a las puertas de uno de los tesoros de la humanidad. Inaugurado en 2008, este búnker está cerrado al público y envuelto en un halo de misterio. En su interior, la atmósfera es casi solemne. «Es como estar en una catedral. Los techos son altos y, dentro de la montaña, apenas se oye ningún ruido», declaró a The Guardian Lise Lykke Steffensen, directora de NordGen, el organismo responsable de su gestión.
La temperatura se controla y mantiene cuidadosamente: -18 grados, el estándar internacional establecido para preservar al máximo el tesoro que allí se guarda. «Lo que se conserva dentro de la bóveda es uno de los bienes públicos globales más importantes que tenemos en la Tierra», insiste Stefan Schmitz, director ejecutivo de Crop Trust, que también gestiona parcialmente el sitio.
Tres enormes cámaras pueden contener casi 3000 cajas. Cada especie se guarda en una bolsa de aluminio hermética y se guarda en la caja de su país de origen. Pero en estas sencillas cajas no se esconden lingotes de oro ni diamantes, sino diminutas semillas.

Rodeada de nieve y hielo, esta instalación, la Bóveda Global de Svalbard, alberga 1,2 millones de muestras de semillas de todo el mundo. Su objetivo es prevenir la desaparición definitiva de especies cultivadas tras guerras, desastres naturales o pandemias. Se puede realizar una visita virtual a través de un sitio web específico.
La inmensa colección de tubérculos, arroz, cereales y otras semillas se encuentra enterrada en las profundidades de la montaña, tras cinco puertas metálicas. Diseñado para durar eternamente, este gigantesco congelador solo se abre tres veces al año para recibir nuevos depósitos de otros bancos de semillas de todo el mundo. Allí se almacenan fresas silvestres, sorgo, cebada e incluso nuevas variedades de hortalizas adaptadas al cambio climático. Esta reserva global ya demostró su utilidad durante la guerra en Siria, que provocó la destrucción del banco de semillas de Alepo. El yacimiento de Svalbard permitió entonces recuperar duplicados de las preciadas semillas desaparecidas.
A pesar de la inundación de la entrada causada por el deshielo del permafrost en 2017, los expertos sostienen que los depósitos están enterrados a tal profundidad que permanecerán a salvo durante siglos. Las semillas se renuevan periódicamente, e incluso si el sistema de refrigeración falla, la temperatura tardaría cientos de años en superar el punto de congelación.
L'Internaute