Para leer. En librerías: Juego Blanco

Sin duda, es porque Richard Wagamese se basó en su propia historia, en su dolorosa experiencia personal, que esta novela parece tan íntima. Porque a través de su personaje, Saul Idian Horse, el autor rinde homenaje a sus orígenes. Al pueblo nativo americano Ojibwa, uno de los grupos indígenas más grandes de las regiones que conforman el actual Canadá.

Un personaje que ha decidido contar su historia, compartir su historia, su recorrido desde su infancia en el norte de Ontario hasta las pistas de patinaje, pasando por ese terrorífico internado donde, en los años 70, ingresaban a jóvenes como él para borrar su identidad india... Un verdadero infierno donde se mezclan la humillación, el racismo, los malos tratos... Y del que la única salida resultará ser el deporte.

Y más concretamente el hockey sobre hielo. Es precisamente sobre el hielo donde Saul Indian Horse, un jugador talentoso, podrá expresarse y convertirse en uno de los mejores jugadores del país... Suficiente para devolverle algo de dignidad, un nuevo aliento de libertad y un poco de esperanza en un mundo que ha sido solo caos durante muchos años... Sin escapar por completo de la estupidez humana y, en particular, de la lacra del racismo... «No quería que me limitara a ser jugador de hockey. Siempre tuve que ser indio.»

A la vez poética y dura, esta historia es sobre todo profundamente humana y, para los aficionados al hockey, un ejemplo de literatura deportiva de éxito. Lo cual no es necesariamente obvio...

Una novela inspirada e inspiradora, pero sobre todo necesaria para comprender el doloroso tema de la asimilación forzada de los nativos americanos en Canadá y su difícil lucha por ganar respeto.